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Internacional

365 días en pandemia: se cumple un año de la emergencia mundial

Las aerolíneas también deberán restringir los vuelos que salen hacia otros países para evitar un segundo brote de coronavirus en el lugar donde empezó la pandemia.

Las aerolíneas también deberán restringir los vuelos que salen hacia otros países para evitar un segundo brote de coronavirus en el lugar donde empezó la pandemia.

Foto:AFP

Este 11 de marzo es el aniversario de la declaración mundial de la emergencia sanitaria.

Roberto Chalela ha estado desde hace un año en la primera línea de atención de los pacientes con coronavirus en Barcelona, España. Desde el Hospital del Mar, su lugar de trabajo, este neumólogo barranquillero vio cómo empezaron a caer enfermos los primeros pacientes de covid-19 en este centro médico.
“Hace una semana mi vida era completamente distinta”, le dijo Chalela a mediados de marzo de 2020 a EL TIEMPO en una entrevista en la que contó cómo día a día era testigo del ritmo en que la UCI de su hospital se iba llenando poco a poco. Y hace 365 días, exactamente el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al covid-19 como una pandemia.
Para esas fechas, los científicos aún trataban de entender a qué se debía ese extraño brote que había surgido en Wuhan (China) a finales de 2019. Todas las alarmas estaban encendidas porque semanas antes el gobierno chino había ordenado el confinamiento total de la ciudad.
Los más de 11 millones de habitantes de Wuhan estaban desde el 23 de enero bajo una estricta cuarentena. El mundo veía a través de los diarios y la televisión cómo las calles en ese lugar estaban vacías. Solo hombres y mujeres vestidos con trajes blancos de bioseguridad salían a las avenidas para esterilizar las zonas públicas, tratando de borrar los vestigios del covid.

Confiamos en la vacunación y la considero en la gran esperanza para que todo esto acabe

La prioridad absoluta era evitar que el resto del mundo corriera la misma suerte que Wuhan. Pero el virus ya había tomado ventaja. Para finales de febrero, el contagio ya había llegado a Europa: primero a Italia y luego a España. La capacidad que tenía este coronavirus para infectar alarmaba a los médicos y científicos que, como Chalela, trataban de descifrar qué estaba ocurriendo.
Los pacientes más graves necesitaban ayuda artificial para poder respirar y con el paso de los días cada vez más personas llegaban contagiadas a las Unidades de Cuidados Intensivo (UCI). “Es como estar en la guerra”, decían por esas fechas muchos médicos italianos. La mayoría de quienes llegaban a las UCI era en su mayoría adultos mayores, con problemas respiratorios. A los más graves había que intubarlos para ayudarles a respirar. Pero ante la explosión de casos, no había suficientes camas para tanta gente ni ventiladores para ayudarles a respirar a todos.
Para el 11 de marzo de 2020 unas 118.000 personas del planeta ya estaban infectadas con el covid-19. El virus ya había llegado a 114 países a través de pasajeros que viajaban en avión y barco, y los fallecidos por la enfermedad ascendían a más de 4.200. Hoy, el planeta tiene más de 118 millones de casos confirmados y más de 2’500.000 de personas han muerto a causa del virus.
“En nuestro hospital tuvimos 900 casos de infecciones al mismo tiempo. Absolutamente el 100 por ciento del hospital lleno; las UCI triplicadas en su capacidad. Actualmente, nosotros seguimos con nivel de exigencia en la UCI del doble de su capacidad… y así llevamos desde diciembre”, le describió Chalela a EL TIEMPO un año después en una nueva entrevista.
Pero lo cierto es que hace 365 días, cuando la OMS declaró la pandemia, aún no se tenía la dimensión del impacto que esta tendría.
“Ha sido un año complicado”, confesó el médico colombiano. "El hospital en que trabajo también cumplió un año desde que declaró la emergencia hospitalaria por el coronavirus". Chalela cuenta que los profesionales de la salud están desgastados. “Hemos pasado de la euforia y adrenalina a una situación de cansancio, de no saber cuándo se acabará todo esto”. Este médico mencionó que hoy todas las esperanzas están depositadas en la vacunación.
“Confiamos en la vacunación y la considero la gran esperanza para que todo esto acabe. Pero hoy esto ya no es un asunto médico sino político. Solo podremos ilusionarnos con la vacuna, si esta llega a la mayoría de personas y se hace de manera rápida”, dijo.

Para el 2 de abril, media humanidad ya estaba en cuarentena

En Corea del Sur, las medidas también incluyen la desinfección de tiendas de mercado.

