El presidente de Israel, Reuven Rivlin, recibió este miércoles en su residencia oficial a Yair Lapid, jefe del partido Yesh Atid (quien encabeza la oposición), y le encomendó la misión de intentar formar gobierno.
En la medianoche del martes, el 'premier' Benjamin Netanyahu le notificó a Rivlin que no había logrado formar coalición en los 28 días que había tenido a su disposición, según lo determinado por la ley, por lo cual le devolvía el mandato.
Rivlin llevó a cabo una nueva ronda de consultas con representantes de los partidos electos a la Kneset (Parlamento de Israel) en los comicios del 23 de marzo.
Un total de 56 diputados recomendaron que el encargo de intentar formar coalición le fuera dado a Lapid. La única alternativa eran las siete recomendaciones a Naftali Bennett, jefe del partido Yemina, de sus propios parlamentarios.
Por ley, no se podía volver a recomendar a Netanyahu porque en el reciente intento fracasó y no pudo formar coalición.
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El líder del partido Yesh Atid, Yair Lapid, entra en la residencia del presidente Reuven Rivlin, en Jerusalén, Israel, el 05 de mayo de 2021.
EFE/EPA/ABIR SULTAN
Y si bien Lapid no tiene la mitad más uno de la Kneset (61 de los 120 escaños), al contar con el número mayoritario de recomendaciones recibió la misión de manos del presidente.
Aunque Netanyahu intenta desde hace semanas fijar en la ciudadanía la idea de que el pueblo lo quería a él de primer ministro, el hecho es que el llamado bloque de cambio, encabezado por Lapid, obtuvo en las elecciones más escaños que el bloque favorable a Netanyahu.
Sin embargo, dada la heterogeneidad del primero, no está claro tampoco ahora que puedan formar gobierno.
La razón es que este bloque que quiere sacar a Netanyahu del poder está compuesto por partidos de izquierda, un partido árabe secular, otro partido árabe islamista, dos partidos de centro y dos de derecha, lo cual complica cualquier combinación.
A ello se agrega un elemento clave: el partido Yemina, de Bennett, quien podría convertirse en 'premier' por un acuerdo de unidad y rotación con Lapid.
Al parecer, si se pacta realmente que Bennett sea el primero en la rotación, se convertiría en primer ministro aunque haya obtenido solamente siete escaños en las elecciones. Y por más que parezca extraño, el sistema político israelí lo permite, ya que lo que cuenta es que se consiga formar coalición.
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La figura de Bennett es central, dado que lo precisan para formar gobierno. “Si no se logra el gobierno de derecha, hay que formar un gobierno de unidad de emergencia”, declaró Bennett este miércoles.
Un gobierno alternativo al actuar, sin Netanyahu al frente, de formarse, sería uno de los más variados –si no el más– en la historia de Israel. La sensación ya ahora es que podría cambiar parte del relacionamiento político con los partidos árabes, pero también podría ocurrir que solo apoyen “desde afuera”.
Por ahora, si Lapid en pocas semanas fracasa, el país podría tener de nuevo elecciones. Lo cierto es que ayer fue un día histórico. Para Rivlin fue la séptima vez que encargó a uno de los diputados la formación de gobierno, lo cual refleja la inestabilidad política de los últimos años. Para Lapid es la primera oportunidad.
JANA BERIS
Corresponsal de EL TIEMPO
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