No se vive de paisajes
Los paisajes de Colombia alegran el alma, pero no quitan el hambre. Además, vienen de fábrica.

Por hacernos los que nos la sabemos todas y no entender nada es que nos meten goles como Duque.
Los sabores de la niñez han cambiado; a veces es la ciencia, a veces es que nosotros cambiamos.
Lo que se le viene al país podría ser desagradable: sobreprecios, ‘carrusel’ de las vacunas, etc.
No se pide que se obvie el duelo por Trujillo, sino que se muestre dolor por los otros muertos.
Hay en Twitter una cantidad de personas mandando, con ligereza y soberbia, a terapia a otra gente.
Más de medio país reprueba a Duque y él anda como si no existiera oposición y todo marchara bien.
Nuestros gobernantes se eligen a dedo. La política se ha convertido hoy en refugio de mediocres.
Creemos que el salario mínimo es el suelo, pero existe un grueso subsuelo que es mucho peor.
La tristeza es transformable; la rabia, en cambio, carcome, consume tus nervios y flora intestinal.