En Corea del Sur, las medidas también incluyen la desinfección de tiendas de mercado.

Foto:EFE

El mundo cambió

En pocos meses, el covid-19 cambió la vida tal cual la conocíamos. Cinco días después de la declaración mundial de la pandemia, para el 16 de marzo,  las fronteras de Europa ya estaban cerradas. Alemania, por ejemplo, le pidió a toda su población quedarse en casa. El Gobierno del Reino Unido ordenó evitar todo tipo de contacto social y Francia anunció un confinamiento generalizado.
El Viejo Continente se atrincheró para evitar la propagación del virus. “Todos los viajes entre países no europeos y la Unión Europea quedarán suspendidos durante 30 días”, anunció el 16 de marzo Emmanuel Macron, presidente de Francia. La prioridad era frenar el ritmo del contagio a como diera lugar y salvar la mayor cantidad de personas. En Colombia, el cierre de fronteras se dio el 17 de marzo y la prohibición de la llegada de vuelos internacionales, el 23 de ese mismo mes.
Con estas restricciones y los confinamientos que se estaban decretando en ese entonces en todo el planeta, cientos de miles de turistas y viajeros vieron truncados sus itinerarios. Las aerolíneas dejaron en los hangares todas las flotas, mientras miles de vuelos eran cancelados. Cientos de pasajeros se agolpaban y dormían en las puertas de los aeropuertos esperando un vuelo humanitario que los llevara a casa, cerca de sus seres queridos. Los cruceros que navegaban con turistas no pudieron atracar en puerto con los pasajeros debido al miedo a los brotes que se estaban dando al interior de los barcos. Y, de hecho, muchos tuvieron que vivir por meses en las embarcaciones.
Y mientras el mundo se confinaba, el coronavirus seguía su expansión en todos los rincones. Después de Europa, el virus tomó fuerza en Estados Unidos, India y América Latina, especialmente en Brasil. Las urbes más populosas, como Nueva York, Ciudad de México y São Paulo eran el caldo de cultivo ideal para la propagación del virus. De hecho, la ciudad de Nueva York se convirtió en el primer epicentro del contagio en América para finales de marzo.
Para el 2 de abril, media humanidad ya estaba en cuarentena. 3.900 millones de personas estaban obligados a guardar confinamiento en todo el planeta, según cifras de la agencia AFP para ese mes.
La vida y el trabajo de la gente, para quienes sus oficios se los permitía, había cambiado súbitamente: Los niños ya no podían ir a las escuelas ni salir a jugar a las calles; los saludos afectuosos y las reuniones familiares no eran recomendables.
Y junto al uso obligatorio del tapabocas, el lavado constante de las manos, el distanciamiento social y la limpieza minuciosa de todos los productos que llegaban al hogar se convirtieron en la mejor arma de prevención contra el virus.
Con las restricciones, el virus perdía fuerza. Pero a las pocas semanas de que los gobiernos aligeraran las medidas, el covid encontraba nuevamente la forma para propagarse entre la gente. Fue, por ejemplo, el caso del verano de 2020, a mediados de mitad de año, en donde una segunda ola del virus se sintió con especial fuerza en Europa y Estados Unidos, cuando la gente trató de salir a disfrutar la época de vacaciones.
El 7 de junio, la pandemia superó los 400.000 muertos y avanzaba rápidamente en América Latina. En ese entonces, Brasil se convirtió en el segundo país (por delante estaba Estados Unidos) con más víctimas mortales por covid y el epicentro del coronavirus en la región. Tanto Estados Unidos como Brasil tenían un elemento en común: sus dos presidentes (Donald Trump y Jair Bolsonaro) eran mandatarios que le restaron importancia a la enfermedad, promovieron dudosos tratamientos no avalados y contradijeron las posiciones científicas.
Muchos cayeron en estos falsos dilemas porque se estaban hartando de las restricciones. Las redes sociales estaban inundadas con noticias falsas y confusas sobre el virus y miles salían a las calles a protestar contra las medidas draconianas de los gobiernos.
Al menos cinco distintas vacunas contra el covid-19 ya se aplican en todo el mundo.

Al menos cinco distintas vacunas contra el covid-19 ya se aplican en todo el mundo.

