Miles de personas desesperadas acudieron este lunes al aeropuerto de Kabul para intentar salir de Afganistán, que cayó en manos de los talibanes tras el colapso del Gobierno y la huida al extranjero del presidente, Ashraf Ghani.
La situación en el aeropuerto, cuyas pistas fueron invadidas, empeoró tanto que todos los vuelos, civiles y militares, tuvieron que ser suspendidos este lunes al atardecer, anunció el Pentágono. Sin embargo, en horas de la tarde, según el mayor general Hank Taylor, especialista en logística del Estado Mayor Conjunto del Pentágono, en tierra se encuentran entre 3.000 y 3.500 soldados estadounidenses en Kabul para ayudar a organizar la evacuación de miles de estadounidenses y afganos que trabajaban como traductores y en otras tareas.
Y es que fue necesario enviar tropas, pues ante el fulgurante triunfo de los insurgentes se desencadenaron escenas de pánico y caos. Una marea humana se precipitó hacia el aeródromo para tratar de huir del nuevo régimen que el movimiento islamista radical, de regreso al poder después de 20 años de guerra, promete establecer.
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Videos difundidos en las redes sociales muestran a cientos de personas corriendo cerca de un avión militar estadounidense a punto de despegar, mientras algunos intentan engancharse de sus partes laterales y ruedas. Otros videos muestran a miles de personas esperando en la pista. Grupos de jóvenes se agarraban a las pasarelas o las escaleras, intentando subir a un avión. Tras haber disparado tiros al aire el domingo, las fuerzas estadounidenses abrieron fuego el lunes y mataron a dos hombres “que blandieron armas amenazadoramente”, declaró en Washington un responsable del Pentágono.
La multitud, desesperada, no parecía estar convencida por las promesas de los talibanes de que nadie debía temerles, le afirmó a la AFP un testigo. “Tenemos miedo de vivir en esta ciudad y estamos tratando de huir de Kabul”, le dijo a la AFP desde el aeropuerto otro testigo, Ahmad Sekib, de 25 años, que se escudó en un nombre falso.
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En Kabul, en cambio, el ambiente era más tranquilo que la víspera y las calles no estaban tan llenas de gente. Los talibanes, armados, patrullaban por la capital e instalaban puestos de control. En las cuentas de Twitter que les son favorables se jactaban de haber sido acogidos calurosamente en Kabul. También indicaron que miles de combatientes estaban llegando a la capital para garantizar su seguridad.
Muchos afganos, sobre todo en las ciudades, temen que los talibanes impongan la misma versión ultrarrigorista de la ley islámica que cuando gobernaron su país, entre 1996 y 2001. Los talibanes prometieron que, si volvían al poder, respetarían los derechos humanos, en particular de las mujeres, conforme a los “valores islámicos”. Sin embargo, en las zonas recién conquistadas ya han sido acusados de atrocidades.
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Ahora tenemos que mostrar que podemos servir a nuestra nación y garantizar la seguridad y el bienestar
Tras haber huido del país, Ghani reconoció el domingo que los talibanes habían ganado. Por su parte, en un video en redes sociales, el cofundador de los talibanes, Abdul Ghani Baradar, anunció la victoria. “Ahora tenemos que mostrar que podemos servir a nuestra nación y garantizar la seguridad y el bienestar”, dijo.
La debacle es total para las fuerzas de seguridad afganas, financiadas durante 20 años con cientos de miles de millones de dólares de Estados Unidos.
El movimiento islamista radical inició una ofensiva en mayo tras el inicio de la retirada de las tropas extranjeras, sobre todo estadounidenses. En diez días tomaron el control del país, veinte años después de haber sido expulsados por una coalición encabezada por Estados Unidos debido a su negativa a entregar al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
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El costo para Estados Unidos fue enorme: un estimado de más de 2 billones de dólares y cerca de 2.500 vidas estadounidenses, más de 1.100 vidas de sus socios de la coalición, así como hasta 70.000 bajas militares afganas y casi 50.000 muertes de civiles.
Reacciones del mundoChina fue el primer país que dijo el lunes querer mantener “relaciones amistosas” con los talibanes. El ministerio ruso de Relaciones Exteriores consideró que “la situación en Kabul y en Afganistán se está estabilizando” y que “los talibanes están restaurando el orden público”.
Por el contrario, el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, consideró que “no era el momento” de reconocer al régimen talibán. También calificó su retorno al poder de “fracaso de la comunidad internacional”. Y el secretario general de la ONU, António Guterres, insistió en que “la comunidad internacional debe unirse para asegurarse que Afganistán nunca más sea usado como plataforma o refugio de organizaciones terroristas”.
Guterres dijo que era “esencial que se protejan los derechos de las mujeres y niñas afganas, que tanto costó conseguir”. “Los próximos días serán cruciales. El mundo está mirando. No podemos ni debemos abandonar al pueblo de Afganistán”, expresó.
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La declaración del Consejo de Seguridad pide el fin inmediato de la violencia y “una solución pacífica a través de un proceso de reconciliación nacional liderado por los afganos y que les pertenezca”. Dijo que debe haber un nuevo gobierno “que esté unido, sea inclusivo y representativo, incluyendo la participación plena, igualitaria y significativa de las mujeres”.

Una mujer con burka es vista en un campo de refugiados en Kabul.
Efe
Es una pesadilla para las mujeres que han estudiado, que piensan en un mañana mejor para ellas y las generaciones futuras
Su primera noche bajo el régimen de los talibanes, Aisha Khurram, de 22 años, la pasó sin poder dormir, entre el ruido de las balas y el de los aviones que evacúan a los extranjeros del aeropuerto de Kabul, un día que no olvidará: “En el que se nos partió el alma y el espíritu”.
“Para toda la nación, ver cómo todo se hundía en un instante, fue el fin del mundo”, le confesaba el lunes por la mañana a la AFP esta estudiante afgana, pocas horas después de la entrada de los talibanes en Kabul. Khurram, que representa a la juventud afgana ante la ONU, tenía que haber concluido sus estudios en la Universidad de Kabul en los próximos meses.
Pero el domingo por la mañana, ella y sus compañeros no pudieron volver entrar en el campus y su futuro es más que nunca incierto. “El mundo y los dirigentes afganos abandonaron a la juventud del país de la forma más cruel que podamos imaginar”, explica.
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“Es una pesadilla para las mujeres que han estudiado, que piensan en un mañana mejor para ellas y las generaciones futuras”.
Durante 1996 y 2001, los talibanes en el gobierno impusieron una visión ultraortodoxa de la ley islámica que impedía a las mujeres estudiar o trabajar, salir de casa si no era acompañadas de un miembro masculino de su familia y les obligaban a llevar el burka (velo integral) en público.
Las flagelaciones y las ejecuciones, incluso la lapidación por adulterio, eran prácticas habituales en las plazas y estadios de las ciudades. El miedo reina en Afganistán y el mundo.
REDACCIÓN INTERNACIONAL (*)
(*) Con información de AFP.
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