¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Más Regiones

'Mientras exista un solo esclavo en el mundo la democracia va a estar en deuda'

Guillermo Whpei lidera la lucha contra la esclavitud contemporánea.

Guillermo Whpei lidera la lucha contra la esclavitud contemporánea.

Foto:Archivo particular

EL TIEMPO habló con Guillermo Whpei, quien preside la Fundación para la Democracia Internacional.

El argentino Guillermo Whpei es, desde hace un tiempo, el primer latinoamericano en dirigir la Federación Internacional de Museos de Derechos Humanos, un proyecto que busca promover el respeto por los derechos a través de los museos.
Whpei preside además la Fundación para la Democracia Internacional, una organización que se dedica a la lucha por los derechos y la democracia, y es pionero en la lucha contra la esclavitud moderna y promotor de la cultura de paz.
EL TIEMPO habló con el argentino sobre el estado de la democracia en la actualidad, el avance de la esclavitud contemporánea y su trabajo al frente de la Federación Internacional de Museos de Derechos Humanos.
-Usted preside la Fundación para la Democracia Internacional. Háblenos de los ejes de trabajo de esta fundación y los proyectos más importantes que lideran hoy en día.
Tenemos varios ejes. Por un lado, el desarrollo de programas que tengan que ver con la cultura de paz, fundamentalmente desde la educación.
Esto sumado a las discusiones que tienen que ver con el hambre en el mundo: la concentración extrema de la riqueza y los tres mil millones de personas que todas las noches se acuestan con hambre; y la esclavitud contemporánea, que consideramos que es el mayor flagelo de la actualidad. Hay 50 millones de esclavos en el mundo y mientras exista un solo esclavo en el mundo la democracia va a estar en deuda.
Por otro lado, la Fundación tiene el primer museo para la democracia privado del mundo. Todos los museos de la democracia dependen o de los estados o de las Juntas Electorales, pero este es privado, lo que le da una connotación distinta y una posibilidad de expresión e independencia frente a otros que tienen su voz mucho más condicionada.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO, vea esta publicación aquí).
-En la fundación hablan de la idea de una cultura de la paz que no es solo la ausencia de guerra. ¿Cómo funciona entonces esa cultura de la paz y cómo avanzar hacia ella?
Realmente cuando uno habla de paz no habla simplemente de ausencia de conflicto armado, no. Cuando uno habla de paz tiene que ver con la paz de la comunidad, la paz del vecino, la paz de la convivencia, la paz del entendimiento y de la escucha.

Es muy difícil lograr una cultura de paz sostenible, duradera y con un efecto categórico cuando existen tantas falencias

Y creo que todo está muy conectado. Nuestra región, América Latina, carece absolutamente de desarrollo y es la región más desigual del mundo: existe desnutrición infantil, trabajo esclavo y trabajo infantil. Y es muy difícil lograr una cultura de paz sostenible, duradera y con un efecto categórico cuando existen tantas falencias como la falta de agua potable, la falta de alimento, la falta de vivienda y cuando se presenta el avance progresivo y sistemático de las grandes organizaciones delictivas.
Por eso, nosotros siempre vemos como una gran esperanza el hecho de educar a los jóvenes en lo que tenga que ver con la cultura de paz. Para esa cultura hay que educar desde los más niños a que entiendan que la paz no es gratuita y que la paz se construye día a día en la comunidad.
-Hay una gran cantidad de personas que hoy en día niegan la existencia de la esclavitud contemporánea de la que usted habla. ¿Cómo se vive esa esclavitud en la actualidad?
Cambia sus formas, es más escurridiza, es más invisible, pero está detrás de nuestros hábitos de consumo, detrás del café que consumimos, detrás de la ropa que consumimos y detrás de nuestros móviles. Desafortunadamente la esclavitud está en todo el mundo. En cada continente existe esclavitud: en la industria textil, en la industria pesquera, en la industria de consumo y de comestibles.
Aquellas personas que dicen que la esclavitud no existe es porque, primero, no están informadas. Segundo, piensan la esclavitud como era antes: barcos que venían de África y que traían personas encadenadas. Hoy la esclavitud es mucho más escurridiza, es mucho más invisible ante los ojos del consumo.
Si nos atrevemos solamente a ver lo que está pasando en Catar, por ejemplo, dentro de pocos días empieza el Mundial y hay más de 7.000 muertos en la construcción de la infraestructura: en lo que tiene que ver con carreteras, hoteles, centros de convenciones y en los mismos estadios. Es un mundial donde todo el mundo pierde, el mundial de la vergüenza, y sin embargo se lleva a cabo.
Aquellos que dicen que la esclavitud no existe, que está ausente en el mundo y que es una cosa del pasado, los invito a que solamente googleen ‘Catar esclavitud’ y se van a dar cuenta de lo que estoy hablando.
Balón oficial del Mundial de Catar 2022.

