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Salud pública y drogas ilícitas

En los últimos dos años, las muertes por sobredosis de cocaína en EEUU subieron en 34 por ciento.

El abuso y la adicción a los opioides en Estados Unidos, incluidos los analgésicos recetados y las drogas sintéticas, son una grave amenaza de salud pública que genera una carga económica de 78.500 millones de dólares anuales, representada en atención médica, pérdida de productividad, tratamiento de la adicción y costos de intervención judicial. Cada día, 90 estadounidenses mueren por sobredosis de opioides. Esta crisis –por sí sola– ha provocado más fallecimientos en Estados Unidos en los últimos dos años que los horrores de la guerra de Vietnam.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se produjeron 70.200 víctimas por sobredosis de drogas en ese país el año pasado; más de la mitad se originó en el fentanilo, opioide sintético comúnmente utilizado por los médicos norteamericanos como analgésico con una potencia superior a la morfina. En los últimos tres años, el número de muertes atribuidas a los opioides sintéticos aumentó en 413 por ciento; las defunciones por sobredosis de heroína, cocaína, metanfetamina y opioides recetados subieron desde el 2014.

La alarmante expansión de los cultivos de coca y la producción de cocaína colombiana se deben abordar de manera integral.

El uso de la cocaína en Estados Unidos volvió a crecer después de muchos años de sostenido declive, fenómeno que coincide con el aumento exponencial de los cultivos de coca de origen colombiano de los últimos años. El incremento de los cultivos y la ampliación de la producción de cocaína en Colombia –fuente del 95 por ciento del alcaloide que se trafica en el mercado estadounidense– superan actualmente todos los registros históricos.
La suspensión del programa nacional de aspersión aérea con glifosato acordado durante el proceso de paz con la guerrilla de las Farc –vigente desde el 2015 hasta la fecha– se tradujo en una mejora en la productividad de las plantas de coca y en los niveles de pureza de esta droga maldita. En los últimos dos años, las muertes por sobredosis de cocaína en Estados Unidos subieron en 34 por ciento. Según la Encuesta Nacional de Uso de Drogas y Salud, los usuarios de cocaína de niños estadounidenses de 12 años en adelante pasaron de 1,9 millones a 2,1 millones, con un promedio de 2.800 nuevos drogadictos al día.
En respuesta a este enorme desafío de seguridad nacional y salud pública, la administración del presidente Donald Trump publicó recientemente su Estrategia Nacional de Control de Drogas, mediante la cual pretende abordar la crisis de los opioides y reducir el número de estadounidenses que mueren a causa de estas peligrosas drogas. Los cuatro elementos de oferta y demanda de la estrategia norteamericana, que se apoyan y complementan entre sí, son la prevención, el tratamiento, la recuperación y la reducción de la disponibilidad de drogas ilícitas.
Con relación a este último asunto, la alarmante expansión de los cultivos de coca y la producción de cocaína colombiana se deben abordar de manera integral. Los elementos claves de la cooperación internacional con Estados Unidos abarcan el uso de todas las formas de erradicación de cultivos ilícitos, desarrollo alternativo, nuevas oportunidades económicas para los cocaleros, interdicción de la oferta de drogas ilícitas, procesamiento legal, apoyo judicial, extradición y cooperación en salud pública y seguridad nacional, todo lo cual debe ser parte de una política sostenible y de largo aliento.
Como los campos de coca nacional difieren en su nivel de productividad, este enfoque sería más exitoso si se priorizaran las siembras de coca de alto rendimiento de las zonas fronterizas, lo cual exige un esfuerzo concertado durante varios años para mantener de forma prioritaria esta lucha contra los estupefacientes nacionales, que permita revertir la creciente marea de producción de cocaína colombiana.
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