He llegado a 95 años este 21 de agosto de 2020
No ha sido fácil vivir 95 años. Los más duros han sido los últimos 10: la vejez trae mil achaques.

La vejez es fruto maduro. Cae por su propio peso: declina porque llegó la hora de dar gloria a Dios.
Su recuerdo es imperecedero. Su llama continúa encendida y luminosa. Sigue haciendo el bien.
Le pido diariamente al Señor que me dé la gracia de arribar a buen puerto.
Algo tan noble perdería la condición de tal, en el momento en que se impusiera por ley.
Todos los difuntos, buenos y malos, pasan a la presencia de Jesucristo, Juez infalible.
La Navidad debe ser una fiesta familiar en la que predominen la alegría, la luz, la unión, la paz.
el Espíritu de Dios irrumpió en mi vida para configurarme interiormente a Cristo-Sacerdote.
Francisco nos trajo la presencia de Jesús y el amor del Padre a todos los corazones.
Usted pertenece a cada uno de nosotros. Usted, con su humildad y su modestia, cautivó a todos.