La oposición venezolana está en un laberinto. La instalación de la Asamblea Constituyente cambia por completo las reglas del juego político. O, peor aún, las elimina de cuajo. Ya el reto no se limita a organizarse para tratar de ganar elecciones. Ahora la disidencia necesita frenar a un régimen cívico-militar que pretende reescribir la Carta Magna y diseñar un Estado a su medida para perpetuarse en el poder.
Para complicar más el panorama, la Constituyente aprobó el sábado adelantar los comicios regionales de diciembre a octubre próximo. Con esta decisión, el presidente Nicolás Maduro empuja nuevamente a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) a la batalla electoral y agudiza sus contradicciones internas.
La MUD justificó su postulación en esos comicios resaltando que “para una dictadura, toda elección en la que se cuente contra otro es calificada como un acto subversivo, y por eso no las hace. Obligado por nuestra lucha y por la enorme presión internacional, el régimen de Maduro se ve forzado a convocarla. Es nuestro deber enfrentarlo”. Igualmente, ratificaron que “el objetivo de la Unidad sigue siendo el mismo: salir de la dictadura cuanto antes”.
A pesar de los argumentos de sus compañeros, la exdiputada María Corina Machado rompió filas. “Mientras la MUD siga en esa ruta, Vente Venezuela no va a seguir siendo parte de esa coalición. La ruta escogida por la MUD es la rendición, les pedimos a los partidos políticos que rectifiquen”, fustigó Machado.
En menos de dos meses, la oposición tendrá que seleccionar a 23 candidatos unitarios, lograr las condiciones electorales que garanticen un proceso confiable, organizar su maquinaria y revitalizar a una militancia que deambula entre el malestar, la frustración y la incredulidad.
El chavismo sacudió el tablero político venezolano a finales de marzo. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) publicó dos sentencias que inhabilitaban a la Asamblea Nacional (AN), que detonan así el conflicto total. Denunciando la “ruptura del orden constitucional” y declarada en desobediencia civil, la oposición se lanzó a la calle a principios de abril para encabezar un “levantamiento democrático” contra Maduro.
Cuatro meses después, Venezuela cuenta más de 120 muertos, unos 2.000 heridos y 676 presos políticos. Maduro no cedió y redobló la apuesta, activando el 30 de julio una constituyente “plenipotenciaria” que amenaza con arrasar a la disidencia. Mientras el régimen chavista avanza como una aplanadora, la MUD deja al descubierto sus carencias y no termina de fijar claramente su hoja de ruta.
“La oposición tiene que redefinir su horizonte estratégico porque estamos ante una situación diferente, signada por la deliberada incertidumbre. El Gobierno pasó a un nivel de violencia política inédito, se puso el uniforme militar”, apunta la psicóloga social Colette Capriles. Además destaca que el gobierno de Maduro resolvió “pagar el costo de convertirse en una dictadura cívico-militar abiertamente”.
La experta en Filosofía Política observa que la Unidad jugó la carta de la ingobernabilidad promoviendo una movilización de “carácter insurreccional”, y al final solo logró la radicalización del régimen, que con el apoyo de la Fuerza Armada Nacional aplastó las protestas e impuso una constituyente.
Ahora faltan las certezas y abundan los interrogantes para la oposición. “¿Cómo mantenerse apegada a los principios democráticos y constitucionales, de los cuales no se puede separar, para confrontar una dictadura? ¿Debe seguir la vía de la erosión progresiva, la acumulación de fuerzas y la construcción de futuro en términos de posibilidades reales o presionar para un cambio de Gobierno de inmediato? ¿Qué capacidad de respuesta se tiene?”, cuestiona la analista.
Capriles sostiene que la MUD necesita superar sus “debilidades organizacionales” y crear un “comando central que tenga la autoridad para construir una línea que genere disciplina”. “Esa coalición que sabe hacer elecciones, tiene que transformarse en una coalición de emergencia, pasar a otro nivel de operatividad”, urge la catedrática.
“Esa discusión estratégica no se ha dado, en los últimos días solo hablamos de las regionales. La MUD requiere un ‘jefe’, alguien que asuma la dirección de esto y nos obligue a dar las discusiones de fondo”, comenta un dirigente consultado por EL TIEMPO. En esa misma línea autocrítica, otro vocero agrega: “No estamos a la altura del momento. La dificultad para tomar decisiones es lo más preocupante, pues nos tardamos mucho y eso nos hace ver débiles ante la opinión pública”.
El diputado Américo de Grazia advierte que la oposición encara una “situación inédita”, marcada por la lucha contra una “narcodictadura con muchas armas de por medio”. El representante de La Causa R considera que la Unidad “no puede abandonar el terreno electoral” porque allí reside su “legitimidad” ante los ojos del mundo.
De Grazia resalta que pese a sus fallas internas, la oposición se ha anotado éxitos relevantes en estos cuatro meses. “Acabamos con la polarización, pues ahora 90 por ciento demanda un cambio de gobierno. Derrotamos la hegemonía comunicacional valiéndonos de las redes sociales. Vencimos a la narcodictadura en el ámbito internacional. Y también le quitamos su legitimidad electoral, tras el fraude en los comicios de la constituyente”, enumera.
El parlamentario admite que la MUD no tiene una “varita mágica” para solucionar la crisis y aclara que “estamos transitando todos los caminos” para reconquistar la democracia. “Esto requiere ingenio, creatividad y mucha combatividad. La ayuda internacional es clave, esta pelea no la ganamos solos, tenemos que hilar mucho más fino”, subraya el asambleísta.
El politólogo Alexis Alzuru opina que el liderazgo de la MUD es víctima de su “incoherencia”. El académico indica que hace cuatro meses la Unidad pidió respaldar su propuesta “insurreccional” para desalojar a Maduro en el corto plazo, y ahora les pide que crean nuevamente en la vía electoral para conquistar las gobernaciones y tratar de llegar a Miraflores.
Alzuru estima que esa “incoherencia” produce un quiebre de la confianza en la base opositora. “El escenario no es el de abril. Ahora la oposición invita a una ruta electoral, pero en inferioridad jurídica y de poder realmente alarmantes, con una constituyente conformada por 545 militantes del chavismo”, expone el investigador.
PEDRO PABLO PEÑALOZA
Para EL TIEMPO
Caracas
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