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Fidel

Con todo, bajo su mandato, los cubanos obtuvieron logros excepcionales en desarrollo humano.

Alpher Rojas C.
Fidel Castro fue al tiempo un revolucionario, un estadista y un líder que tuvo el privilegio de entrar vivo a la historia como uno de los grandes latinoamericanos de todos los tiempos, merced a su formidable cultura intelectual, a sus conocimientos científicos y a sus habilidades de estratega político y militar.
Su figura, sin duda la más influyente y controvertida de nuestra época, fue aplaudida en los severos auditorios de la ciencia y la geopolítica, donde se discute el destino de la humanidad. Fue llevado al cine y plasmado en obras literarias y ensayísticas; incluso, la música protesta y popular lo registró en la voz de Daniel Santos y Silvio Rodríguez, entre otros.
Fidel encarnó un fascinante fenómeno de la política en nuestro siglo: fue un hombre con bríos, una figura romántica, un rebelde siempre provocador, vertiginosamente imaginativo e imprevisible, un actor sin parangón.
Frente a las multitudes, Fidel asimilaba y recordaba con su memoria asombrosa todo lo que había leído, escuchado y visto durante el último medio siglo. Había acumulado unos conocimientos y una erudición fuera de serie. Su capacidad discursiva, tantas veces descrita, era prodigiosa no solo por la musicalidad de su oratoria pública o académica, sino por los destellos de su lenguaje inteligente y seductor, que chispeaba con gracia y buen humor en las controversias privadas.
Fidel era un torrente de elocuencia que se agigantaba en sus didácticas exposiciones sobre la historia comparada. Su amigo García Márquez lo captó bien en su pluma magistral: cuando habla “es la inspiración, el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que solo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo”.
Incansable promotor del estudio para la juventud, inculcó en su entorno la formación cultural, así como la necesidad constante de la producción de conocimiento como pivote de la educación liberadora. Toda su vida, desde las primeras letras hasta los últimos días, estuvo consagrada al estudio de las realidades sociohistóricas y a los fenómenos culturales y políticos. Pocos en el hemisferio discernieron tan claramente las necesidades de las ciencias sociales como pedagogía de la cultura para todo un país.
Pero Castro produjo también otras impresiones. Aunque su popularidad en Cuba fue inmensa y la favorabilidad de su imagen nunca decayó, un sector de cubanos –en comparación con la enorme masa de gente entusiasta, humilde y culta que lo admiró– lo consideró un servil satélite de la Unión Soviética.
La instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba –en octubre de 1962–, cuya función era impedir otro desembarco militar por el gobierno de Estados Unidos (como el de Bahía de Cochinos en abril de 1961), estuvo a punto de hacer estallar la tercera guerra mundial. Luego, desde hace más de 50 años, Washington (a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas) impuso a Cuba un ruinoso embargo comercial –reforzado en los años 90 por las leyes Helms-Burton y Torricelli–. Fidel luchó desde su lógica internacionalista de solidaridad y, pese a las condiciones de inferioridad, mantuvo a su pueblo unido y salió ileso de los numerosos atentados planeados por la CIA norteamericana contra su vida.
Finalmente, en diciembre del 2014, los dirigentes estadounidenses tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática, e iniciar un proceso de normalización que implicaría el respeto del sistema político isleño.
Con todo, bajo Fidel, los cubanos obtuvieron logros excepcionales en desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general y victorias deportivas en competiciones mundiales.
Su modelo educativo es comparable en calidad al de Finlandia. En salud e investigación médica, desde hace varios años Cuba exhibe tasas de mortalidad infantil inferiores a las de países desarrollados como Estados Unidos y Canadá. Hoy, más de 7.000 cubanos se benefician con la terapia celular en medicina regenerativa, en el Instituto de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, una de las más perfeccionadas del mundo.
Hasta la víspera de su fallecimiento, a los 90 años, Fidel seguía jugado y movilizado en defensa del medioambiente y contra la globalización neoliberal; firme en la trinchera, ni siquiera el deterioro de los años lo alejó de su posición de vanguardia desde la cual condujo la batalla por las ideas en las que creía y a las cuales nada ni nadie lo hicieron renunciar.
Alpher Rojas
Alpher Rojas C.
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