Entre motosierras y chuspas
Y ella tuvo que ver todo, cada segundo de agonía en su hermano que siempre la protegió.

Aprendí a entender la calma como un ciclo en donde el viento viene y va. Colombia la necesita.
Si se les hace doble clic a esos dolores, tienen mil subtítulos, unos hermosos y otros horrorosos.
Aplaudo y felicito esta primera radiografía profunda realizada por los comisionados y sus equipos.
Si no nos tomamos el tiempo y escuchar, no podremos avanzar hacia un bienestar colectivo.
De repente se oye un totazo, como el sonido de las balas. Nítido, directo, sin obstáculos.
Solo espero que reconozcamos nuestros traumas colectivos para transformar las estructuras violentas.
Es hora de quitarnos las mantas invisibles que hacen crecer el callo de la indiferencia.
Así como el cuerpo grita en sus momentos más vulnerables, también susurra y acepta el silencio.