Quebrantos de salud propios de más de ocho décadas de vida, una popularidad que parece en caída libre y fuertes rumores –pues no ha pasado de eso– sobre sus deseos de retirarse de la política han puesto de nuevo sobre la mesa el debate sobre el complicado proceso de transición presidencial que tendría que asumir el Estado de Palestina si Mahmud Abás abandonara, por el motivo que fuera, el cargo del hombre más influyente de su país.
Han sido 12 años (desde que sucedió en el puesto al histórico líder palestino Yaser Arafat) en los que ha pasado de todo. Pero últimamente una dolencia coronaria, que lo llevó a ser recluido durante días en un hospital de la ciudad cisjordana de Ramala, donde se le practicó un cateterismo, abre un nuevo capítulo en el que no es claro qué otra figura política podría tener el peso, el carisma y la aceptación popular para llegar a ser su sucesor, en caso de necesidad.
Además, realizar unas elecciones generales que no se han efectuado desde hace más de 11 años y acabar con la actual división interna entre el movimiento islamista Hamás, que domina la Franja de Gaza, y el nacionalista Al Fatah, con el control relativo de Cisjordania.
A lo que se suma, tener el pulso y el pragmatismo para lograr sentarse a la mesa y firmar un acuerdo real de paz con el vecino Israel.
Varios medios locales, entre ellos la agencia de noticias Al Quds y la Red de Noticias Palestina, recalcaron que las primarias celebradas en los primeros días de diciembre por el partido Al Fatah lo primero que buscaban era apartar a los opositores de Abás y señalar a los posibles sucesores del anciano líder. Algo que se conocía tan solo de puertas para adentro y que solo las personas más cercanas a su círculo conocían sobre los deseos del mandatario de retirarse de una vez por todas del panorama político y permitir que su colectividad elija un sucesor.
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La Constitución palestina establece la sucesión presidencial a través de elecciones. El segundo punto del artículo 37 de la Ley Básica es muy claro en ese asunto. En este se estipula que: “Si la oficina del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) queda libre (...), el presidente del Consejo Legislativo Palestino asumirá temporalmente el poder y deberes de la Presidencia de la ANP para un periodo que no sobrepase los 60 días, durante los cuales se llevarán a cabo las elecciones libres y directas para elegir un nuevo presidente de conformidad con la ley”.
Pareciera un panorama despejado, pero en realidad este proceso puede llegar a ser más complicado. “El estado de la política interna palestina pone un gran signo de interrogación sobre la posibilidad de llevar a cabo estas elecciones y pone en duda si el proceso legal de sucesión se llegará a dar”, le dijo a EL TIEMPO Ghassan Khatib, exministro palestino, fundador y actual director del Centro de Medios y Comunicaciones de Jerusalén (JMCC, por sus siglas en inglés). El Consejo Palestino Legislativo (cuyo mandato, eso sí, expiró hace un tiempo) no está funcionando. No ha habido ninguna elección anual de un presidente del Consejo, como es requerido por sus estatutos.
La brecha Fatah-Hamás“La gran mayoría de políticos y facciones políticas no han justificado la celebración de estas elecciones sobre la base de que al hacerlo implicaría consolidar la brecha que existe entre Al Fatah (facción de Abás) y Hamás”, agregó Khatib.
Pero aunque el presidente debe elegirse en las urnas, la realidad es que unos comicios no se celebran desde el 2005, cuando Abás fue elegido por un mandato de cuatro años más y por las fuertes diferencias que existen desde que en el 2007 Hamás expulsó en medio de combates a Al Fatah de la Franja de Gaza.
Para los analistas, las diferencias entre las partes siguen siendo notables. Por una parte, Hamás cree que la ANP no permitirá realizar elecciones en Cisjordania debido a la probabilidad de que Al Fatah pierda, como sucedió en las elecciones parlamentarias del 2006. Por otra, la ANP cree que Hamás no dejará ir a elecciones en la Franja de Gaza porque no tolera ninguna competencia. Es probable, por lo tanto, que acabe siendo el Consejo Ejecutivo de la Organización para Liberación Palestina (OLP), que encabeza Al Fatah, quien acuerde un candidato.
“La realización de unas elecciones es especialmente difícil por dos razones. La primera: la ley dice que el presidente del parlamento sirva como mandatario interino hasta que las elecciones se lleven a cabo dentro de los 60 días siguientes. Actualmente ese puesto lo ocupa Aziz Dweik, miembro de Hamás, y no se sabe si Al Fatah acepte o permita que esto suceda.
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La segunda: Al Fatah tiene una división interna (los que apoyan a Abás o los que apoyan a Mohamed Dahlan, exjefe de seguridad) por lo cual no se sabe qué movimientos puedan estar en acuerdo o en desacuerdo en apoyar a un solo candidato o en cómo seguir adelante”, le explicó a este medio Khaled Elgindy, profesor y miembro del Centro para la Política de Oriente Próximo del Instituto de Políticas Públicas de Brookings, con sede en Washington.
Según Henrique Cymerman, escritor, periodista y corresponsal en Oriente Próximo para destacados medios de habla hispana, “lo que vendrá el día después de que Abás abandone su cargo –ya sea por muerte o renuncia– es una incógnita brutal. Quizás llegue un liderazgo con mayor legitimidad, pero puede ser peor, porque tal vez aparezca un liderazgo más caótico, con más división dentro de Palestina y, por lo tanto, más problemático para tomar decisiones”.
