El tiempo alcanzó a los venezolanos. El dilema entre el voto o la abstención que marcó el debate político durante los últimos dos meses se resolverá este domingo, y aunque el presidente Nicolás Maduro cuenta con un amplísimo rechazo entre la población que gobierna, se da casi como un hecho que esta noche consiga extender su mandato por seis años más.
La explicación a esto se encuentra en lo que pinta como el verdadero protagonista de la jornada: el nivel de participación en las urnas. Aunque en Venezuela no hay segunda vuelta ni mínimo establecido de votantes (es decir, si votan diez personas, esas diez eligen), la evidente mayoría opositora está dividida en la estrategia por seguir.
La extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –hoy llamada Frente Amplio Venezuela Libre–, que agrupa a los partidos más votados de la oposición, trazó el camino de la abstención como estrategia para deslegitimar los comicios, que evalúa carentes de garantías mínimas para obtener un resultado justo.
Se paró enfrente el exgobernador Henri Falcón con una postura disidente que marca la otra tendencia, la de aglutinar el voto en su candidatura para lograr el cambio de gobierno. Sobre las condiciones de los comicios, el candidato ha dicho que “son las mismas” que las de las parlamentarias de diciembre de 2015 –en las que la oposición obtuvo abrumadora mayoría– y que una participación masiva supondría un resultado a su favor que no podría ser alterado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), a pesar de su evidente parcialización oficialista.
En ambas estrategias, la clave se concentra en el número de personas que salgan a votar, un dato cuya veracidad muchos ponen en duda de antemano.
Ya ese boletín está listo, que gana Maduro con una chorrera de votos. ¿Usted cree que esa gente del CNE va a poner a ganar a Maduro con 4 o 5 millones de votos?
“Ya ese boletín está listo, que gana Maduro con una chorrera de votos. ¿Usted cree que esa gente del CNE va a poner a ganar a Maduro con 4 o 5 millones de votos?, ¡ni de broma! Y a Falcón menos lo ponen a ganar”, dice un escéptico en la cola para comprar comida, secundado por muchos otros.
Pero los científicos prefieren aplicar la lógica numérica. El presidente de Datanálisis, José Antonio Gil, asegura que las encuestas de su empresa reflejan que la posibilidad de triunfo de Falcón es directamente proporcional a la intención de participación.
Si esta supera el 45 por ciento del padrón electoral –que actualmente es de 20’374.829 inscritos en el Registro Electoral–, Falcón tendría capacidad de hacerse con el triunfo.
“La gente que insiste en no votar está desperdiciando un 79 por ciento del potencial de votos (…) la tendencia es abrumadora a favor de la alternativa democrática”, dijo Gil en una reciente entrevista radial.
Por su parte, la última medición de Meganálisis plantea un escenario en el que la abstención sería de 67,5 por ciento, con una preferencia sobre Maduro de 15,3 por ciento y apenas 6 por ciento para Falcón. Sin embargo, tanto el director de esa firma, Rubén Chirino, como otro de Datanálisis, Luis Vicente León, apuntan a que las encuestas no tienen ninguna relevancia, pues el oficialismo tiene el control del sistema electoral.
“Sin condiciones para los comicios, nadie le va a ganar a Maduro (…), este es un proceso hecho a su medida”, apunta Chirino, quien señala además que Falcón “no es un buen contendor”.
A pesar de no tener efecto real a nivel numérico, el oficialismosabe que una alta abstención tampoco es conveniente en el propósito de relegitimarse, por lo que desde Maduro hasta las autoridades electorales han incentivado la participación incluso con amenaza.
El mandatario ha dicho que solo votando pueden mantenerse los beneficios sociales a los que tiene acceso una parte de la población, como las cajas Clap y los “bonos de la patria”. “Esto es dando y dando, tienen que ir a votar por la Constitución y la democracia”, afirma Maduro. Por su parte, Tibisay Lucena, presidenta del CNE, ha mencionado que se sancionará a quien promueva la abstención. Pero quizá no haga falta alguna sanción concreta, pues el miedo puede jugar su propia partida.
