Fidel Castro dejó de tener responsabilidades en el Gobierno desde el 2006. Se retiró eligiendo ser un “soldado de las ideas”. Sin embargo, para su hermano y sucesor, Raúl Castro, y para una gran mayoría de cubanos, siguió siendo ‘el Comandante’ y líder máximo de la Revolución.
“Fidel es Fidel”, ha repetido en numerosas ocasiones el actual mandatario. De ahí que las honras fúnebres que comenzaron este lunes y concluirán este martes en La Habana con un acto de masas al que asistirán presidentes y dignatarios del mundo tienen características de funeral de Estado. El miércoles se extenderán en cuatro días de caravana por el país para terminar en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Al aeropuerto José Martí de La Habana comenzaron a llegar personalidades y mandatarios que esta noche se darán cita en la emblemática plaza de la Revolución para despedir a Castro. El rey emérito Juan Carlos representará a España. (Lea también: Los últimos 'trajes' de Fidel Castro: las sudaderas Adidas)
Los mandatarios amigos no podían faltar al último adiós. El nicaragüense Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa han dicho “presente”, así como el mexicano Enrique Peña Nieto, el panameño Juan Carlos Varela y una delegación de Vietnam. Otros Gobiernos, como el colombiano y el argentino envían a sus respectivos cancilleres.
La plaza es una de las más grandes del mundo, con 72.000 metros cuadrados. Comenzó a construirse durante el mandato de Batista. Su memorial lleva el nombre de José Martí, representado también en una gran escultura al pie del obelisco, en cuya base miles de cubanos de todas las edades, condición física y estrato social continúan homenajeando a Castro en silencio, y muchos sin poder contener el llanto. (Además: Fidel Castro, el hombre que desafió al 'imperio')
“He venido porque pensaba que debía estar aquí. Él fue una figura mundial y a los muertos, incluso a los enemigos, se les respeta”, expresó a EL TIEMPO Jesús Rodríguez tras presentar sus respetos antes de ir a trabajar.
A la derecha, cubriendo la fachada de la Biblioteca Nacional, una enorme fotografía de un joven Fidel con uniforme de campaña y mochila al hombro en la Sierra domina la explanada que tantas veces se llenó de gente para escuchar sus discursos encendidos.
Era cita obligada de los primeros de mayo, de la misa de Juan Pablo II en 1998, cuando dijo que “Cuba debe abrirse al mundo y el mundo a Cuba”. En el 2009 recibió a artistas internacionales para el Concierto por la Paz. Más tarde, en septiembre del 2015, fue el pontífice argentino Francisco quien la llenó de fieles. Allí Fidel y Hugo Chávez defendieron la necesidad de ampliar el Alba, el grupo regional creado para hacer frente al Alca (tratado de libre comercio) impulsado por EE. UU. (Lea también: Los herederos del poder en Cuba, ahora sin Fidel Castro)
En esas otras ocasiones, la música, las consignas y las banderitas eran la norma. Pero hoy se espera un ambiente muy diferente. Solemne y luctuoso. Que exprese el dolor que sienten muchos isleños.
Todavía no ha trascendido el programa del último tributo de la capital al hombre nacido en Birán, (Holguín), un ‘oriental’ que sin embargo fue habanero de adopción porque vivió aquí desde su juventud. Cabe esperar los cánticos de algún coro, la intervención de Raúl Castro y, probablemente, de otros dirigentes o personalidades para el último adiós a Fidel Castro, pues al parecer, su inhumación tendrá carácter familiar.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
LA HABANA
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