El expresidente Rafael Correa regresó al Ecuador para “rescatar” el proyecto de ‘revolución ciudadana’ que impulsó durante los 10 años de su mandato y separar a los militantes convencidos de su movimiento político Alianza País de los que solo “buscaban un puesto de trabajo o un plato de lentejas”.
Así lo hizo saber al arribar al país, tras siete meses de haberse radicado en Bélgica luego de dejar el poder el pasado 24 de mayo a su copartidario y entonces cercano Lenín Moreno.
Pero las relaciones entre los dos cambiaron y ahora su llegada aviva las pasiones políticas en medio de un panorama de incertidumbre sobre los efectos que tendrá su presencia en el futuro y supervivencia de su movimiento político, Alianza País (AP), actualmente convertido en gobierno y oposición, como consecuencia de la división que ha sobrevenido.
A su llegada, Correa fue recibido tanto por seguidores como por detractores en medio de un tenso ambiente y con la mira puesta en el 3 de diciembre, fecha en la que se realizará la convención nacional del partido, ahora dividido entre correístas y morenistas.
“Correa viene a hacer una encuesta de carne y hueso para ver cómo le va, qué tanta capacidad de movilización conserva, y a partir de ahí todo puede cambiar”, dijo a AFP el analista Esteban Nicholls, de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Ahí es donde se vuelve importante la propuesta de consulta popular planteada por el presidente Moreno, que entre otras alternativas busca eliminar la reelección indefinida, una figura que parece diseñada para frenar a Correa.
Tampoco se descarta una asamblea constituyente en la que Correa podría ser candidato, pero todo dependerá de lo bien que le vaya en la convención, medir qué tan fuerte es aún, ante un presidente que apenas llegó al poder abrió diálogos con los sectores del país que fueron relegados y despreciados por la década de Correa.
“No permitiremos que los traidores se tomen Alianza País”, dijo Correa en la rueda de prensa que convocó, en la cual ratificó que se ratificarán los cargos dentro del partido del excanciller Ricardo Patiño y de la diputada Gabriela Rivadeneira, ambos sancionados por la comisión de ética del partido por destituir hace unas semanas al presidente Moreno como presidente de AP. Ambos bandos han nombrado a sus propias directivas y desconocen las decisiones tomadas por la contraparte.
“Se expulsará a los traidores”, dijo Correa en referencia a Moreno, a quien acusó de “impostor profesional” y del que dice gobierna con la oposición y echa por la borda los logros de sus 10 años de mandato.
Moreno ha cuestionado el manejo económico, el estilo de gobierno, la calidad de las obras y la corrupción de su antecesor. “Los actos de corrupción no son pocos, yo creo que no alcanzaría un gobierno para juzgar los actos de corrupción”, ha venido advirtiendo el mandatario.
Y, en este punto, el dosier del vicepresidente Jorge Glas y su supuesta relación con la multinacional brasileña Odebrecht, por la cual es investigado y está en prisión, es uno de los episodios que ha causado mayor fricción. Según la Fiscalía, habría recibido unos 14 millones de dólares en sobornos.
En relación con la presencia de Correa en el país, Moreno señaló que “nadie debe asombrarse ni extrañarse de que un ciudadano que vive en otro país y comanda a su grupo desde un ático venga al país. Que venga, que venga y haga concentraciones en Quito (…) que venga donde la ciudadanía que de forma respetuosa pero contundente le dirá lo que piensa de los últimos años de su mandato”.
Pero Correa insiste en su teoría de la traición. “Jamás soñamos, ni en nuestras peores pesadillas, que se iba a dar una completa traición a nuestros principios, no solo que se detuvo la revolución ciudadana sino que ha comenzado una verdadera contrarrevolución desde nuestras propias entrañas”, puntualizó durante la rueda de prensa que ofreció.
Jamás soñamos, ni en nuestras peores pesadillas, que se iba a dar una completa traición a nuestros principios
Correa dejó claro el camino que tomará para rescatar su proceso. “Volveremos a nuestras raíces, a la calle, al barrio, a la ciudadanía”, y dejó abierta la puerta para su regreso político en el 2021.
Para el columnista del diario ‘La Hora’ Ugo Stornaiolo, Correa tiene muchos frentes en contra: una economía destrozada, 50 millones no cuantificados por corrupción, el escándalo de Odebrecht, las oscuras negociaciones con China, 117 denuncias de violaciones contra niños en escuelas, agresiones contra periodistas y activistas, la desinstitucionalización del país y el gasto desenfrenado de (alocuciones) sabatinas en medios públicos e incautados. El analista puntualiza en contra del exmandatario que dejó un país dividido y con heridas abiertas, por lo que no se entiende para qué regresa al país.
Para Francisco Herrera Arauz, periodista y politólogo, “gobernar entre venganzas y desquites es la peor de las formas, y los resultados pueden ser funestos para la nación”.
Correa aseguró este domingo que tendría que evaluar si beneficia al país una eventual reunión con su sucesor, Lenín Moreno. Además, en Cuenca (sur) señaló que no tiene previsto reunirse con Moreno. “No he tenido en absoluto planificado reunirme con Lenín Moreno, no tenemos ningún contacto, no era la intención de mi visita”. Pero “estoy dispuesto a reunirme hasta con el mismo diablo por mi patria”, añadió.
ANA LUCÍA ROMÁN
Para EL TIEMPO
Quito
Comentar