A ocho meses de los comicios que decidirán al sucesor de la socialista Michelle Bachelet en Chile, el expresidente de derecha Sebastián Piñera oficializó su intención de volver a pelear por la presidencia, poniendo así fin a cuatro años dedicados a sus negocios privados, ya que la ley le impedía ir a una reelección inmediata.
El anuncio de Piñera, quien aspira a volver a La Moneda en los comicios presidenciales del 19 de noviembre, calienta la campaña electoral en Chile, donde la izquierda está sumida en la confusión, sin un candidato que le haga sombra y con un grave descrédito de la presidenta Michelle Bachelet.
En un discurso en el que arremetió contra las reformas puestas en marcha por Bachelet, a quien le entregó el mando en marzo del 2014, Piñera puso fin la noche del martes a meses de especulaciones para arrancar formalmente con una candidatura que, de acuerdo con los sondeos, es la mejor situada para ceñirse, nuevamente, la banda presidencial, aunque antes tendrá que medir sus fuerzas en unas primarias programadas para julio y que para él parecen ser un mero trámite, según analistas.
En contraste, la confusión reina en la izquierda. La Nueva Mayoría, coalición oficialista que reúne a socialistas, demócratas cristianos y comunistas, se desangra entre al menos media docena de candidatos, sin que ninguno logre hacer mella en la derecha.
En el sector, el mejor posicionado es el senador independiente Alejandro Guillier, con casi 10 puntos por debajo de lo que marca Piñera, quien lidera los sondeos con cerca del 25 por ciento de las preferencias.
Una visión que sus propios dirigentes reconocen. “Es indispensable reencontrar el hilo conductor (...), porque si no lo hacemos, acá va a haber una derrota estratégica muy grave y eso no lo podemos aceptar”, dijo el expresidente Ricardo Lagos (2000-2006). “Una vez que nos ordenemos recuperaremos terreno”, afirmó por su parte Guillier, un periodista que se lanzó recientemente a la política.
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