Los barrios árabes de Jerusalén se están convirtiendo en un “agujero negro”, abandonados y discriminados, mientras avanza la construcción de colonias judías en territorios palestinos ocupados.
Y aunque los vecinos árabes de la ciudad pagan por el mismo sistema fiscal que el resto y son casi el 40 por ciento de la población, apenas reciben el 10 por ciento de las inversiones públicas y hasta el 75 por ciento vive bajo el umbral de la pobreza, 11 puntos más que hace una década.
Los datos se extraen de un informe confidencial de los diplomáticos europeos presentes en Israel, que fue desvelado en primera instancia por el diario francés ‘Le Monde’ y que EL TIEMPO pudo consultar.
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El informe de los jefes de la misión de la Unión Europea en Jerusalén y Ramala asegura que los barrios árabes de Jerusalén –Jabel, Mukaber, Silwan y Wadi Joz– son discriminados por el gobierno israelí, que los mantiene en un estado de abandono y miseria, que “se agravó” en el 2016 y “compromete seriamente la viabilidad de la solución de dos Estados”.
El texto, que está destinado a la ‘canciller’ europea Federica Mogherini y a los cancilleres de los 28 países de la Unión E, denuncia que Israel marginaliza a los más de 315.000 árabes que residen en Jerusalén, un 37 por ciento de la población de la ciudad.
Los diplomáticos consideran que el gobierno israelí intenta que no pasen del 40 por ciento, y para eso aplica medidas como la revolución del estatuto de residentes o la casi imposibilidad de obtener la ciudadanía israelí.
Además, cada vez es más difícil que un árabe consiga un permiso de construcción en Jerusalén, por lo que muchos amplían sus casas de forma ilegal. Eso da la excusa al gobierno israelí para derribarlas y expulsarlos de la ciudad.
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Los diplomáticos europeos calculan que esas demoliciones de hogares árabes en Jerusalén fueron en el 2016 más del doble que en el 2015 y que hay más de 20.000 casas árabes de Jerusalén amenazadas de demolición por haber sido ampliadas sin permisos. El derecho internacional prohíbe las demoliciones de viviendas en territorios ocupados.
Los diplomáticos europeos también piden en su informe que la Unión Europea refuerce la diferenciación que ya hace de los productos israelíes producidos en territorios palestinos ocupados del resto de productos israelíes exportados a Europa. No es un boicoteo, pero se intenta que el ciudadano europeo sepa si está comprando productos fabricados o producidos en territorios ocupados.
La falta de inversiones públicas en los barrios árabes de Jerusalén lleva, según los diplomáticos europeos, a que apenas se recojan las basuras, no haya casi espacios verdes y apenas servicios de urgencia como ambulancias o bomberos.
Los jefes de la misión europea también advierten de la amplitud y aumento de los discursos xenófobos de la derecha radical israelí. Dicen que a pesar de que en el 2016 hubo menos incidentes en la explanada de las Mezquitas –Monte del Templo para los judíos–, el discurso político ultraderechista se banaliza y el primer ministro Benjamin Netanyahu “muestra una mayor tolerancia” hacia esos movimientos.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO
Bruselas