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Low Murtra y la Constituyente de 1991

Por lo que pasó podríamos decir que muchas muertes, incluida la del exministro, fueron inútiles.

Varios columnistas por estos días se han ocupado de recordar el fatídico asesinato del exministro de Justicia Enrique Low Murtra, ocurrido el 30 de abril de 1991. Ese día, en absoluto estado de indefensión y por desprotección del Estado, un hombre que dedicó su vida al servicio de los colombianos cayó muerto a manos de sicarios mientras esperaba un bus tras salir de dictar su cátedra en la Universidad de La Salle.
Otro 30 de abril, pero de 1984, fue también asesinado Rodrigo Lara Bonilla, el joven ministro de Justicia que se atrevió a abrirle los ojos al país sobre su complacencia con el narcotráfico y los carteles. Desmanteló, con la ayuda de otro héroe olvidado, el coronel de la Policía Jaime Ramírez Gómez, el laboratorio Tranquilandia en el Caquetá.
De la trayectoria personal del profesor Low Murtra se ha escrito ampliamente: estudiante brillante, abogado con formación en ciencias económicas, extraordinario docente, director de impuestos, excepcional ser humano, ministro de Justicia y embajador.
Paradójicamente, el aniversario de los 30 años del asesinato del exministro coincide con la celebración de las tres décadas de la Constitución de 1991. Digo que es una paradoja porque Low Murtra, como ministro de Justicia de Virgilio Barco, asumió con valentía –mientras muchos callaban– la lucha contra los barones de la droga que querían arrodillar a Colombia. Se recuerda su airada protesta contra la decisión de un juez que, abusando de la figura del habeas corpus, un 29 de diciembre, dejó en libertad a uno de esos todopoderosos ‘capos de la mafia’. Asumió también la defensa de la figura de la extradición de nacionales, hecho que desató la ira y la violencia terrorista de los ‘extraditables’.
El gobierno de Barco mandó al ministro Low Murtra de embajador a Suiza para salvarlo de las serias amenazas que había contra su vida. Allí se mantuvo hasta cuando, por circunstancias no suficientemente aclaradas, fue relevado del cargo, y no se le concedió otro destino no obstante sus peticiones. Algunas pistas da el libro de la periodista Olga González Reyes, El caso Low Murtra (Editorial Planeta, 1994. Págs. 17 y 193).
Ya Pablo Escobar, como represalia y por causas similares, había tratado de matar a Enrique Parejo, entonces embajador en Hungría, quien había sido también ministro de Justicia en representación del galanismo. Enrique Low, Rodrigo Lara, Guillermo Cano, Carlos Mauro Hoyos, Luis Carlos Galán y muchos otros colombianos fueron asesinados por el simple pecado de no ceder ante las presiones de los narcos.
Irónicamente fue la Constituyente convocada después de la muerte de Galán la que terminó cediendo, e introdujo en el propio texto de la carta política la prohibición de la extradición de nacionales.
Por lo que pasó, podríamos decir que todas estas muertes, incluida la de Low, a raíz de la cual el Estado colombiano fue condenado por la desprotección, fueron absolutamente inútiles. En estos treinta años, ¿se podría esclarecer qué fue lo que realmente pasó?

La Escuela Superior de Guerra

Bajo la actual dirección del mayor general Luis Mauricio Ospina Gutiérrez, gran oficial, este mes la Escuela Superior de Guerra celebra sus 112 años de fundación. Rafael Reyes formalizó a comienzos de siglo la carrera militar con la creación de la Escuela Militar. Y en mayo de 1909 inauguró la Escuela Superior de Guerra, para la formación de los oficiales superiores, trayendo como primer director a un general chileno. Desde entonces ha sido una especie de escuela de altos estudios militares. Desde 1969, con los cursos de Cidenal, ha acercado a empresarios, dirigentes y altos funcionarios a las políticas de seguridad. Además, invita a pensadores de todas las corrientes políticas.
Tuve oportunidad en varias ocasiones de asistir como conferencista. Es un escenario ideal para la integración de los estamentos civil y militar, a veces distanciados. Valdría la pena en esta celebración cambiarle el nombre por el de Escuela Superior de Defensa y Seguridad Nacional, si se tiene en cuenta que ya tiene programa de doctorado en Seguridad, Defensa y Relaciones Internacionales. Ese concepto lo cambió Carlos Lleras en 1968.
Alfonso Gómez Méndez
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