La imagen de Omran Daqneesh, el pequeño de 5 años inmortalizado en una fotografía –a mediados de agosto– en la que aparece cubierto de sangre y polvo en una ambulancia tras sobrevivir a un bombardeo en Alepo, se convirtió en símbolo de la tragedia humanitaria en Siria, en especial de sus niños.
La cruenta guerra entre los grupos rebeldes y las fuerzas oficiales –que en marzo cumplió 5 años y ha dejado más de 300.000 muertos– tiene a ese país al borde del colapso. Estas últimas, en su afán de tender un cerco en regiones controladas por los primeros, están afectando a la población civil. La familia de Omran es una de las víctimas visibles. Sus padres, una hermana de 8 años y otro de 6 también fueron rescatados bajo los escombros. Pero su hermano mayor, de 10, sufrió heridas en el vientre y murió.
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La foto de Omran, que se hizo viral en redes, llevó incluso a un pequeño de 6 años de Nueva York a escribirle una carta al presidente Barack Obama, en la que le propone adoptar al pequeño sirio. “Querido presidente Obama: ¿te acuerdas del niño cargado en la ambulancia en Siria? Por favor, ¿puedes ir a buscarlo y traerlo a mi casa?”.
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Y es que la guerra siria se ha ensañado con los niños. Se estima que de los más de 300.000 muertos, 15.099 son menores y de los 5 millones de refugiados, más de 2,5 millones son niños. En este país, donde uno de cada 3 menores (casi 3,7 millones) ha nacido desde que comenzó el conflicto, al menos 2,8 millones han dejado de ir a la escuela. Según cifras de Acnur, ONU y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, 8 de cada 10 niños (unos 8,4 millones) han sido afectados por la guerra. Y de cada 10 personas que piden asilo en Europa, 3 son menores.
EL TIEMPO
*Con información del GDA y agencias
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