Según la Constitución venezolana, cada seis años corresponde hacer elecciones presidenciales. Aunque los comicios en los que se eligió a Nicolás Maduro fueron en abril de 2013, el período presidencial que culmina es el que ganó inicialmente el entonces muy enfermo presidente Hugo Chávez en octubre de 2012, quien falleció cinco meses después.
Así, el principal hecho político que se espera para 2018 en Venezuela son las elecciones presidenciales. A pesar de haber jugado a placer con las fechas de los comicios para elegir gobernadores y luego alcaldes, Nicolás Maduro, como máximo vocero del oficialismo, ha jurado que las presidenciales ocurrirán el próximo año “llueva, truene o relampaguee”.
Pero bajo la dictadura venezolana este proceso está muy lejos de ser una elección normal, por lo que el rompecabezas político del país girará exclusivamente en torno a los términos y condiciones para su organización. El forcejeo entre el oficialismo y una fragmentada oposición ya comenzó y se concentra en tres elementos claves: cuándo se celebrarán, si se organizarán bajo la actual directiva del Consejo Nacional Electoral y quiénes serán los candidatos.
El primer elemento –tiempo– juega a favor de la oposición. Con una Venezuela ahogada en la hiperinflación y la escasez, cada día que pasa sin que se resuelvan los problemas estructurales de la economía y la calidad de vida de los venezolanos juega en contra del oficialismo, que exhibe con pasmosa quietud su ineficiencia. “No es probable que Maduro sea reelecto después del 2.000 por ciento de inflación esperada para 2018”, escribió el presidente de Datanálisis, José Antonio Gil.
Esta es una apreciación que también recogen las últimas encuestas de Venebarómetro, que midió en noviembre que 65,3 por ciento de los venezolanos estima que Maduro debe irse “lo más pronto posible”; y Delphos, que aseguró que si la oposición participa activamente en las elecciones, un candidato unitario podría obtener más de 52 por ciento de los votos.
Consciente de ese rechazo, el oficialismo, que apostó en las elecciones regionales y municipales de 2017 a la desmovilización opositora con resultados muy favorables, estudia hasta cuándo podrá jugar esa misma carta, por lo que maneja como opción convocar las presidenciales entre marzo y julio de 2018. Mientras más temprano revele la fecha menos tiempo tiene la oposición, ahogada en diatribas internas y nombres de posibles candidatos, de recomponerse y escoger una opción unitaria y sólida.
La abstención y desmovilización opositora en las últimas elecciones está estrechamente ligada al único –pero poderoso– elemento a favor del oficialismo, la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE). Sin actualizar el Registro Electoral, haciendo migraciones a última hora de centros electorales, sin permitir observación internacional imparcial, cambiando a destajo los horarios de votación y desoyendo las denuncias de fraude la directiva electoral liderada por Tibisay Lucena ha minado casi por completo la credibilidad de los procesos electorales en Venezuela logrando reducir a mínimos históricos la participación de neutrales y opositores, que ahora ven en votar un acto de legitimación y colaboración con el régimen y no una verdadera elección.
Es por ello que el cambio de la junta directiva del ente comicial es el ‘punto de honor’ de la oposición que se ha sentado a dialogar nuevamente con el régimen de Maduro en República Dominicana en noviembre y diciembre, y que luego de dos rondas consiguió la liberación con condiciones de 44 presos políticos. El 11 y 12 de enero se retoman las conversaciones, pero las expectativas de que el oficialismo ceda en el tema electoral son mínimas.
La propuesta sobre la mesa es que sean dos rectores electorales nombrados por el oficialismo, dos por la oposición y uno neutral, pero la discusión sobre ese punto aún no avanza.
“El Gobierno no está dispuesto a ceder en nada que amenace su estabilidad en el poder”, dijo a El Nacional el abogado constitucionalista y parte del equipo técnico que asesora a la oposición en las conversaciones, Juan Manuel Raffalli. “Hay declaraciones altisonantes de representantes del Gobierno que niegan la posibilidad de cambios comiciales”, dijo.
Se refiere directamente a Diosdado Cabello, el segundo hombre fuerte del régimen y representante de la facción más radical y militarista del régimen. “Aquí no hay nada que negociar”, ha dicho, “acá vamos a elecciones con el mismo CNE”.
Son profusas las muestras de esa indisposición por parte del oficialismo, que poco a poco diseña un proceso electoral a su medida no solo con la inhabilitación de candidatos –como Henrique Capriles– sino con la reciente decisión de la Constituyente impuesta por Maduro de restringir la participación electoral de los partidos que no hayan participado en elecciones anteriores.
Primero Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática, los tres más grandes de la oposición, no postularon candidatos para las municipales tras los desastrosos resultados de las elecciones de gobernadores, donde los ganadores fueron forzados a juramentarse ante la Constituyente so pena de perder sus cargos.
Esto los deja automáticamente fuera de poder postular algún candidato, y a la oposición en un lugar muy vulnerable para escoger un candidato unitario, prácticamente la única fórmula que le podría permitir derrotar al chavismo y su maquinaria electoral.
Del último sondeo de Venebarómetro quedan fuera del juego los que cuentan con más respaldo, Leopoldo López, bajo arresto domiciliario, y Capriles, inhabilitado. Henry Ramos, de Acción Democrática, luce como la opción con más rechazo –incluso por encima de Nicolás Maduro– y Henri Falcón, exgobernador de Lara y exchavista, surge como una tercera opción de fuerza, pero con escasa capacidad de aglutinar a la oposición más dura debido a su pasado y sus coqueteos constantes con el régimen.
Los números tampoco pintan a María Corina Machado como la candidata ideal, a diferencia de Lorenzo Mendoza, el presidente del conglomerado de alimentos Polar, quien luce como el perfecto outsider, lejano a la política y quien ha dicho hasta el cansancio –al menos hasta hace unos meses– que no correrá la carrera presidencial.
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VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas
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