Balón oficial del Mundial de Catar 2022.

Foto:Karim Jaafar. AFP

-¿Y qué respuesta ha recibido usted en esta denuncia sobre la esclavitud en el mundial de Catar? ¿Hay alguna acción al respecto?
Hasta ahora no he tenido ninguna respuesta concreta. Lo hemos intentado junto con Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz; y con Lech Wałęsa, expresidente de Polonia y también Premio Nobel de Paz. Hemos recorrido el mundo denunciando y, sinceramente, hasta ahora las mejorías son muy leves. Solamente recibimos reportes de los países afectados, como Kenia, Nepal, Sri Lanka o Pakistán, de los miles y miles de muertos que se están registrando.
Incluso le llevé nuestro informe que se titula 'Detrás de la pasión' al papa Francisco y tuvo la generosidad de escribirle a Infantino, al presidente de la Fifa, para que podamos reunirnos los tres para esclarecer un poco las violaciones a los derechos humanos en Catar y para que nos diera un poco la esperanza de que el sistema tenía que mejorar. Sin embargo, no tuvimos respuesta.
Ni siquiera al papa Francisco tuvieron la dignidad de responderle cuando envió la carta. Así que nuestra lucha continúa permanentemente. Lo hicimos antes, lo vamos a hacer durante y lo vamos a hacer después del Mundial.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO, vea esta publicación aquí).
-Usted menciona que la esclavitud moderna está en todo y que incluso nosotros somos esclavos de la tecnología y otras cosas más. ¿Por dónde empezar entonces a luchar contra esa esclavitud?
Yo siempre digo que lo que estamos haciendo es muy importante, el poder darle visibilidad a esta problemática y que la gente lo sepa porque sabe qué? Del saber no se vuelve. Cuando uno sabe y entiende que esto existe, que está en el mundo y que está detrás de nuestros hábitos de consumo y entiende cómo se comporta y cómo identificarlo, de ese saber no volvemos.
Si seguimos de la misma manera nos transformamos en cómplices. Cuando lo saben, la mayoría de las personas modifican sus hábitos de consumo y educan a otros para identificar este tipo de problemáticas.
Creo que el hecho de sacar a la luz, por un lado, que esto existe, que está entre nosotros y muy cerca nuestro, y después poder educar para identificar las situaciones de esclavitud es un gran paso para la humanidad.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO, vea esta publicación aquí).
-Además de la deuda que tiene el mundo por cuenta de la esclavitud moderna, ¿qué otras deudas cree usted que tienen la democracia y la humanidad en la actualidad?
El mundo moderno tiene muchos desafíos. El primer desafío, como ya lo dije, son la esclavitud, el hambre y las migraciones forzosas, que en Latinoamérica las vivimos de forma permanente.
La deuda de la humanidad es una deuda que tiene que ver con la transformación de un sistema. Hoy el capitalismo ha hecho del mundo un lugar no muy bueno, un lugar concentrado de riqueza. Es un lugar mezquino y un lugar individualista. Y creo que la deuda es intentar generar un sistema donde el capitalismo sobreviva, pero que sea un capitalismo humanitario: con la gente dentro del sistema, no con la gente fuera del sistema.

La deuda es intentar generar un sistema donde el capitalismo sobreviva, pero que sea un capitalismo humanitario

Hoy no lo vemos. Hoy sabemos que el 10 por ciento más rico del planeta concentra el 90 por ciento de la riqueza mundial y sabemos que eso es inadmisible y lo estamos viendo todos los días a lo largo y ancho del mundo.
Sumado a eso, creo que debemos entender que la democracia es un sistema plural de construcción que siempre está en riesgo. Nosotros en Latinoamérica sí sabemos de esto. La democracia siempre está en riesgo, siempre hay que estar atentos, siempre hay que alimentar la posibilidad de fortificar las bases democráticas.
Y ese desafío no es un desafío temporal, es un desafío permanente, de todos los días, que no solamente se basa en la educación y en la presencia, sino también en la acción.
-Durante esta entrevista usted ha mencionado en varias ocasiones la igualdad e inclusión y por lo que hemos venido conversando parece ser que el mundo realmente está muy lejos de ser un lugar que otorga condiciones de igualdad...
Sí, es verdad. Pero no está todo perdido. Los jóvenes siempre escuchan que está todo perdido, que no hay esperanza, que la política no sirve, que no existe ninguna manera de poder continuar.
Y yo siempre les digo: ustedes pregúntense a quién le conviene que ustedes piensen así, a quiénes le conviene que ustedes piensen que está todo perdido y que no vale la pena luchar. Y siempre son los mismos: al 10 por ciento más rico de la humanidad que está fuera de la política y que maneja los grandes destinos de la humanidad.
Mientras tengamos jóvenes con ganas de luchar, con sueños de grandeza y con la participación ciudadana, siempre hay una esperanza para hacer de este mundo un rincón mejor.
En Paraisópolis, una de las mayores favelas de Sao Paulo, el hambre golpea con fuerza la puerta de miles de familias que reciben donaciones, en la avenida Paulista, en Sao Paulo (Brasil). Un año después del comienzo de la pandemia, las muertes y los casos de covid-19 escalan día a día en Brasil, pero las ayudas para los más pobres no paran de caer.