Al preguntarle al embajador de Palestina en Colombia, Raouf al Malki, sobre qué opinaba de esas divisiones internas que no permitirían unas elecciones, fue enfático al explicar que “la propaganda sionista” (movimiento político y nacionalista judío) reitera que aún existe una división entre Hamás y Al Fatah y que esta será insalvable.
“Hay que recordar que la separación (de estos dos partidos) se dio en el 2006 luego del resultado de las elecciones parlamentarias. En ese momento fue Israel quien asfixió el sistema económico y político palestino, para generar así una fractura política. Este era el gran objetivo de Israel, pues luego de la división la propaganda del sionismo utilizó esta fractura una y otra vez como argumento para esquivar una negociación”, explica Al Malki.
“(...) En ese sentido, la amenaza a las elecciones no proviene del sistema de partidos palestinos sino, por el contrario, proviene de Israel y de sus acostumbradas acciones en contra de la paz”, agregó.
La presión internacional, pero especialmente la que proviene de Israel, es otro factor determinante en este proceso.
“Israel siempre seguirá utilizando esto como un mecanismo para eludir su responsabilidad y compromiso. Si Hamás participa en elecciones, Israel dice que no acepta en el sistema político palestino a una fuerza política que a sus ojos emplea el terrorismo. Por lo tanto, no se sienta a negociar. Pero si Hamás no participa en elecciones, Israel dice que la dirigencia palestina está fracturada y en consecuencia tampoco se sienta a negociar”, agregó el diplomático.
“Se ve una intromisión por parte de los Estados árabes vecinos, pero también puede que Israel interfiera en el proceso.
Ellos pueden tratar de evitar que el presidente interino del Consejo Legislativo (de Hamás) asuma el cargo. También pueden, incluso, buscar una solución para evitar que Marwan Barguti, uno de los hombres con mayor posibilidad de reemplazar a Abás, pero quien cumple una condena en una prisión israelí hace más de 14 años, pueda ser elegido como presidente”, explicó Elgindy.
Baraja de posibilidadesEl más reciente sondeo difundido por la agencia Dunia Al Watan, con sede en Gaza, revela la inexistencia de una clara figura sucesorial. El líder con más apoyos es Barguti (lo llaman, algunos, el ‘Nelson Mandela palestino’), un tal vez improbable presidente ya que está encarcelado en Israel por supuestos crímenes cometidos durante la Segunda Intifada. Es más, en las primarias del partido, Barguti fue quien más votos consiguió.
“Si llegara a quedar elegido, Israel tendría que tomar todo tipo de decisiones, como por ejemplo, liberarlo en ese caso. También hay que tener en cuenta que si llega a quedar libre ese popularidad se desgastaría”, afirma Cymerman.
Tras las internas, determinantes para el futuro de los palestinos y del proceso de paz con Israel, ya que este partido es la “columna vertebral” de la OLP, quedó en el segundo lugar Jibril Rajub, un exresponsable de los servicios de inteligencia que se encarga de la federación palestina de fútbol. Tal decisión contrasta con las encuestas que daban en segundo lugar a Naser al Kidwa, miembro del Comité Central de Al Fatah, que cuenta en su currículum haber sido ministro de Asuntos Exteriores, representante de la OLP en la ONU y, sobre todo, ser sobrino de Yaser Arafat. Pero todo parece indicar que eso no es suficiente.
Esa fuente también apunta como posibles candidatos a otros tres pesos pesados de Al Fatah: Taufiq Tirawi, Mohamed Shteyeh y Salam Fayad, pero en realidad no fueron grandes protagonistas en las elecciones. El primero era muy cercano a Arafat, es general y dirigió la Inteligencia en Cisjordania por catorce años (hasta 2008); mientras que Shteyeh procede del campo económico y fue ministro de Vivienda y de Desarrollo y Reconstrucción.
Y Fayad, que como ex primer ministro y economista podría recibir más apoyos del exterior. Sin embargo, no pertenece a Al Fatah y no cuenta con un reconocimiento popular similar al que goza ante los gobiernos extranjeros.
Un sondeo publicado por el Centro JMCC, en septiembre pasado, muestra a Barguti en el primer lugar, seguido del ex primer ministro de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, y de Dahlan, a quien Abás expulsó del partido y lo declaró “persona no grata” en Palestina, por lo que tiene difícil ser designado.
Tanto, que el Tribunal Anticorrupción de Ramala lo condenó a tres años de prisión por malversación de fondos y al pago de una multa de 16 millones de dólares, por irregulares manejos cuando trabajaba para el Gobierno palestino. En el cuarto lugar aparece el aparente favorito de Abás, Saeb Erekat, jefe negociador palestino ascendido el pasado año a secretario general de la OLP (cargo que ostentó Abás por muchos años).
De todas formas, en sus últimas apariciones públicas, como por ejemplo, en el funeral del expresidente israelí, Shimon Peres, en Jerusalén, el pasado septiembre, Abás se vio lúcido y fuerte, sin mostrar ningún signo de debilidad. Mientras todo esto pasa y a la espera de que Al Fatah y Hamás logren ponerse en muchas cosas de acuerdo, lo único claro es que a Palestina le vendría bien un renovado liderazgo que lo encamine a la consolidación de su soñado Estado.
ANDRÉS RUIZ
Redacción Internacional
En Twitter: @ruizandress