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Latinoamérica

Cómo se han posicionado los países de América Latina ante la invasión rusa

La respuesta latinoamericana al conflicto ha sido variada.

La respuesta latinoamericana al conflicto ha sido variada.

Foto:AFP

América Latina no está actuando como el "patio trasero" de Washington.

BBC News Canal
Las variadas reacciones de los países latinoamericanos frente al conflicto en Ucrania reflejan las profundas fisuras ideológicas que atraviesan a la región.
Por más que muchos se empeñen en llamar a América Latina el "patio trasero" de Estados Unidos, lo cierto es que la multiplicidad de posiciones de estas naciones frente a la invasión rusa a Ucrania deja ver que Washington está lejos de ejercer una hegemonía absoluta en la conducta del hemisferio occidental frente a esta crisis.
Más aún, las posiciones de los países de la región no están escritas en piedra. En un desarrollo que recuerda los años cumbre de la Guerra Fría, las cancillerías rivales de Estados Unidos y Rusia han lanzado ofensivas diplomáticas para buscar atraer aliados en lo que parece ser el resurgimiento del conflicto global entre la Casa Blanca y el Kremlin.

Washington corteja a los aliados de Moscú

Un grupo pequeño pero relevante de países latinoamericanos ha mostrado su simpatía directa y abierta con la posición de Rusia en el conflicto.
La alianza entre Cuba y Rusia tiene, por supuesto, profundas raíces históricas. Pero en estos días el vínculo entre Caracas y Moscú también despierta atención dentro y fuera de la región.
Venezuela tiene en Rusia a uno de sus pilares centrales de apoyo político y militar.
La nación de Putin juega un papel clave en la maltrecha economía del país sudamericano. Y los aviones cazabombarderos rusos Sukhoi de la fuerza aérea venezolana son tal vez el símbolo más tangible de la cooperación militar entre esas naciones. Por lo que la condena del gobierno de Nicolas Maduro a Estados Unidos y la OTAN por la situación en Ucrania no sorprendió a nadie.
En cambio, ha causado mayúscula sorpresa el anuncio sobre la reunión del 5 de marzo en Caracas entre el gobierno venezolano y enviados del gobierno estadounidense, en un aparente giro de 180 grados frente a la política de Washington de no reconocer a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.
Muchos describen esa reunión como una jugada arriesgada de Washington para intentar garantizar un mayor flujo de petróleo venezolano a Occidente en momentos en que Estados Unidos anunció su decisión de suspender las compras de crudo ruso.
"La Revolución Bolivariana es pragmática", le dice a BBC Mundo el académico venezolano Jose Manuel Puente.
"Ya aceptaron un proceso de dolarización de facto de la economía, aceptando la 'moneda del imperio'", recuerda y asegura que del mismo modo Maduro estaría potencialmente dispuesto a "reducir sus relaciones económicas con Rusia a cambio de normalizar en algo sus relaciones con Estados Unidos".
Sin embargo, Puente duda que, dada la alicaída producción petrolera venezolana, ésta pudiese compensar en el corto plazo la eventual salida del mercado mundial del crudo ruso.

¿Los incondicionales?

Está por verse si Estados Unidos consigue el golpe diplomático de una realineación de Venezuela hacia su bando.
Pero la diplomacia rusa no se queda quieta. Casi al tiempo que los enviados estadounidenses llegaban a Caracas, circulaba en redes sociales un video mostrando la visita del embajador ruso Sergey Mélik-Bagdasárov a una asamblea del gobernante Partido Socialista Unificado de Venezuela, y una multitud celebrando su llegada con cantos de "Rusia, amigo, Venezuela está contigo".
Es previsible también que los enviados rusos miren con interés la situación en Colombia, un país que ha estado entre los incondicionales de Estados Unidos en lo que va de la actual crisis.
El gobierno de Iván Duque ha sido claro desde el comienzo acerca de dónde están sus lealtades. El pasado 24 de febrero, el mandatario tuiteó casi inmediatamente después del comienzo de la invasión, condenando el accionar ruso y expresando su apoyo al gobierno ucraniano.
Pero, en la medida en que la crisis en Europa Oriental prosiga, no es claro que esta alineación perdure intacta.
Colombia está en plena campaña electoral y el 29 de mayo elige nuevo presidente.
Entre los más opcionados está el dirigente izquierdista Gustavo Petro, de quien muchos esperan una posición más distante frente a Washington.
"Qué Ucrania ni qué ocho cuartos..!" fue la sonora expresión que usó Petro cuando le preguntaron sobre su posición frente a la crisis. El aspirante presidencial insiste en que Colombia tiene muchos problemas internos como para inmiscuirse de cualquier manera en el conflicto europeo. Y hasta el momento no ha condenado explícitamente la invasión.
En cambio, varios candidatos de la derecha advierten que Colombia enfrenta un riesgo directo a su soberanía nacional por cuenta de la cercanía de Venezuela con Rusia en el contexto de la crisis actual.
Otros gobiernos en América Latina son vistos como cercanos a la posición de Washington.
Fue clara y explícita la condena a Rusia por parte del gobierno ecuatoriano liderado por Guillermo Lasso.
Del mismo modo, Uruguay estuvo entre los primeros en condenar la agresión en Ucrania.
Y para sorpresa de algunos, el presidente electo chileno Gabriel Boric, ha estado entre los que expresan rechazo a la posición de Moscú, pese a la reticencia de algunos miembros de su coalición izquierdista, tradicionalmente recelosos a ser vistos como cercanos a Washington.

