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Miscelánea de hechos y conductas

Colombia está sufriendo la corrupción con rigor en diversas escalas, cabe aplicarse a erradicarla.

Junto a la catástrofe geológica de México o los 150 años de la Universidad Nacional, parecerían una birria los delitos de magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Colombia en carácter de tales y en pleno ejercicio de funciones específicas. Pero revisten tal gravedad que comprometen el buen nombre y la propia credibilidad de la Rama, así se consideraran excepcionales sus casos. No poco es que el primer imputado hubiera sido su presidente de turno y que como tal hubiera ejercido el cargo en forma capaz de avergonzar “el alma de la toga”.
Los cueros al sol pueden resultar amargos para el país, pero son indispensables, así como el severo juzgamiento y la penalización implacable de las respectivas conductas punibles. Tanto más cuanto acaban de ser elegidos 51 jueces de la Justicia Especial de Paz, de quienes se espera que al menos tengan la primera de las calidades para honrar la confianza pública: ¡probidad! Cortar por lo sano ha sido regla de eficacia invariable. Cuantos no reúnan este requisito ineludible debieran ser desechados.
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Masacres como la perpetrada en la ciudad norteamericana de Las Vegas, mediante disparos indiscriminados de un ‘lobo solitario’ sobre la multitud reunida para escuchar un concierto de música popular, con saldo de 59 personas fallecidas, mediante la utilización de toda clase de armas y calibres, crispa los nervios mejor templados e incita una vez más a que la patria de las libertades, como ella misma se precia de serlo, ponga sin titubeos fin definitivo a la que autoriza el libre comercio de productos o armas letales. Las Farc, en virtud del acuerdo con el Gobierno, han procedido a entregar la totalidad de sus armas a la ONU, con el fin de que sean destruidas.
Aquel dramático y repulsivo episodio no debiera servir, sin embargo, de pretexto para disculpar o exonerar conductas menos crueles e impiadosas, como las que se enmarcan indiscriminadamente en el vocablo genérico de ‘corrupción’. Porque Colombia la está sufriendo con rigor en diversas escalas, cabe aplicarse a ver de erradicarla. Como lo está procurando el Fiscal General de la Nación, enfocando sin titubeos los casos más inquietantes. Entre los cuales llama la atención el de turno, en el departamento de Córdoba, enderezado a saquear sus finanzas, siguiendo las orientaciones de un exgobernador, Alejandro Lyons, con la complicidad del senador Musa Besaile y posiblemente de su hermano, actual gobernador. Corruptelas que pringan también, según se ha comprobado, a miembros de las cámaras legislativas y de los más altos y respetados tribunales. En defensa de la integridad constitucional y moral de estos, cabe ofrecerles entero y eficaz apoyo.
A la prolongada huelga de pilotos de la empresa Avianca no se puede sacarle despectivamente el cuerpo. Por su dimensión y significación reviste importancia y gravedad inocultables. No vaya a suceder lo que pasó con la Fedenal muchos años atrás, cuando de la normal navegación por el río Magdalena dependía la economía colombiana. Sin tomar partido en el actual conflicto, vaya esta reminiscencia a servir de alerta e invitación a acercar a las partes.
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No podría dejar pasar los 150 años de la Universidad Nacional, a la cual debo el título de doctor en Derecho y Ciencias Políticas, sin renovarle eterna gratitud por sus enseñanzas y las reiteradas veces en que me llamó a la docencia en ramos en los cuales me consideró especialmente apto. Pertenecí a la generación a la cual correspondió estrenar la Ciudad Universitaria, con el carácter que esta circunstancia imprimía. Por lo demás, bachiller del Colegio Mayor del Rosario, nunca he ocultado reconocimiento ni admiración a la figura, consejos y lecciones paternales del rector monseñor José Vicente Castro Silva.
ABDÓN ESPINOSA VALDERRAMA
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