Según Datanálisis, al menos 46 por ciento de la población cree que el Gobierno sabe por quién vota cada persona, lo que constituye tierra fértil para la coacción electoral.
El grueso del análisis político se ha concentrado en apuntar que promoviendo la abstención o el voto, lo único realmente útil para la oposición en esta coyuntura sería actuar unida en un escenario de ‘día después’, bien sea defendiendo a capa y espada el triunfo de su candidato unitario –en caso de que lo hubieran escogido– o llevando a niveles históricos la abstención para quitar el piso político al mandatario.
La comunidad internacional, representada por la Unión Europea, el Grupo de Lima y el Gobierno de EE. UU. apoyan a la oposición decidida a no votar y consideran ilegítima la convocatoria e ilegales las condiciones. Sin embargo, en lo interno, el liderazgo opositor todavía no ubica los pasos que seguirán a partir de mañana, lo que ha dado entre su militancia cierta sensación de orfandad ante el silencio de voces como las de Henrique Capriles, Leopoldo López y Henry Ramos Allup.
Esta falta de unidad y visión ha llevado a que otros opositores como Jesús ‘Chúo’ Torrealba –exsecretario de la MUD– o Bony Pertiñez –defensora de derechos humanos y esposa del preso político Iván Simonovis– endosen su apoyo a la candidatura de Falcón.
Torrealba asegura que no es muy tarde para que la oposición actúe unida, aun después de la jornada de hoy, en la que destaca que Falcón ganará porque la participación superará el 50 por ciento del padrón, y le da a la intención de voto una connotación socioeconómica.
“Los barrios quieren votar más que otros sectores sociales y estos son la mayoría del país, que quieren votar para salir del Gobierno”, dijo en entrevista al diario Panorama. A su juicio, el día después será de lucha, pues “seguimos con los grandes problemas de hiperinflación y tendremos al madurismo como oposición”.
En términos concretos quizá es el politólogo Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, quien explica con mayor sencillez el juego de percepciones que se desarrollará a partir de los resultados.
“Si Maduro es declarado ganador del proceso del 20 de mayo y él o los demás candidatos reconocen tal resultado como legítimo mientras el resto del sector democrático hace silencio, el régimen sale fortalecido y gana. Si el proceso electoral del 20 de mayo se vuelve irrelevante y la legitimidad de Maduro del 21 no es distinta a la que tenía el 19, el régimen pierde. Este es el gran reto que plantea la mayoría democrática”, concluye.
- La convocatoria:
El 23 de enero de este año, la oficialista Asamblea Constituyente convocó las presidenciales para el 22 de abril. Según la Carta Magna venezolana, solo el Consejo Nacional Electoral tiene la potestad de convocar a estos procesos.
- La fecha:
El período presidencial culmina en febrero de 2019, por lo cual las elecciones debieron convocarse en un lapso no mayor de tres meses antes de esa fecha, para evitar solapamientos entre presidente electo y presidente en ejercicio.
- Los contendores:
Debido a cuestionados procesos judiciales, los principales líderes opositores, Henrique Capriles y Leopoldo López, están inhabilitados para participar, al igual que los principales partidos antichavistas.
- Los observadores:
La solicitud hecha a la ONU para que enviara una comisión de observación electoral fue negada por falta de tiempo y condiciones para participar. No fueron invitados los principales organismos internacionales.
- La coacción:
El ventajismo oficial se ha desplegado a través del sistema público de medios. Maduro también ha coaccionado abiertamente la entrega de beneficios a cambio del voto, mensajes que el CNE no ha sancionado.
- Voto en el exterior:
El registro para votar desde el exterior se habilitó entre enero y marzo, lo que dejó dos meses para que los ciudadanos en el extranjero pudieran actualizar su situación. Solo están habilitados para votar 107.284 venezolanos fuera de su país.
Valentina Lares Martiz
Corresponsal de EL TIEMPO
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