En Venezuela crece la incertidumbre por el futuro económico del país, al estar en riesgo de cesación de pagos de su deuda externa. Cuatro claves para entender este suceso.
1. ¿Cuándo ocurre un ‘default’ o cesación de pagos?
Un país es considerado en cesación de pagos o ‘default’ cuando no cumple total o parcialmente con sus acreedores. Esos acreedores pueden ser tanto locales como extranjeros e incluso organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el caso de Venezuela, lo que está en juego son créditos de inversores privados. En lo que queda del año tiene otros vencimientos por un total de unos 1.470 millones de dólares. El año próximo deberá pagar unos 8.000 millones de dólares. Actualmente, las reservas de Venezuela son de 9.700 millones de dólares.
2. ¿Quién declara o constata un ‘default’?
Hay diversas formas de declarar o constatar un default. El Gobierno puede anunciar que no honrará sus pagos y automáticamente incurre en cesación de pagos. El default puede ser también declarado por una agencia calificadora, como Moody’s, Fitch o S&P. Una tercera posibilidad es que un acreedor privado anuncie que Venezuela no le pagó. Y otra opción es que lo anuncie un organismo como el Isda, una entidad situada en EE. UU., que es como un vigía de deudas soberanas.
3. ¿Cuáles son las consecuencias?
La primera consecuencia es que se convierte en un paria de los mercados financieros internacionales. No consigue créditos, y si lo logra, es a tasas astronómicas. Los acreedores, a su vez, pueden eventualmente embargar activos en el exterior. Para Venezuela, lo más importante es la compañía Citgo, ubicada en EE.UU., que refina y comercializa gasolina en ese país. En el plano judicial, queda expuesto a eventuales represalias de países en los que residen los acreedores. El FMI podría promover un rescate, pero esa posibilidad no está siendo considerada. Venezuela aún integra el FMI, pero cortó sus relaciones con el organismo hace diez años.
4. ¿Reestructurar o refinanciar?
Cuando un país cae en default puede refinanciar o reestructurar su deuda. Normalmente, la refinanciación implica un acuerdo entre las partes para, entre otras cosas, modificar plazos, establecer periodos de gracia, etc. En una reestructuración, el deudor, en cambio, impone obligatoriamente las nuevas condiciones al acreedor.
AFP