¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Papás, no los quieran demasiado

Lo peor del caso es que los jóvenes no se dan cuenta de cómo hablan.

Hablemos bien el castellano, ¿okay? Aumenta la justa preocupación entre escritores, intelectuales y amantes de la cultura por la desmembración del idioma, esa es la palabra exacta, entre adictos a internet y a redes sociales del ciberespacio. No solamente la desmembración, sino también la desfiguración y el tratamiento a machetazos del idioma. Podemos, entonces, hablar con propiedad de personas de dudosa cultura e incluso de rampante ordinariez, sobre todo en el uso de vocabulario de manifiesta vulgaridad.
Ojalá esa manera de hablar de la juventud de muchas ciudades colombianas, en la que palabrotas como ‘marica’, ‘güevón’ y ‘gonorrea’ se cuentan por decenas en un minuto de conversación, ojalá esa manera sea pasajera. Y no solo jóvenes. He oído a profesores de universidad que se expresan de la misma grosera manera. Lo peor del caso, y lo he comprobado muchas veces, es que los jóvenes no se dan cuenta de cómo hablan.
Cuando oigo a un grupo de muchachos que dicen marica o güevón cada 10 segundos, pregunto quién es el marica o el güevón del grupo; se miran extrañados y me contestan tranquilamente que ninguno de ellos ha dicho esas palabras. No están mintiendo, simplemente no son conscientes de cómo hablan.
Por otro lado, hablando de desfiguración del lenguaje, nos encontramos con que estamos maltratando nuestro bello idioma, modificando sin razón alguna el sentido de muchos términos. Y no se trata de que el idioma sea un organismo viviente y, por lo tanto, cambiante, sino que la ignorancia nos hace cometer errores imperdonables. Es ya lugar común el hacer chanzas con el mal uso del verbo ‘colocar’ en vez de poner, porque dicen los ignorantes que solo ponen las gallinas. Entonces se oyen cosas divertidas como esta, que con toda tranquilidad expresaba un amigo mío: el atardecer se colocó rojo; a otro le oí decir que su amiga se colocó colorada. No, señores, el cielo se puso rojo, y la amiga se puso colorada, y la gallina sí puso huevos, no colocó huevos.
¿De dónde sacaron los periodistas y locutores deportivos ese esperpento del verbo ‘recepcionar’? El alero recepcionó el balón, dicen. No, señores, simplemente: recibió el balón. ¡Qué mal hablan algunos locutores! Hacen un uso horroroso, sangriento y criminal del verbo ‘atravesar’ (que se escribe con s y no con z, como muchos lo hacen) y de la expresión ‘a través’. Casi siempre dicen que el equipo hizo un gol a través del jugador tal. Pobre jugador, lo mataron, y de qué horrible manera; lo atravesaron con un balón, debió quedar despedazado en el acto y la cancha, ensangrentada.
Otro vocablo cuyo mal uso se popularizó es la palabra ‘demasiado’. Esta palabra expresa, en su uso correcto, exceso, demasía. Se oye todos los días para expresar cariño, amor, estima, y realmente no se está diciendo lo que se quiere expresar. Dicen: lo quiero demasiado, cuando deben decir lo quiero mucho. Demasiado indica exceso, y en realidad está diciendo que lo quiere mal.
Con estos ejemplos se entiende mejor: comió demasiado, por eso tuvo diarrea; corrió demasiado, por eso tuvo calambres; trasnochó demasiado, por eso no respondió bien el examen; gritó demasiado, por eso quedó ronco. Entonces, cuando los padres aman demasiado a sus hijos, como los aman hoy, malogran su educación porque los están amando mal, los están sobreprotegiendo, no los están dejando asumir sus responsabilidades, no los dejan resolver sus pequeños problemas. Así que, padres de familia, no quieran demasiado a sus hijos, quiéranlos mucho. En otra entrega volveré de nuevo sobre el mal uso del verbo ‘atravesar’.
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción