La preocupación diaria de la gran mayoría de venezolanos se traduce en qué van a poder comprar con el poco dinero que logran ganar. Durante los últimos cuatro años, Venezuela ha estado sumido en una de las hiperinflaciones más largas de su historia, pero todo apunta a que al menos en el primer trimestre del 2022 esta etapa habrá quedado atrás, aunque eso no signifique una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos.
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Si bien el Banco Central de Venezuela (BCV) ha dicho que la nación ya dejó atrás el escenario hiperinflacionario desde diciembre de 2021 al sumar, según sus cifras, 12 meses con un dígito de inflación, para el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) la última variación de precios por encima del 50 por ciento fue en febrero del 2021, por lo que el camino aún no está completo.
En agosto, el OVF reportó un porcentaje de 10,6, mientras que septiembre se ubicó en 9,7 por ciento y desde ahí empezó a la baja hasta llegar a un 6 por ciento.
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El Observatorio explica que esto se debe a que la estabilidad en el tipo de cambio ha influido de manera determinante, pero que a su vez esa dinámica ha significado una caída en las reservas internacionales líquidas del BCV a 171 millones de dólares debido a la intervención en el mercado cambiario para lograr ofertar dólares en efectivo.
En ese sentido, el OVF, que es un organismo independiente, alertó que la moneda (el bolívar) está entrando en un proceso de sobrevaluación que equivale al encarecimiento de los precios de los bienes venezolanos, lo que hace que sectores como la manufactura y el agro tengan rezagos en todas sus actividades.
“Probablemente salgamos de la hiperinflación entre febrero y marzo de 2022, lo cual es una buena noticia”, dice a EL TIEMPO el exdiputado y profesor universitario José Guerra, también integrante del OVF. “Sin embargo, las tasas registradas en los últimos meses siguen siendo elevadas con respecto a los estándares internacionales”, agregó.
Y es que aunque no haya hiperinflación en el primer trimestre, la inflación seguirá alta y “el poder de compra se mantendrá deprimido en 2022”, confirmó Guerra.

Los ajustes monetarios provocaron un encarecimiento de la mayoría de productos.
Cristian Hernández / EFE
El 17 de diciembre, el presidente Nicolás Maduro dijo que este año había sido el mejor en mucho tiempo en “materia económica, comercial, social y política”. Pero, aunque ciertamente hubo un respiro económico, no menor pobreza.
La inflación anualizada, según el OVF, fue de 769 por ciento hasta noviembre de 2021, que si se compara con el mismo período del 2020 sufrió una disminución significativa, pues en el mismo mes de ese año se ubicó en 4.087 por ciento. Todo esto se traduce en que es el noveno mes consecutivo con una tendencia a la baja y por debajo del 50 por ciento.
En ese sentido, el BCV también ha reportado números bajos sobre inflación y el asunto está en que llegar a los 12 meses con la cifra por debajo de 50 por ciento es decir adiós a cuatro años de hiperinflación.
Las proyecciones
Uno de los aspectos importantes en esta posible recuperación económica en Venezuela es que no será sencilla. El PIB cayó alrededor de 80 por ciento sumado al éxodo de migrantes que supera los cinco millones. “Cualquier indicio que diga que Venezuela se arregló debe tener en cuenta que había una previa destrucción. Decir que se detiene la hiperinflación ocurre en un país que nunca debió tenerla”, comenta a este diario el economista Ronald Balza.
Balza cree que no solo se trata de salir estadísticamente de la hiperinflación, sino que hay que tomar en cuenta los problemas de infraestructura y falta de combustible que enfrenta el país. “Que circulen dólares no quiere decir que se esté recuperando la economía. Es posible que se trate de ahorros y eso es un indicador del empobrecimiento de la población. Esa aparente recuperación debe verse con cuidado”.
Precisamente, los bolívares que tienen los ciudadanos se utilizan para comprar dólares y resguardar los ahorros. Las personas tienen varios trabajos y se ayudan con las remesas. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), para acceder a la canasta familiar de noviembre se necesitaban 396,19 dólares, a pesar de que el salario mínimo es de solo 1,45 dólares.

Debido a la alta inflación, las personas cambian los billetes de la moneda oficial por dólares.
George Castellanos / AFP
Desde la Asamblea Nacional (AN) electa en 2020, de mayoría oficialista, se aprobó el presupuesto anual para el 2022 en unos 62.379’454.806 bolívares, y según el Poder Legislativo, del monto total, 76,4 por ciento está destinado a la inversión social.
El OVF ha dicho sobre esto que el país necesita un presupuesto “realista” con medidas concretas para impulsar la economía.
El monto presentado en bolívares significa 13.300 millones, de los cuales 84 por ciento vendrán del ingreso petrolero y de la minería con un endeudamiento de 6.600 millones.
Por su parte, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo ante la AN a finales de diciembre que 2021 había sido un “punto de inflexión” en el modelo rentista y que, justamente por eso, 2022 se perfilaba como un periodo de crecimiento económico. Eso sumado a que, según Rodríguez, habrá una expansión en la actividad minera, social y de producción de medicamentos y agroalimentación.
Pero, ante esta próspera “expansión” en áreas de la economía, el economista José Guerra es reservado y cree que las perspectivas están condicionadas a la mejora de la producción petrolera, la cual si bien se ha venido recuperando lentamente, “no ha sido como se esperaba”, lamenta el experto.
Mientras que las cifras del Gobierno apuntaban a una producción de 1’500.000 barriles diarios, el 2021 cerró en unos 700.000 barriles diarios. “De manera que el desenvolvimiento va a depender de la producción petrolera”, dijo Guerra.
El economista petrolero Rafael Quiroz Serrano cree que si bien la producción ha cerrado con una recuperación, hay una variable para considerar y es el posible superávit que se pudiese presentar debido a la variante de ómicron del covid. Además, pide al Ejecutivo ser realista en cuanto a las metas por alcanzar en la producción de Petróleos de Venezuela (PDVSA).
“En aquel momento les dijimos que eso era utópico e imposible. Venezuela nunca había tenido, ni siquiera en los años más florecientes, un crecimiento interanual tan alto”, explicó Quiroz Serrano.
“Lo cierto es que la derrapante hiperinflación, que comenzó en 2017, poco tiempo después de que el Gobierno iniciara el financiamiento del gasto público en bolívares a través del Banco Central de Venezuela, que colocaba esa base monetaria en PDVSA, y esta empresa a su vez lo gastó”, recuerda el profesor Balza, “saldrá por cuenta del mismo gobierno que la inició. Con tal arbitrariedad, es claro que la pudo detener mucho tiempo antes”.
Un indicador no menor, cuando Venezuela ocupa el segundo puesto a nivel mundial en mantenerse por más tiempo en hiperinflación –el primero es Nicaragua, con 58 meses–, tiempo en el que no solo su infraestructura se vino a pique, sino que también generó un fuerte impacto en diversos sectores como el comercial, el de la salud, la educación y el turismo.
Tan solo hasta 2019, según la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela, cerraron unas 370.000 empresas, poco más de la mitad de las que existían desde hacía 20 años.
ANA RODRÍGUEZ BRAZÓN
Corresponsal de EL TIEMPO
CARACAS
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