Foto:AFP

La pandemia y la educación

Con todo este panorama, la pandemia también ha dejado una serie de retos y aprendizajes en este primer año. Para el doctor Chalela quedaron tres puntos fundamentales: “Primero, una sanidad universal pública es fundamental para la sociedad. Segundo, hay que invertir en la educación y profesores porque eso nos permitirá tener más científicos mañana. Y tercero, las fuerzas de seguridad, como la policía y el ejército, no solo sirven para mantener el orden, sino también para ayudar en una crisis como esta. Tenemos que prepararnos porque tendremos nuevas pandemias en el futuro”.
Y es precisamente el ámbito educativo otro de los sectores, junto a la economía, que más retos tiene por delante. Un estudio publicado recientemente por la oenegé Save the Children, los niños de todo el mundo han perdido desde el inicio de la pandemia una media de 74 días de educación cada uno, lo que representa más de un tercio del curso escolar.
El análisis, basado en datos de 194 países, estima que los días sin educación de todos los menores afectados ascendieron en total a 112.000 millones a nivel global, una cifra que esconde una brecha entre zonas geográficas de diferentes niveles de desarrollo. Los niños del sur de Asia, América Latina y el Caribe, por ejemplo, perdieron cada uno de media 110 días de educación, casi el triple que el alumnado de Europa Occidental (38 días) y más del doble respecto a otras zonas de Europa y de Asia (unos 46 días).
Ante el fenómeno que está viviendo la educación actualmente, el académico colombiano y exrector de la Universidad Nacional Moisés Wasserman le dijo a EL TIEMPO que los jóvenes de menos recursos son a quienes más ha afectado su formación esta emergencia sanitaria.

La humanidad ya ha atravesado por otras pandemias, y eso no quiere decir que haya acabado con todas esas generaciones durante mil años.

“El impacto que ha tenido (la pandemia en la educación) es inmenso. No solamente en Colombia, en muchas partes del mundo. En nuestro país el impacto lo han sentido sobre todo los niños que menos oportunidades tienen (…) No hay duda que (actualmente) hay un aprendizaje defectuoso en casi todos los ámbitos, en especial en los jóvenes con menos recursos”, explicó Wasserman.
Sin embargo, el académico reconoce que el escenario no es catastrófico. Para él, la sociedad tiene una gran capacidad de recuperación y resiliencia. “La humanidad ya ha atravesado por otras pandemias, y eso no quiere decir que haya acabado con todas esas generaciones durante mil años. La situación ha cambiado, pero no digo que se vaya a establecer de forma permanente (…)”, agregó.
Para revertir los efectos sobre la educación, Save the Children dice que es necesario “invertir en incentivos económicos” para las familias vulnerables y desplegar campañas enfocadas a las niñas, porque “son ellas las que no regresan cuando hay cierres prolongados”.

La caída de la economía

Con el inicio de la pandemia hace un año, millones de personas no pudieron volver a sus puestos de trabajo y los Gobiernos y bancos centrales del mundo tuvieron que anunciar medidas masivas para apoyar la economía. La gente solo podía salir de casa al supermercado, a la farmacia o a pasear a las mascotas, por lo cual la economía del mundo sufrió una desaceleración.
Las restricciones acabaron con la vida social. La industria del entretenimiento prácticamente quebró, los restaurantes se limitaban a los servicios por domicilios y los eventos deportivos tuvieron que ser cancelados, entre ellos los esperados Juegos Olímpicos de Tokio.
El 24 de febrero de 2020 fue el primer día que en que los mercados de todo el mundo dieron el primer aviso serio de la magnitud y las consecuencias que podría tener la entonces incipiente pandemia del covid-19. Ese día, las bolsas europeas se desplomaron por la expansión del virus fuera de China y por la intensidad con la que estaba azotando a Italia. El precio del petróleo se hundió y los inversores buscaron refugio en activos como el oro y la deuda de los países más solventes.
Las principales economías del mundo se vinieron a pique tras este primer año. La de Estados Unidos cayó 3,5 %; la de Alemania, 5 %; España, 11 %; México, 8,5 %; Reino Unido, 9,9 %; Francia, 8,3 %. Sin embargo, una de las principales potencias que vio crecer su PIB fue China, con un 2,3 % positivo.
El economista y profesor de la Universidad Javeriana Guillermo Sinisterra explicó que la crisis sanitaria obligó a las economías a salirse de su zona de confort y tuvieron que empezar a gastar más para enfrentar los efectos que estaba teniendo la pandemia con el virus. “Se asumió que eran unos tiempos aciagos, complicados, y que tocaba hacer cosas distintas. Nadie se fijó en endeudamientos ni en las restricciones para las políticas sociales. Las reglas fiscales se vinieron abajo y el gasto público incrementó”.
En cuanto a los sectores que más han sufrido durante este año de la pandemia, Sinisterra considera que las aerolíneas, los restaurantes y el entretenimiento son los que seguirán con la mayor carga de restricciones mientras la mayoría de la población no esté vacunada.
“Sectores como esos, ya no es que se tengan que reinventar, simplemente se van a enclaustrar y después (cuando todo pase) tratarán de salir a mejorar para reconstruirse”.
La incertidumbre por los casos crecientes de coronavirus en Estados Unidos tiene muy nerviosos a los inversionistas.

