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FMI, ‘hyperloop’ al infierno

Con el sector privado cada vez más chico y el parásito más grande, Argentina se hunde fuertemente.

Empecemos por aclarar dos cuestiones.
Primero, en gran parte debido a falsos -pero bien camuflados- “profetas de la libertad”, la opinión pública está convencida de que Macri es “pro mercado”, falso. Por el contrario, está dañando a la actividad privada y el Gobierno lo dice abiertamente: “para bajar la inflación no nos importará el nivel de actividad”.
El Fraser Institute, en su último Índice de Libertad Económica -con datos del 2016, un año de gobierno actual-, es muy benévolo con Macri pero aun así ubica a la Argentina en el puesto 160 debajo del Congo, Siria y Algeria, donde cae 7 puestos desde el año anterior, aunque aumenta algo el puntaje en sintonía con la suba global. Por su lado, la Heritage Foundation -también muy benévola- en su último índice -datos del 2017- ubica al país en el puesto 144 debajo de la comunista Vietnam, Etiopía y Micronesia, aunque sube desde el 169 en la edición del 2016 (datos del 2015).
Y las cosas han desmejorado notoriamente desde entonces: menos libertad de mercado, entre otras cosas por aumento de la brutal presión fiscal, intervención en el mercado cambiario y financiero, etc. Sea como fuere, Argentina es hoy una economía reprimida, en el fondo de la lista. Como consecuencia de esta represión, la próxima administración se estima que recibirá un país con un PIB per cápita 10 por ciento más bajo que en el 2015.

Es irracional creer que el oxígeno del Fondo sirve para ganar tiempo, corregir los errores, y converger hacia una economía eficiente.

Y, por cierto, el que trabaja es el mercado porque no tiene otro modo de vivir como el Estado que, con su monopolio de la violencia, recauda impuestos parasitando en los privados. Por dar un ejemplo, Rusia era el principal exportador mundial de granos hasta que la URSS estatizó toda la tierra y pasó a ser el mayor importador global. Murieron más de cinco millones de personas por inanición hasta que la URSS autorizó minichacras privadas que, ocupando solo el 3 por ciento de las tierras cultivables, producían el 27 % de los alimentos.
Entonces, con el sector privado cada vez más chico y el parásito más grande, Argentina se hunde fuertemente. Y como el mercado no le presta dinero al Estado porque su proyecto es inviable -análisis que hace todo prestamista-, el Gobierno acudió al multiestatal FMI. Ahora, es irracional creer que el oxígeno del Fondo sirve para ganar tiempo, corregir los errores, y converger hacia una economía eficiente ya que, si fuera cierto, el mercado le habría prestado los fondos. O sea, en un círculo vicioso, el FMI financia la segura caída que cuanto más tarde llegue, más duro será el fin.
La segunda cuestión es, precisamente, el FMI. Debido a un discurso engañoso y a que es apoyado por gobiernos “capitalistas”, la opinión pública cree que es un adalid del mercado cuando es lo contrario. A ver, desde el punto de vista teórico está claro: es un banco (multi) estatal y, por el principio universal de supervivencia, tiene una fuerte tendencia a vivir y crecer, es decir, a fortalecer al sector estatal.
Pero por si algún ingenuo tuviera alguna duda, basta ver su trayectoria: en el cien por cien de los casos promovió el agrandamiento del sector estatal (“para salvarlo”) aumentando su parasitismo sobre el sector privado, en particular, aumentando impuestos. Por ejemplo, en Grecia el FMI llevó a cabo tres “rescates” en 2010, 2012 y 2015 que generó € 260 MM de deuda externa (180 % del PIB), una caída del 27 % del PIB, y con una desocupación que hoy llega al 20 %. Recién en el 2017, terminado el plan del FMI, Grecia logró crecer un tímido 1,4 por ciento. Privatizaciones no existen ni ninguna desregulación importante.
El principal líder opositor, Kyriakos Mitsotakis, de centro derecha, explicaba a ‘El País’ de Madrid que “han sobrecargado la economía con impuestos para batir las metas de austeridad que les fijaban”, además de una tremenda burocracia razón por la que las inversiones externas no vienen y, en general, la inversión ha caído 60 % hasta el nivel crítico del 10 % del PIB, según el Banco de Grecia.
En fin, mientras todos los índices caen vertiginosamente -menos el de la pobreza que sube- con mucho desparpajo al Gobierno argentino no le importa el nivel de actividad pero alimenta el ‘carry trade’ -capitales extranjeros que aprovechan las altísimas tasas de interés del Gobierno y luego vuelven a sus países- para atraer ‘dólares calientes’, de modo de alimentar esta bicicleta financiera que han creado. Esto explica por qué en el sector financiero están tan felices con el FMI, veremos cuánto dura esta felicidad.
ALEJANDRO TAGLIAVINI
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
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