Condenas con claroscuros

En estricto sentido, casi todos los gobiernos latinoamericanos han dejado sentado su reproche, al menos formal, a la invasión rusa a Ucrania. En la reciente votación de la asamblea general de Naciones Unidos, la mayoría de ellos apoyaron una resolución pidiendo el retiro inmediato de las tropas rusas.
Se abstuvieron Nicaragua y Cuba, así como El Salvador y Bolivia. Venezuela no participó por estar atrasado en sus pagos de cuotas al organismo internacional.
Esta votación daría superficialmente a entender que muchos de los "pesos pesados", las naciones más grandes de la región como Brasil, México o Argentina, han sentado su posición. No obstante, analistas de la región advierten que hay claroscuros en la supuesta condena generalizada a Moscú.
En México, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha negado a imponer sanciones económicas a Rusia, insistiendo en que quiere mantener buenas relaciones con "todos los gobiernos del mundo". México sostiene un intercambio comercial con Rusia que llegó a US$ 2.100 millones en 2019.
En Brasil, entre tanto, el presidente Jair Bolsonaro, quien estuvo visitando al líder ruso Vladimir Putin días antes de estallar el conflicto y en otras oportunidades ha dejado entrever alguna simpatía por el líder ruso, dijo el 27 de febrero que su país se mantendria "neutral" en el conflicto.
Algunos comentaristas brasileños han discutido la aparente contradicción entre los diplomáticos brasileños de carrera y el presidente.
Un editorial publicado el 26 de febrero en UOL, uno de los principales medios brasileños, aseguraba que "tanto estadounidenses como europeos piensan que existe en la cancillería brasileña, un foco de resistencia a las ideas bolsonaristas, y que esa podría ser una manera importante de construir una relación [con Occidente] basada en los principios del derecho internacional".
Algunos medios argentinos han hecho reparos similares a la posición de su gobierno frente al conflicto.
Al igual que en Brasil, la cancillería argentina también ha enviado muestras formales de desaprobación frente a la invasión, pero los críticos del presidente Alberto Fernández creen ver algo de vacilación en su oposición a Rusia.
El 23 de febrero, justo antes de la invasión, el columnista Joaquín Morales Sola escribía en el diario argentino La Nación una columna hablando de lo que el denominaba "fascinación kirchnerista" [refiriéndose a los seguidores de la influyente vicepresidenta y ex jefa de estado Cristina Fernández de Kirchner] en el actual gobierno argentino por la figura de Vladimir Putin.
Y el 28 de febrero, otro columnista, esta vez Héctor Gambini en el diario Clarín, hablaba de la ambivalencia en la política exterior del presidente Fernández frente a Rusia.
¿De vuelta al pasado?
Desde la Guerra Fría del siglo XX no se veía una competencia semejante entre Moscú y Washington para asegurar lealtades en la región.
Algunos dirán que los países latinoamericanos pueden aprovechar para buscar extraer concesiones de uno y otro en temas políticos, económicos y militares.
Los más pesimistas advierten que dividir a América Latina en dos bandos geopolíticos solo aumentará los riesgos de conflicto en el continente.
Unos y otros concuerdan en indicar que, para bien o para mal, una guerra en la distante Ucrania tiene el potencial de cambiar de manera sustancial la realidad latinoamericana.
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