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Se busca un candidato

A quien la sabiduría le dicte los propósitos de un programa de acción de cara a la realidad escueta.

Alberto Parra
Uno, al menos, entre los casi treinta postulados. Autopostulados, quizás por vanidad e inviables en la realidad. Postulados por firmas o alianzas o partidos, no por programas. Postulados ahora para usufructuar después el título altisonante y provechoso de excandidato. Vanidad de vanidades y todo vanidad, dijo la Sabiduría.
Se busca un candidato a quien la sabiduría, más que la inteligencia y menos la astucia, le dicte los propósitos ciertos de un programa de acción de cara a la realidad escueta, no tanto del país geográfico ni de la nación jurídica, sino del pueblo real que habita el territorio de esta patria. Su desventura casi congénita y dramática es la pobreza cruda, más amplia y más profunda que la que miden los índices IDH, Gini, Dane en términos monetarios y desarrollistas. Y es porque las nociones complejas del pobre y de la pobreza no pueden definirse por variables que oscurecen otras incisivas vertientes de sentido:
* En sentido económico, pobre es el carente de recursos monetarios.
* En sentido cultural, pobre es el subyugado por modalidades de vida y de expresión ajenos a los suyos.
* En sentido político, pobre es el violentado y oprimido por los poderes abusivos, el injustamente encarcelado, el desplazado, el refugiado, el reinsertado burlado.
* En sentido clínico, pobre es el enfermo que carga también el drama de su plan de salud.
* En sentido psicológico, pobre es el enajenado, el extrañado de sí mismo ante la bruta realidad.
* En sentido educativo, pobre es el iletrado y equipado con apenas una información técnica y tecnicista.
* En sentido étnico, pobre es el negro, el indígena, el raizal, el impresentable.
* En sentido sexual, pobre es ese y esa etiquetados de anormales.
* En sentido epidemiológico, pobre es el infectado por esta y por todas las pandemias.
* En sentido moral, pobre es el constreñido a conformarse con su suerte o a levantarse en armas contra ella.
* En sentido familiar, pobre es el solo, el triste, el huérfano, la abandonada, la viuda.
* En sentido de género, pobre es la mujer victimizada y excluida y los niños y jóvenes víctimas de sus abusadores.
* En sentido de derecho, pobre es el marginado y pisoteado, sin acceso a la protesta, al diálogo, a la democracia, a la representación.
* En sentido de necesidades básicas, pobre es el que no puede acceder a comida, techo, salud, educación.
* En sentido de desarrollo, pobre es el condenado a no ver actuadas nunca sus potencialidades físicas, espirituales y sociales.
* En sentido ecológico, pobre es aquel a quien se le destruyen su hábitat, su medio ambiente y sus recursos de aire, de suelos, de flora, de fauna.
* En sentido teologal, pobre es el que se cierra a la misericordia y al amor.
* En sentido religioso, pobre es el violentado en su conciencia y a quien se le niega o se le impide buscar y hallar la razón de su sentido histórico y de su último sentido.
Con esos pobres y para esos pobres, que pululan a todo lo largo y ancho de nuestra geografía, es para quienes se busca un candidato para regir los destinos de la patria, más con sabiduría cordial que con inteligencia artificial, más con criterios de humanidad que de escueta economía y capital.
Por desgracia, el país político y la mismísima sociedad civil han sido proclives al vaciamiento de la semántica de la pobreza y de los correlativos lenguajes de la paz social, que hoy resultan privados de su mordiente de significación real. Han suscrito la confusión de la justicia con las obras de caridad, mientras se ufanan de un supuesto Estado social de derecho. Han permitido que el desarrollo humano se piense y se decida en visones economicistas escuetas o en postulados academicistas que, como dijo el otro, más ayudan a contemplar el mundo que a transformarlo. Se busca un candidato.
ALBERTO PARRA
(Lea todas las columnas de Alberto Parra en EL TIEMPO, aquí)
Alberto Parra
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