La incertidumbre por los casos crecientes de coronavirus en Estados Unidos tiene muy nerviosos a los inversionistas.

Foto:Bloomberg

Política internacional y acceso a las vacunas

La pandemia también ha afectado a la política en el mundo. Carlo Tassara, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Sapienza Università di Roma, el Exernado de Colombia y los Andes, explicó que la pandemia ha tenido dos efectos en el mundo.
En un primer lugar, hubo un estímulo a los nacionalismos, como fue el caso de Estados Unidos (durante la era Trump) y Brasil (con Bolsonaro). Sin embargo, el fracaso de ambos dirigentes en la lucha contra la pandemia sepultó estos aires nacionalistas y le dejó abierta la puerta a la cooperación entre países.
Es precisamente la cooperación la que podría salir ganadora en esta época. Aunque todavía queda mucho por hacer. Tassara destaca, por ejemplo, la iniciativa Covax, impulsada por la OMS, para promover el reparto equitativo de las vacunas para todos los países del mundo.
Quizás uno de los mayores ejemplos de cooperación ha sido la Unión Europea, que con sus 27 países miembros del bloque ha coordinado una serie de iniciativas para salir de la crisis. “La Unión Europea (UE) ha sido capaz de enfrentar de manera coordinada y solidaria la crisis generada por la pandemia, tanto en lo referente a la coordinación en las compras de las vacunas (que fueron efectuadas por la UE en nombre y representación de todos los estados miembros), como también en la coordinación y financiación de las medidas necesarias para la reactivación de las economías de los estados miembros”, explicó.

El fracaso de Trump y Bolsonaro en la lucha contra la pandemia sepultó los aires nacionalistas en el mundo

Este académico también destaca que otro ejemplo de cooperación y como caso positivo la suspensión del pago de la deuda oficial para 76 países del mundo que decidió el G-20 el año pasado, una medida que Tassara cree que probablemente será ratificada para 2021.
“Sin embargo, el nivel de cooperación impulsado por los países occidentales es ampliamente insuficiente. En este contexto, se ha consolidado la ‘diplomacia de las vacunas’, liderada por China, que invierte muchos recursos para hacerle llegar vacunas de producción nacional a un número relevantes de países de menores recursos”, aseveró.
Uno de los puntos que han quedado claros con la pandemia es que el mundo necesitaba una vacuna contra el covid. La ciencia, las farmacéuticas y los gobiernos se volcaron enteramente a desarrollar un tratamiento contra el virus. El 9 de noviembre de 2020, Pfizer, en conjunto con BioNTech, revelaron los resultados positivos de una vacuna, la primera en el mundo occidental. Una semana después, Moderna también reveló su tratamiento efectivo contra el coronavirus y para finales de diciembre, el Reino Unido ya estaba vacunando a su población.
Y la repartición de las vacunas ha sido un asunto fundamental en los últimos meses. La gran demanda de dosis y la aún baja capacidad para producir en grandes cantidades han hecho que los países ricos se queden con la mayoría de dosis disponibles.
La OMS ha hecho un llamado para que haya una repartición más equitativa y justa de las vacunas. Para eso, precisamente, se creó el sistema Covax. A finales de febrero pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución impulsada por el Reino Unido para exigir equidad en el acceso al tratamiento contra el covid, dando señales de una cooperación internacional.
“El voto a favor de la equidad en las vacunas es importante y lo apreciamos", dijo el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. "Pero hay que tomar medidas concretas, como renunciar a la propiedad intelectual de las patentes para aumentar la producción, la cobertura de la vacuna y deshacerse de este virus lo antes posible”, añadió.
Por su parte, Robert Jervis, profesor de Asuntos Públicos e internacionales de la Universidad de Columbia, cree que habrá una cooperación limitada. “Hasta que todos los países ricos estén completamente vacunados, prevalecerá el egoísmo estrecho. Pero los estados están lo suficientemente informados como para darse cuenta de que hasta que todo el mundo esté vacunado, sus propios estados están en riesgo, especialmente porque mientras el virus continúe propagándose mutará”.
CARLOS JOSÉ REYES
REDACCIÓN INTERNACIONAL
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