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Mosul, la dura batalla que decidirá el futuro de Irak
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Según Naciones Unidas, el EI capturó 550 familias para usarlas como escudos humanos en Mosul.

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Thaier Al-Sudani / Reuters

Mosul, la dura batalla que decidirá el futuro de Irak

La lucha por Mosul es como el horizonte que se abre tras las columnas de humo. Crónica.

A lo largo de los 1.000 kilómetros de trincheras que cavaron los ‘peshmergas’ (fuerzas kurdoiraquíes) para defender sus posiciones y repeler los ataques suicidas del grupo Estado Islámico (EI), el frente norte en la ciudad de Bashiqa es la posición más avanzada, que dista tan solo 14 kilómetros de Mosul, punto principal de la discordia.

Desde el jueves pasado (los operativos Empezaron el lunes), las fuerzas kurdas intensificaron su ofensiva para liberar esta localidad estratégica, que es la puerta que conduce a Mosul, en manos del Estado Islámico desde junio del 2014.

Decenas de voluntarios ‘peshmergas’ retirados, ataviados con el típico traje kurdo y colgando de un lado su viejo rifle Kalashnikov, se agolpan en la entrada de una de las oficinas del último puesto de control que lleva a Bashiqa. Un funcionario apunta en una lista sus nombres para participar en la histórica batalla por Mosul.

Arif Mohamed Amín, de 69 años, y sus dos hermanos más jóvenes, de 63 y 59, llegaron de Siran, en la frontera con Irán, para unirse a la liberación de esta ciudad. “Llevamos luchando desde los 80. Hemos participado en la guerra Irán-Irak y en la de Kuwait, en los 90”, explica orgulloso este veterano ‘peshmerga’, antes de agregar: “Ahora lucharemos hasta derramar, si hace falta, nuestra última gota de sangre para liberar la provincia de Nínive (cuya capital es Mosul)”.

Desde pisos más arriba se ven a lo lejos largas columnas de humo blanco que van acompasadas con explosiones de mortero. Con la apertura de este nuevo frente, el asalto para liberar la segunda ciudad más grande de Irak se está coordinando desde el sur, el este y el norte.

“La estrategia es rodear desde todos los lados al grupo EI para que se replieguen en Bashiqa, y entonces atacaremos la ciudad”, explica a EL TIEMPO el coronel Taimur, de la 18.ª División.

(Editorial: La esperada batalla de Mosul)

Las fuerzas kurdas avanzan por caminos de tierra mientras francotiradores del Estado Islámico responden con disparos y proyectiles de mortero para frenar el avance.

Según el mando militar, alrededor de 30 aldeas que rodean a Mosul serán liberadas únicamente por los ‘peshmergas’ y quedarán bajo control de la región autónoma del Kurdistán.

“Los ‘peshmergas’ avanzarán hasta el último puesto de control antes de Mosul y después se retirarán para que las fuerzas iraquíes entren en la urbe”, indica el coronel Taimur.

La participación de la temida Gold Division iraquí, una unidad de lucha contra el terrorismo y entrenada en la guerra urbana, será decisiva para arrebatarle Mosul al EI.

Los líderes kurdos han sido reacios a moverse hacia Mosul sin antes atar un arreglo político entre Bagdad y Erbil. Pero, por otro lado, no quieren perder su influencia y permitir que el ejército iraquí o milicias árabes lleguen primero.

En medio de este juego de rivalidades se encuentra Estados Unidos, que entrena tanto a soldados iraquíes como a fuerzas ‘peshmergas’ y milicias locales suníes (Hashed Al Watani).

(También: Fuerzas iraquíes están cada vez más cerca de Mosul)

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Unos 45 kilómetros al sur de Mosul se encuentra el Centro de Operaciones Conjuntas para la liberación de la provincia de Nínive, en la localidad de Makhmour.

El movimiento es constante. Helicópteros de combate aterrizan y despegan transportando tropas iraquíes o estadounidenses. Nadie habla con la prensa. Todo se mantiene con la máxima confidencialidad. En el centro de operaciones se decide el futuro de Irak.

Las tropas iraquíes, con ayuda de los bombardeos de la coalición internacional, avanzan en el frente sur de Al Qayara. El cielo se vuelve apocalíptico a medida que se avanza a la última línea defensiva del frente de Al Qayara. Desde allí solo hay oscuridad. Espesas columnas de humo negro se elevan desde los pozos de petróleo que han incendiado los yihadistas a unas pocas decenas de kilómetros. De tanto en tanto, una ráfaga de aire trae consigo un fuerte olor a caucho quemado.

El Estado Islámico empieza a sentirse desesperado. “Plantan IED (artefactos explosivos improvisados) en los caminos y colocan explosivos dentro de toda clase de vehículos que un conductor suicida hace estallar para detener a las tropas en su avance”, matiza el coronel Alí, de la División número 15.

(Además: Estado Islámico toma a 550 familias para usarlas como escudos en Mosul)

El coronel toma su teléfono celular y nos enseña una galería de fotos de vehículos suicidas de los yihadistas. Algunos parecen sacados del universo de ‘Mad Max’.

Un grupo de milicianos chiíes subidos en una camioneta pick-up regresa del frente. Detrás viene otra furgoneta con mujeres y niños. Husein, un miliciano chií del batallón de los Mártires de Al Qayara, baja del vehículo con el pelo y la ropa cubiertos de polvo. Antes de saludar toma aliento. “La batalla está siendo muy dura. Todavía quedan algunos yihadistas en Azawi”, indica el combatiente chií.

Husein explica que cuando los hombres de la bandera negra huyen de una localidad se llevan retenidos a las mujeres y los niños a la fuerza para usarlos como escudos humanos en Mosul. “Ellos saben que cuando hay población civil los ataques aéreos de la coalición internacional se reducen”, asegura el combatiente chií. Una información que corroboramos con el grupo de civiles que venían escoltados por los milicianos.

“Nos retuvieron a todas las mujeres y niños porque dijeron que nuestros hombres estaban ayudando a las fuerzas iraquíes a liberar Azawi. Nos subieron a camiones y nos encerraron en una casa”, explica aún angustiada una mujer de unos 50 años de edad, ataviada con pañuelo y túnica negra. “Las fuerzas iraquíes nos han liberado”, grita otra mujer que anima al resto a exaltar las tropas de Bagdad.

De vuelta a Al Qayara, un humo negro envuelve toda la ciudad. La batalla por Mosul es como el misterioso horizonte que se abre tras las columnas de humo negro. Nadie se atreve a vaticinar.

La conquista de Mosul llevará tal vez uno o dos meses, o quién sabe si el futuro inquilino de la Casa Blanca herede de su antecesor la mayor guerra que se predice en Irak desde la invasión de Estados Unidos en el 2003.

ETHEL BONET
Para EL TIEMPO
Erbil (Irak).

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