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¿El premio Hugo Chávez para Donald Trump?

El Gobierno venezolano picó adelante concediéndole el premio a Putin, que es como pedirle una ayuda para saldar diferencias con Trump.

La política pragmática será la reina en los próximos años. Algunos creen que la presidencia de Donald Trump significa el fin del proceso revolucionario en Venezuela, pero nosotros sostenemos que los intereses harán posible que ambos poderes se entiendan. Aunque parezca una verdadera locura, las enormes diferencias tienen un enlace secreto que los une en el beso de la oscuridad: Vladimir Putin, el presidente de la Federación de Rusia. Él es un gran amigo del magnate norteamericano desde cuando trabajaba en la administración de Boris Yeltsin, luego de ser el principal asesor de Anatoly Sobchak, entonces presidente de la Diputación de Leningrado.
Cuando Rusia se abrió a la inversión extranjera, Donald Trump viajó a Moscú para asegurar negocios de gran calado en ese gigantesco país. Después de reunirse con miembros destacados del Kremlin, logró un encuentro con un líder emergente al que visualizó como el hombre clave para su éxito. Vladimir Putin lo llevó a recorrer sitios históricos de la ciudad. Caminaron hasta el Café Pushkin. Tortas de hojaldres con aromáticas de frambuesas, entre bandejas de ensaladillas rusas. Los viejos antagonismos de la extinta Guerra Fría se estrecharon la mano. Posteriormente, ante la renuncia de Boris Yeltsin, Putin se convirtió en presidente interino. Trump había acertado al escogerlo como el hombre fundamental para sus intereses. Seguramente han recordado el ambiente animado del encuentro moscovita, mientras la nieve era un blanco manto de calles de abrigos gruesos. Como podemos entender, es una relación que tiene tiempo madurándose. Su visión de águila empresarial le indicó a quién buscar como accionista potencial en Rusia, y esa alianza los hizo mucho más poderosos.
Lo que acaba de ocurrir con el proceso electoral norteamericano y la intervención rusa en su sistema electrónico es simplemente el pago del favor en el tiempo. Son demasiados los intereses que los unen. Estos dos hombres que recorrieron las frías calles de Moscú en la década de los noventa lograron la cúspide política. Son sagaces y diestros hasta el punto de poder vencer las diferencias. Como muestra, les dejo este dato: Putin concedió a Rex Tillerson en 2013 la Orden de la Amistad, una condecoración reservada para los extranjeros que han contribuido a la mejora de las relaciones con Rusia. Al frente de Exxon Mobil, Tillerson reforzó la presencia en este país de las inversiones que auspició Trump hace años. En el 2011, Tillerson firmó un acuerdo con Rusia para la perforación en el Ártico, que podría ser valorado hasta en 300.000 millones de dólares. Este hombre muy seguramente será el nuevo Secretario de Estado norteamericano. Es muy cercano al gobernante ruso, entonces no es difícil imaginar que será el as de espadas en la relación de ambos países. Inclusive se ha asegurado que después de Henry Kissinger y Donald Trump es el norteamericano más cercano a Putin.
Ante semejantes antecedentes, la jugada venezolana de concederle al presidente ruso, Vladimir Putin, el premio Hugo Chávez a la Paz y la Soberanía de los Pueblos es sin duda brillante. Dicha distinción busca un puente entre Caracas y Washington para sostener una relación de tolerancia. La idea es inteligente, conociendo la estrecha relación existente entre el magnate y el viejo espía de la KGB. Trump llega a la presidencia de la mano del ‘hackeo’ que lograron hacerle al sistema electoral norteamericano y que liquidó a Hillary Clinton. La tecnología rusa logró penetrarlos y jugar decisivamente a favor del socio. ¿Qué impide ahora que puedan mantener un trato tranquilo con Nicolás Maduro? El problema no es el Gobierno venezolano, ellos están comprometidos con Putin, ya que le deben la presidencia, sin olvidar que fue él quien les abrió las puertas para que invirtieran en Rusia, con ganancias cercanas a los ochocientos mil millones de dólares para las empresas de Trump.
Veremos sin nuestra cruel realidad pesa más que los negocios. Dependerá de la diplomacia inteligente obtener un resultado satisfactorio. El Gobierno venezolano picó adelante concediéndole el premio a Putin, que es como pedirle una ayuda para saldar diferencias con Trump. Que este escogiera a Rex Tillerson como Secretario de Estado, quien se confiesa amigo íntimo del presidente ruso, es un síntoma raro. Por primera vez en la historia, los líderes de los gobiernos de Washington y Moscú son socios, y han ganado mucho dinero en los últimos tiempos. Esa estrecha relación la quiere poner a su favor la administración de Nicolás Maduro. Si existe en el planeta alguien que puede lograr que Estados Unidos no arremeta contra este régimen, es el gobernante ruso. Aquellos que sueñan hasta con portaviones frente a nuestras costas se atragantarán esperando. Vivimos tiempos de pragmatismo ideológico. Todo cambia en el reino del camaleón.
Alexander Cambero
alexandercambero@hotmail.com
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