Dos atentados en menos de dos horas en Damasco mataron el miércoles a al menos 39 personas y marcaron a sangre y fuego el séptimo aniversario de la guerra de Siria, que ha dejado más de 320.000 muertos.
Estas explosiones ocurren cinco días después de que 74 personas perdieron la vida en un doble atentando en la ciudad vieja de la capital siria.
Hacia la 1:10 p. m. (hora local), un kamikaze se hizo estallar en el interior de un edificio que alberga dos tribunales, cerca de la entrada del famoso zoco. “Oí un ruido, miré a mi izquierda y vi a un hombre vestido con una chaqueta militar”, explicó a la televisión pública un hombre que llevaba un parche en su ojo herido.
“En ese momento, levantó los brazos hacia el cielo y gritó: ‘Allah Akbar’ (Dios es grande), y después se produjo la explosión”, añadió.
La explosión tuvo lugar en una hora de mucha afluencia y dejó 100 heridos. Menos de dos horas después, en el barrio de Rabué, en el oeste de Damasco, otro kamikaze “detonó su cinturón explosivo dentro de un restaurante”.
La fuente policial informó de 25 heridos. Entretanto, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) informó que al menos 25 civiles, entre ellos 14 niños, murieron el miércoles en bombardeos sobre la ciudad de Idlib.
Estas muertes recrudecen el terrible balance de seis años de guerra que ha causado más de 320.000 muertos, más de 11 millones de desplazados y refugiados, es decir la mitad de la población antes de la guerra, y ha dejado por los suelos todas la infraestructuras del país.
El último año ha estado marcado por la recuperación total del control de Alepo, la mayor ciudad del norte de Siria, por el ejército nacional, que contó con el respaldo de la aviación rusa, en su ofensiva de finales del 2016. La pérdida de Alepo supuso el mayor golpe asestado por los efectivos gubernamentales a los opositores y propició un alto el fuego iniciado a finales de diciembre y la reanudación del diálogo de paz.
Cuando empezamos a manifestarnos, no esperaba que llegáramos hasta este punto. Pensaba que terminaría en dos, tres meses, un año máximo
Este trágico aniversario coincide con una tercera ronda de negociaciones de paz en Kazajistán, que terminaron sin avances.
“Mis mejores recuerdos de la revolución son de cuando mi ciudad fue liberada del opresor Bashar al Asad”, afirma Abdalá al Husein, de 32 años, un futbolista de Saraqeb, una de las ciudades de la provincia de Idlib.
El conflicto se desató el 15 de marzo del 2011 cuando se produjeron manifestaciones pacíficas tras el arresto y la tortura de estudiantes de los que se sospechaba que habían escrito lemas contra el régimen en las paredes de Deraa. Estas protestas fueron duramente reprimidas y acabaron degenerando en una rebelión armada y luego en una guerra civil, en la que se han visto implicadas fuerzas locales, regionales e internacionales.
“Cuando empezamos a manifestarnos, no esperaba que llegáramos hasta este punto. Pensaba que terminaría en dos, tres meses, un año máximo”, lamenta Abdalá.
La comunidad internacional se mantuvo dividida durante años entre un bloque a favor del régimen, liderado por Rusia e Irán, y un campo favorable a la oposición, encabezado por Estados Unidos, con numerosos países europeos, Turquía y los países del golfo.
Contrariamente a lo que esperaba este segundo bloque, el régimen de Asad logró ganar terreno con el apoyo indefectible y militar de Moscú. Frente a él, la rebelión ha ido mermando por las divergencias internas y se ha visto eclipsada por el auge de los grupos yihadistas, como el Estado Islámico (EI).
Los insurgentes se encuentran hoy en una situación extremadamente débil y marginal, sobre todo tras la pérdida en diciembre del este de Alepo. Por otro lado, la oposición política ya no puede contar ni con el apoyo turco, después de que Ankara y Moscú –hasta entonces rivales– acercaron posiciones a finales del 2016, ni con el respaldo de EE. UU., puesto que la administración de Donald Trump se mostró desinteresada en las pasadas negociaciones en Astaná y Ginebra. Pero el Pentágono anunció que analiza el envío de mil hombres.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a todas las partes implicadas que acaten el alto el fuego que firmaron en diciembre pasado. Pese a ello, “hay hoy en día una voluntad internacional de poner fin a la guerra y el pueblo sirio quiere una solución”, afirma Rami Abdel Rahman, director del OSDH. “Pero las pequeñas guerras continuarán y Siria no será nunca más como antes”, advierte. Porque “no solo se ha destruido la infraestructura, también el tejido social”.
Es más, se teme que Siria, territorialmente hablando, no vuelva a ser como era antes del 2011.
La tercera ronda de negociaciones sobre la tregua en Siria, boicoteada por la oposición armada, concluyó el miércoles en Astaná (Kazajistán) sin ningún acuerdo que pudiera ayudar a consolidar el alto el fuego que rige desde el pasado diciembre.
Aunque el Ministerio de Exteriores del anfitrión Kazajistán anunció que los líderes de algunos grupos armados tenían intención de viajar a Astaná, los tres países garantes de la tregua –Rusia, Turquía e Irán– decidieron dar por terminada la cita sin esperar su llegada. Sin embargo, dejaron en la capital kazaja a miembros de menor rango de sus delegaciones para que puedan reunirse este jueves con los opositores.
“Hay fuerzas que no solo quieren torpedear los procesos de Astaná y Ginebra, sino que desean impedir cualquier posibilidad de diálogo. Hay fuerzas que apuestan por la vía militar para resolver el conflicto sirio”, denunció el jefe de la delegación rusa en las negociaciones, Alexandr Lavréntiev.
El sirio Bashar Jafaari, al frente de la delegación enviada por el gobierno de Damasco, acusó directamente a Turquía de “poner trabas” a las negociaciones y exigió que Ankara “responda como país garante” del alto el fuego por la ausencia de la oposición. El jefe de la delegación opositora, Mohammed Alloush, enumeró el miércoles ocho razones para justificar el boicot, aunque destacó como la principal la evacuación forzosa del barrio de Al Waer, la única zona con presencia insurgente de la urbe central de Homs.
También acusó a Moscú y Damasco de incumplir muchas de sus promesas incluidas en la tregua: cese de los bombardeos contra las posiciones de la oposición, liberación de prisiones o fin de las acciones militares en Guta Oriental.
AFP-EFE
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