Alberto Salcedo y Diego Campobarrera miran hacia arriba sin parar. En el piso cuarto de la avenida Álvaro Obregón 286, en las oficinas comerciales de Zara, trabaja su primo. En el lugar, aplastado casi por completo, aún hay 13 personas atrapadas. Y ellos miran, esperando a que los rescaten con vida. “Como la alarma sísmica no sonó al momento, los agarró el temblor. No les dio tiempo de evacuar”, cuenta Diego conmovido.
Desde el martes están frente al edificio, en vigilia. “Hay mucha gente muy solidaria, gente que se presta para ayudar, pero ya no quisieron más adentro porque si quitaban piedras o las movían, podían hacer que el edificio colapsara del todo”, dice.
Arriba se ve a un grupo de militares y ‘topos’, el equipo de rescatistas especializados en derrumbes que surgieron a partir del sismo de 1985. En la noche lograron rescatar a cuatro personas de ese piso y a 19 en total en todo el edificio. La última en salir les dijo que adentro aún había 13 personas con vida. “Se contaron entre ellos y algunos se han estado comunicando con sus familiares desde adentro, pero desgraciadamente con nosotros no”, dice Alberto ya al borde de las lágrimas. “Hay mucha esperanza, sabemos que él está ahí”, añade.
México amaneció el martes contando las víctimas del sismo de 7,1 grados que el martes sacudió al país. Son 225 en total: 94 en la Ciudad de México, 71 en Morelos, 43 en Puebla, 12 en Estado de México, 4 en Guerrero y una más en Oaxaca. Pero no son solo números, en cada esquina hay una historia que conmueve y cada avance de los rescatistas se vive como una victoria.
En la escuela Enrique Rébsamen, en Coapa, un grupo de 50 niños se quedó atrapado mientras trataban de evacuar el edificio.
En un edificio de la calle Ámsterdam, Sergio logró salir con vida luego de estar 22 horas atrapado. Una mujer aún hace sonar el claxon de un auto atrapado bajo la construcción que colapsó en la calle Emiliano Zapata, en la colonia Emperadores.
Por ahora, las clases en escuelas y universidades están suspendidas. Además, el presidente Enrique Peña Nieto anunció que elaborarán un censo para conocer las afectaciones.
Con el paso de las horas, la organización se ha hecho más fuerte, y no dejan de llegar voluntarios en masa. Frente a la casa caída en Cacahuamilpa y Ámsterdam hay una hilera con más de un centenar de personas armadas con cascos y guantes, aguardando mientras se organizan nuevas brigadas. La gente los aplaude y les da ánimos hasta que alguien levanta los brazos en señal de silencio. La zona enmudece.
La gente se agolpa en los alrededores de las casas con problemas, y en cada punto hay decenas de botellas de agua, comida, enseres y medicamentos con los que se preparan botiquines de emergencia.
“Un médico, un médico”, empiezan a gritar desde dentro de la zona acordonada de Álvaro Obregón hacia afuera, donde están los voluntarios. Se piensa rápido en un nuevo rescate y dos mujeres con bata corren hacia adentro, llevándose las esperanzas de todos. Mientras, van pidiendo más cosas: alambre recocido, pinzas de punta, palas. Y la gente pasa la voz hasta que llega alguien con lo que se necesita.
Es difícil dormir en noches como estas. Está el temor de una posible réplica, que con el más mínimo movimiento se multiplica. Sin embargo, México se levantó el martes con más ganas que nunca de ayudar y salir adelante. La esperanza y los deseos de volver a la normalidad pudieron más que el miedo.
La solidaridad de la gente es infinita. Después de horas, los voluntarios no paran de trabajar, y continuamente llega alguien preguntando a los policías cómo puede ayudar. Los centros de acopio se llenan rápidamente, y pasan camiones a retirar agua, medicamentos y víveres que la gente ha traído, no solo para la ciudad, sino para distribuirlos en todas las zonas afectadas del país. La Cruz Roja mexicana tiene incluso un wish list (lista de deseos) en Amazon para todos aquellos que quieran ayudar en la distancia.
Muchas construcciones de la ciudad han quedado dañadas, con los cimientos desprendidos del suelo, a punto de volcarse. Como la de los hermanos Crispín y Juan Hernández, que miran la fachada de su casa llena de ladrillos rotos y grietas, en la esquina de Fernando Montes de Oca con Atlixco.
“Estamos bien, enteros, y eso es lo que importa. Hay que salir adelante”, dice Crispín. Juan, que tiene una tienda de abarrotes a media cuadra, va a sacar comida y sándwiches a la calle, para todo el que lo necesite. “Ahora es cuando más hay que ayudar”, añade.
“Pan, hay pan, quien quiera, hay pan”, dice alguien a quien no se alcanza a ver por la oscuridad. La solidaridad encuentra formas increíbles de manifestarse. Por cualquier calle donde se camine hay cordones de seguridad bordeando algún edificio, y los escombros arrinconados se han convertido en parte del paisaje. “Muchos de estos edificios tendrán que tirarlos. Mira cómo han quedado”, comenta una voz que pasa.
Ahora, en esa frontera en la que no se deja de pensar en los afectados, y a la vez se trata de imaginar cómo será el día que sigue, la vuelta a la normalidad se torna casi necesaria. Regresar a trabajar en unas oficinas que temblaron tanto que parecía que se iban a caer, caminar por calles llenas de cristales y escombros, y mirar el vacío de los edificios que de repente ya no están es una imagen aterradora. Pero si algo han demostrado los mexicanos es que están de pie. Como la etiqueta que se ha difundido con la tragedia: #FuerzaMexico.
Aunque el Consulado General de Colombia en México ha recibido 291 solicitudes de asistencia para localizar colombianos en México luego del terremoto, la mayoría de los casos se han resuelto y no se han reportado víctimas ni heridos.
Ancízar Silva, cónsul general de Colombia en ese país, explicó que en algunos medios se habló de la muerte de dos niños colombianos, y aunque el suceso trágico es cierto, los niños nacieron en México, de madre mexicana y padre colombiano que vive en Cali y que busca llegar a ese país. El diplomático, que permanece en contacto con las autoridades mexicanas y colectivos de colombianos, confió en que no se presenten víctimas nacionales, aunque aseguró que están listos para ayudar en ese caso.
Con un equipo de 30 personas especialistas en búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, el Gobierno colombiano apoyará en la emergencia que vive México. El hecho lo confirmó el martes la canciller María Ángela Holguín, tras salir de una reunión con el ministro de Exteriores de México, Luis Videgaray, en Nueva York.
El equipo consta de personal de las entidades operativas del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo, entre las que están Bomberos Bogotá, la Policía Nacional y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo.
Irene Larraz
Para EL TIEMPO
Comentar