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Venezuela

Venezuela: lo que cuesta ir a un concierto de un artista internacional

Centro de Caracas

Centro de Caracas

Foto:Rayner Pena R/EFE

Los economistas coinciden en que es una población pequeña la que puede disfrutar de los eventos. 

Siendo una de las naciones más prósperas entre finales de los 70 y pasados los 80 y 90, Venezuela era epicentro de grandes espectáculos musicales y culturales que comenzaron a desaparecer a mediados de 2012. Queen, Roxette, Guns N' Roses, Aerosmith, Britney Spears, Beyoncé, fueron algunos de los artistas que llegaron al país caribeño.
Luego, la crisis comenzó a golpear a los ciudadanos. La inflación se convirtió en hiperinflación, la pobreza creció, la migración se desbordó y los males se transformaron en una emergencia humanitaria compleja, denominada así por mecanismos humanitarios.  
Los grandes escenarios como el Poliedro de Caracas, inaugurado en 1974, apagaron los reflectores que una vez hicieron brillar a Gloria Gaynor, Tina Turner y a The Jackson Five.
Aún quedan algunas grabaciones de cuando Maluma o Karol G empezaban sus carreras y la televisión venezolana era un paso importante. Al verlos hoy y compararlos con los videos, son casi irreconocibles.
Los años se hicieron más difíciles para los ciudadanos. En 2018,  la inflación fue de 130.060 por ciento; en 2019 se ubicó en 9.585,5 por ciento, y en 2020 el número fue 2.959,8 por ciento.
Pero hoy la economía comienza a respirar y hasta Credit Suisse estima un crecimiento del 20 por ciento, por encima del 8 por ciento que calculan los economistas de la Universidad Católica Andrés Bello.
En marzo, el país salió del ciclo hiperinflacionario en el que estuvo por cuatro años, según datos del Banco Central de Venezuela (BCV) y del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF). Ambos coincidieron en que por 12 meses consecutivos, el país registró una inflación menor al 50 por ciento, requisito para liberarse de la hiperinflación.
La recuperación que se siente en los bolsillos, pequeña pero latente, ha dado paso a lo que algunos ya no estaban acostumbrados: el regreso de la vida cultural y musical al país.
Desde hacía años no se veía en las calles de Caracas afiches con anuncios de conciertos de artistas nacionales e internacionales. El boom fue el grupo colombiano Morat. En un día se agotaron las entradas con un valor que iba desde los 50 hasta los 215 dólares. Esto ocurrió cuando el salario mínimo aún estaba en los 2 dólares.
Entonces, ¿qué pasó?
El economista Orlando Ochoa explica que “Venezuela no se arregló”, tal cual como se dice últimamente, y sus cálculos apuntan que con una población de 28 millones de habitantes, existe un “1% con muy alto poder adquisitivo, son 285.000 personas que llenan restaurantes, tráfico en algunas zonas y conciertos”.
Ahora, el salario mínimo ronda los 40 dólares, luego del decreto presidencial. Pero en el sector privado las estimaciones varían. Según el OVF, un gerente gana 234,7 dólares; profesionales y técnicos 152,7 dólares, mientras que un obrero tiene un sueldo de 100 dólares. Además, las remesas y el trabajo informal siguen siendo una gran fuente de ingresos.
La agrupación Morat tuvo que abrir una segunda fecha para cumplir con su público.
Luego de esto, más nombres están confirmados para pisar la capital venezolana.
Il Divo, Natti Natasha, Cristian Castro, Eladio Carrión, Fonseca y Kany García son algunos de los cantantes que ya pusieron a correr a los venezolanos.
La mayoría de las entradas se han agotado a los pocos días. Los precios van desde los 20 dólares hasta los 5.000 dólares como fue el caso de Sin Bandera y Camila quienes se presentarán en conjunto el 14 y 15 de junio. Ese monto de 5.000 dólares era para un afoto de apenas 10 personas.

La otra cara de Venezuela

Los más jóvenes por primera vez iban a un concierto. Muchos agradecían la presencia de Morat y hasta lloraban de emoción. Algunos con 20 años, jamás habían presenciado a un artista debido a la crisis, la pandemia, y a que nadie venía al país.
Pero la verdad es que no todos pueden ir.
“Es un crecimiento económico desigual”, dice el politólogo Rommer Ytriago, quien hace alusión a que esa puesta en marcha de la economía no está siendo igual para todos. Los sectores más desfavorecidos no están teniendo las mismas oportunidades.
Los artistas nacionales también han retomado sus presentaciones. Las entradas también tienen precios que van desde los dólares hasta los 70 u 80; incluyendo más ciudades y no solo la capital, donde hasta ahora han venido los foráneos. Los aforos son reducidos, de ahí que los precios se eleven. No es lo mismo un aforo de 2.500 personas en la terraza del Centro Comercial Tamanaco que las 14.000 del Movistar Arena de Bogotá. Por ejemplo, en Perú, el boleto más caro para ver a Sin Bandera era de 127 dólares.


“Es un crecimiento económico desigual”

Esa relación desigual contrasta y golpea fuerte. Rosa Campos tiene una hija de 15 años que quiere ver a Natti Natasha quien llegará en mayo.
Los boletos van desde los 30 hasta los 500 dólares. El problema es que Campos trabaja en una institución del Estado y solo gana 40 frente a una canasta alimentaria que ronda los 300 dólares.
El ejemplo de Campos va más allá al revisar cifras como pobreza y desnutrición en el país, aunque la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, dijo que buscarían casa por casa a los niños con esta condición.
La Encuesta de Condiciones de Vida de la Universidad Católica Andrés Bello (Encovi) mostró que el año pasado la pobreza en el país era de 94 por ciento y la seguridad alimentaria se ubicaba en 24,5 por ciento. A finales de marzo se reportó la muerte de niños de la etnia Warao por desnutrición según el último reporte del Observatorio Social Humanitario.
"Venezuela nuevamente aparece en el Global Humanitarian Overview al lado de países que padecen grandes crisis y emergencias humanitarias y requieren con urgencia ayuda internacional. La continua falta de políticas públicas sigue deteriorando la calidad de vida de los venezolanos", escribió en Twitter Miguel Pizarro, comisionado del gobierno interino en las Naciones Unidas.
Además de la alimentación y salud, los servicios públicos tampoco han mejorado. El más reciente reporte del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, muestra que en 12 ciudades 47 por ciento de las personas debe almacenar agua como alternativa debido a la falta de ésta por las tuberías y que solo 27 por ciento del país tiene agua todos los días. Las fallas en eléctricas también siguen presentes al igual que en el suministro de gasolina.
El debate sigue abierto de si Venezuela se arregló o no, incluso algunos migrantes han comenzado a retornar con la esperanza de que sea cierto, pero lo que sí es real es que las salas de teatro han comenzado a abrir sus puertas con más fuerza y se respira un mejor ambiente al menos en la capital.
ANA RODRÍGUEZ BRAZÓN 
CORRESPONSAL EL TIEMPO
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