En Paraisópolis, una de las mayores favelas de Sao Paulo, el hambre golpea con fuerza la puerta de miles de familias que reciben donaciones, en la avenida Paulista, en Sao Paulo (Brasil). Un año después del comienzo de la pandemia, las muertes y los casos de covid-19 escalan día a día en Brasil, pero las ayudas para los más pobres no paran de caer.

Foto:EFE/ Fernando Bizerra

-Guillermo, conversemos sobre la Federación Internacional de Museos de Derechos Humanos que usted preside y que puede ser desconocida para algunos. ¿Cuál es la labor que realiza la Federación?
Los museos, le podría decir que junto con las universidades, siguen siendo un reducto de conocimiento, saber y prestigio que nos ayuda a divulgar, educar y participar con la comunidad en los temas más sensibles y en las problemáticas.
 
Por eso, la federación nuclea casi todos los museos de derechos humanos que hay en el mundo, con el gran desafío de poder mostrar a través de los museos todo este tipo de cosas de las que estamos hablando. Imagínense usted poder mostrar en mil museos de Derechos Humanos a lo largo del mundo una problemática de manera simultánea. Eso es muy fuerte por la cantidad de gente que los visita.
Y es que de alguna manera nosotros estamos para tomar partido. Los museos deben tomar partido y mucho más los de derechos humanos. Y tenemos un gran desafío. No es tarea fácil porque muchas veces los museos están bajo presión de los estados para que tomen ciertas posiciones ideológicas, pero debemos hacerlo.
-Profundicemos en esa importancia que tienen los museos y que muchos pasan por alto. ¿Cómo pueden ser los museos agentes de cambio social y defensores de derechos humanos?
Yo creo que todos los museos son museos de Derechos Humanos, porque todos los museos tienen la posibilidad de educar y tienen una alta participación ciudadana. Imaginemos que solamente en el Prado, o en los museos de Madrid, pasan entre 15 y 18 millones de personas anuales. Entonces son fuentes inagotables de participación.
Ahora, creo que los museos de Derechos Humanos específicamente, como los sitios de memoria, como los del Holocausto, y como tantos otros que definen la cultura de diferentes países del mundo y muestran ciertas realidades, como el Museo de la esclavitud de Liverpool y tantos otros, están para abordar temas sensibles y comprometidos. Y ahí es cuando uno toma partido.
Esa creo que es la gran ventaja, poder instalar dentro de los más jóvenes que el derecho humano es verdaderamente un derecho y no una protesta solamente. Ese derecho que tienen todos los ciudadanos del mundo a tener un acceso a la vivienda, alimentos, agua potable, un medio ambiente sano y, por supuesto, todos esos derechos que el mundo está reclamando como lo vemos en este momento en Irán, en Ucrania y en tantos rincones del mundo que la están pasando realmente mal.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO, vea esta publicación aquí).
-Entonces, ¿cuál considera que es el principal desafío a futuro para los museos de derechos humanos y para la Federación Internacional de Museos de Derechos Humanos?
Creo que el gran desafío es sincronizar los esfuerzos para que todos los museos puedan mostrar las situaciones más incómodas de la humanidad. Que podamos tener la capacidad a través del arte de comunicarnos con la gente y poder mostrarles lo que de otra manera hoy se invisibiliza.
El desafío es decirle a los Estados que deben ser más eficientes y que deben solucionar los problemas de profundidad para que exista una sociedad que sea mucho más justa e inclusiva.
Creo que el rol activo de los museos es justamente mostrar lo que nadie muestra: de la manera más agradable a través del arte, pero con una fuerte presencia donde los derechos humanos deben estar transformando la sociedad.
ANGIE NATALY RUIZ HURTADO
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO

Más noticias

icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO