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Marica, ya

Ya no más, de verdad. Con o sin pandemia, nunca he oído que el país esté bien.

Esta semana vi en la cuenta de Twitter de un periódico nacional un titular que decía que, según el ministro de Salud, las próximas semanas iban a ser muy complejas para el país. Y no sé qué pasó porque, aunque parecía otro de los titulares negativos que vemos a diario en Colombia, no pude más y contesté al tuit con el famoso meme de ‘Marica, ya’. ¿Lo han visto? El que tiene la frase debajo de la cara de una mujer sufriendo y que funciona para quejarse de cualquier situación repetitiva que nos tenga agobiados. Yo no soy de recurrir a memes, menos de contestar tuits, pero esta vez sentí que usarlo servía de desahogo.
Ya no más, de verdad. Con o sin pandemia, nunca he oído que el país esté bien. Todo lo contrario, siempre estamos mal y lo que se viene es peor, una crisis constante que hace que el simple hecho de vivir sea un suplicio. ¿O sea que venimos de un año de porquería y lo que se viene es difícil comparado con lo que ya pasó? ¿Pero qué clase de tarados somos que no podemos con ningún reto que nos pongan? ¿Por qué todo con nosotros tiene que ser machucado, con las uñas, en reversa y con el freno de mano puesto? ¿Por qué seguimos viviendo si claramente no servimos para esto? ¿Por qué más bien no nos extinguimos, de manera que no solo nos liberamos de tanto dolor, sino que de paso dejamos al resto del mundo en paz?
Dejémosle este país a gente que sí sepa aprovecharlo. ¿Qué es esta necesidad de insistir como nación cuando, claramente, no tenemos capacidad para nada? ¿Que en Colombia hay mucho talento? Pues demostrémoslo, porque yo no lo veo. Habrá uno que otro talentoso, pero son los menos, el resto somos una sarta de mediocres sin iniciativa, educación ni futuro.
Es que todo nos queda grande. Ya no digamos asuntos básicos como llevar agua potable a todos los habitantes, sino cosas como tener una red de internet decente, algo que está más que inventado desde hace décadas. Es que se cae hasta con la más leve brisa; quiere uno hablar con alguien que está a dos cuadras, y parece que estuviéramos tratando de comunicarnos con el aparato ese que mandó la Nasa a Marte.
La capital es de las pocas grandes ciudades del mundo sin metro, y nos tomó un siglo construir un túnel que quedó incompleto y mal. Tenemos también un campo rico y diverso que cualquier país envidiaría; una inmensa despensa que parece de adorno porque importamos comida a lo que dan los contenedores, al punto de que el 30 por ciento de los alimentos que consumimos vienen de afuera.
Nada se nos da, ni lo que tenemos a la mano ni lo que se produce lejos, como las vacunas contra el coronavirus. En Estados Unidos ya están vacunando animales de zoológico, mientras que acá es una lucha para que inyecten a los adultos. O sea que en algunos casos es mejor ser un animal en cautiverio en otro lado que un humano libre acá, así de jodidos estamos. Y yo sé que no damos para compararnos con la potencia más grande del planeta, pero ¿por qué todo tiene que ser tan atrasado? ¿Cuál es la vocación de liderar siempre los rankings negativos, el de desplazados, desigualdad y pobreza, por ejemplo?
Por estar tan acostumbrados a la lucha y el sufrimiento es que somos potencia mundial en ciclismo; lo nuestro es luchar contra las adversidades, y mientras más brava sea la cuesta, más duro le damos. Pero ya, suficiente, que hemos normalizado pedalear hasta el desfallecimiento cuando en realidad es una atrocidad.
A mí no me sorprendió la frase del ministro, más allá de que me afectara; incluso me la esperaba. El país está tan golpeado que qué más iba a decir. Lo sorprendente es que hubiera dicho que las semanas que venían iban a ser como un día de playa. Pero ya estuvo bueno, por favor, dejemos de comer mierda creyendo que estamos comiendo caviar. En serio, marica, ya.
Adolfo Zableh Durán
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