La intervención de Turquía en Siria, que comenzó el miércoles con la ayuda de los rebeldes afines a Ankara, busca evitar que su pesadilla de que aparezca un “Kurdistán sirio” se vuelva realidad, estiman expertos.
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Sin embargo, Ankara va a tener difícil frenar las ambiciones territoriales kurdas, a menos que se enfrente militarmente con ellos de forma directa, en especial si quieren hacerse con la ciudad de Al Bab, actualmente en manos del grupo Estado Islámico (EI).
“La cuestión kurda es ahora la principal de las prioridades de (el presidente Recep Tayyip) Erdogan en Siria”, explicó Aron Lund, del Centro de estudios Carnegie Endowment para la Paz Internacional.
“Las facciones vinculadas al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado terrorista por Ankara) se ubicaron en amplias extensiones en el norte”, explicó.
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“Y la perspectiva de un mini-Estado del PKK, financiado por el petróleo y apoyado por EE. UU. en su frontera sur, es una pesadilla para Ankara”, agregó.
Aprovechando el caos de la guerra civil siria que comenzó en el 2011, los kurdos, que representan un 15 por ciento de la población, autoproclamaron en marzo “una región federal” compuesta por tres “cantones”. Hasta ahora controlan un 18 por ciento del país, donde viven dos millones de personas, de las cuales un 60 por ciento son kurdos.
Para Lund, la toma de Manbij en junio, que estaba en manos del EI, y sobre todo la voluntad explícita de los kurdos de avanzar hacia el oeste, fueron las razones que precipitaron la intervención turca.
EE. UU. prometió a Ankara impedir que las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), milicia de mayoría kurda, atraviese el Éufrates hacia la provincia de Alepo (véase infografía). Ayer, el ministro turco de Defensa, Fikri Isik, insistió en que “Turquía tiene todo el derecho a intervenir” si las fuerzas kurdas no se retiran rápidamente al este del río.
“Está claro que la toma de Manbij por las FDS irritó profundamente a Ankara y, desde entonces, Turquía ha actuado para contrarrestar este avance”, estimó Mutlu Civiroglu, experto en temas kurdos.
“Las fuerzas del FDS se alistan para ir a tomar Al Bab, una localidad que es crucial para juntar los cantones de Kobane y de Afrin. Ankara piensa que impedir que las FDS lleguen a Afrin es muy importante para sus intereses. Es en este contexto que hay que situar la ofensiva en Jarabulus”, la ciudad fronteriza entre Siria y Turquía rápidamente arrebatada ayer a los yihadistas.
Entre Kobane y Afrin hay 200 kilómetros. Cuando el 23 de junio los milicianos kurdos entraron en Manbij hicieron un paso importante para concretar la creación de una gran región autónoma kurda en el norte de Siria, que tendría que incluir Al Bab, salvo que Turquía lo impida. “Según creo yo, los kurdos van a perseverar en su sueño y no van a dejarse acobardar”, aseguró Civiroglu.
Un portavoz de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), Redur Xelil, afirmó a AFP que “la YPG está formada por sirios, así que los turcos no pueden imponer restricciones de movimiento a los sirios en su territorio”.
En esta operación, los turcos saben que pueden contar con una neutralidad del régimen de Bashar al Asad, pese a sus otros desacuerdos en el conflicto.
“El gobierno turco se lanzó en la operación de Jarabulus sabiendo que Asad se iba a contentar con una condena simbólica, ya que ambos países consideran a los kurdos como una amenaza”, indicó Civiroglu.
“Es por este motivo que consideran que es necesaria una acción urgente para bloquear los avances de los kurdos y para impedirle que creen una federación”.
Por su parte, Fabrice Balanche, un geógrafo francés experto en Siria, sostuvo que “bloquear el avance de los kurdos no va a ser fácil. Por el momento, la toma de Jarabulus no impide que se unan los cantones kurdos, salvo si Turquía envía sus tanques más al sur, hacia Al Bab”. Pero el experto dijo que duda de que Rusia se mantenga impasible.
“Probablemente hubo un acuerdo entre Rusia y Turquía para una intervención de máximo 15 kilómetros en territorio sirio, pero no más”, indicó.
AFP