El doctor Hussein es director y pediatra de un hospital del este de Alepo (Siria) que recibe apoyo de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Salió de Alepo hace unas semanas y no ha podido acceder a la zona este de la ciudad tras el cierre en julio de la única carretera que conectaba esa parte de la ciudad con el exterior.
Hussein espera poder regresar a su hospital, desde donde ha estado recibiendo información continua de sus compañeros, tan pronto como sea posible. Hussein narra el impacto de los bombardeos en el centro que dirige y en la atención sanitaria en general en el este de Alepo.
“Solíamos prestar muchos servicios diferentes en nuestro hospital: cirugías, atención pediátrica, cuidados intensivos y medicina interna. Pero los bombardeos del mes pasado en el este de Alepo nos obligaron a centrarnos en los cada vez más numerosos heridos de guerra que suponen casi el 80% de nuestros pacientes en las últimas semanas. Antes del asedio, los hospitales del este de la ciudad solían atender entre 8.000 y 10.000 pacientes al mes. Esta cifra se redujo a la mitad a principios de julio".
El médico continúa diciendo que "además, el perfil de los pacientes cambió y la mayoría de las personas a las que empezamos atender eran heridos de guerra. También recibíamos casos de urgencias pediátricas y generales.
Uno de los principales problemas que vemos en los hospitales es que las unidades de cuidados intensivos (UCI) están sobrepasadas. Algunos pacientes tienen que quedarse en el quirófano porque no hay espacio en las UCI. Los ventiladores y purificadores de aire se estropean y fallan con frecuencia a causa del sobreuso. Un día fallecieron dos pacientes porque el purificador de aire no generaba el oxígeno adecuado".
El doctor Hussein sigue con su relato: "El hospital ha sido dañado tres veces por los bombardeos. El incidente más grave tuvo lugar a mediados de julio cuando los impactos nos forzaron a cerrar el hospital diez días. Casi todos los departamentos resultaron afectados. Tuvimos que trabajar arduamente para reparar y volver a hacer operativos todos los servicios y áreas que pudimos. Sin embargo, el 3 de agosto, y de nuevo, el día 6, los bombardeos en las cercanías del hospital volvieron a dañar el centro. En estos momentos, el hospital sigue en funcionamiento, pero solo puede atender los casos más urgentes. La población tiene miedo de acudir a los hospitales. Los ven como potenciales objetivos. Solo vienen si se trata de una emergencia absoluta. El personal médico del este de Alepo está sufriendo. Los médicos atienden diariamente a muchísimas heridos y tienen que hacer frente a una pesada carga de trabajo, cada médico atiende a una cantidad de pacientes suficiente para dos doctores. El personal sanitario hace frente, como el resto de la población, a la escasez de alimentos y de combustible y no puede cubrir otras necesidades básicas. Los escasos hospitales que quedan en la ciudad son vitales para la supervivencia de la población. Sin ellos se enfrenta a una muerte lenta. Esperamos de verdad que se cree una ruta segura que permita al personal médico regresar a la ciudad y que haga posible introducir suministros médicos y comida”.
Podría aumentar las enfermedades infantilesEn el noreste de Alepo, los niños más pequeños son vulnerables al sarampión, sobre todo cuando se complica con la presencia de desnutrición.
Tras casi seis años de conflicto en Siria, las familias y las comunidades, tanto las que se encuentran en la trayectoria directa de los combates como las que viven tras la línea de batalla, continúan padeciendo brotes epidémicos y dificultades para recibir atención para enfermedades crónicas como diabetes, epilepsia, afecciones cardíacas y otras patologías tratadas previamente. Sin un aumento del acceso a la atención médica, la salud de la población continuará deteriorándose, alerta la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).
De acuerdo con la ONG, hace solo unas semanas, el centro de salud de Sarrin, al noreste de Alepo, recibió 23 niños sospechosos de padecer sarampión. Todos procedían de comunidades ubicadas en las cercanías de los nuevos frentes de batalla. En estas zonas, las tasas de vacunación y el acceso a la asistencia sanitaria resultan extremadamente frágiles.
"El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa y los brotes se producen donde los sistemas de salud y los programas rutinarios de vacunación infantil están ausentes o son insuficientes", explica Vanessa Cramond, responsable de emergencias médicas de MSF. "Los niños más pequeños son particularmente vulnerables al sarampión, especialmente cuando se complica con la presencia de desnutrición o de otras patologías”, añade Cramond.
Para ayudar a contener la propagación de la infección, MSF amplió sus programas de apoyo a las autoridades sanitarias locales en el norte de Siria que llevaron a cabo una campaña de vacunación en anillo (que consiste en inmunizar a los contactos de cada nuevo caso) en la zona este del río Éufrates, al noreste de la gobernación de Alepo. 2.784 niños fueron rápidamente vacunados contra el sarampión en comunidades que sufren las consecuencias de la guerra y de la reciente ofensiva terrestre.
Equipos locales de respuesta sanitaria llevaron a cabo, de forma simultánea, una distribución de emergencia de alimentos y examinaron a todos los niños que participaron en la campaña de vacunación para detectar casos de desnutrición aguda.
Nueve niños fueron diagnosticados con desnutrición aguda severa y recibieron atención médica urgente; otros 30 niños que presentaban desnutrición aguda moderada recibieron tratamiento nutricional. "Menbij no era un lugar seguro, así que decidimos huir con nuestros cinco hijos. Al principio usamos una moto, pero durante la última parte del viaje nos vimos obligados a caminar. Tuvimos suerte de llegar hasta aquí. Los principales desafíos a los que nos enfrentamos son conseguir comida y atención médica. Solo hay una farmacia privada que cuenta con algunos medicamentos, pero no hay médico. Necesitamos vacunas para nuestros hijos", señala una mujer de 27 años originaria de Menbij.
Un desplazado de 51 años procedente del noreste de Abu Qalqal, afirma: "no hay médicos y no tenemos comida. Aquí no podemos movernos con libertad. Todos tenemos miedo. Sueño con regresar a mi pueblo y vivir seguro con mi familia. Una vez que regrese a mi hogar, nunca me iré de allí, pero por desgracia eso solo puede ocurrir cuando no seamos atacados una y otra vez como sucede ahora”.
Tras el desplazamiento del frente de batalla y la ofensiva de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) en Menbij, el número de civiles que huyen de sus localidades hacia el área que circunda el río Eufrates ha aumentado. Tanto los desplazados internos como las comunidades de acogida necesitan ayuda humanitaria urgente.
Desde marzo de 2015, MSF ha trabajado junto a la Administración de Salud de Kobane para recuperar las instalaciones sanitarias básicas, proporcionar servicios ambulatorios, reintroducir los de vacunación, así como crear programas de apoyo psicosocial. En la actualidad, MSF proporciona apoyo a la administración sanitaria local para la apertura de un nuevo hospital de 36 camas en la ciudad Kobane y de ocho clínicas de salud en las zonas vecinas.
Con información de Médicos Sin Fronteras