El presidente Nicolás Maduro retrasó 18 días la entrada en vigor del nuevo cono monetario –el ‘bolívar soberano’– con una variación fundamental: a partir del 20 de agosto, esa moneda tendrá cinco ceros menos y no tres como había anunciado en febrero.
Sin embargo, esta reconversión monetaria prometida por el Banco Central de Venezuela (BCV) como el artificio que “facilitará las transacciones económicas y comerciales y (…) hacer más eficientes los registros contables” no resolverá el problema de fondo.
Así lo apuntan los economistas, que observan impotentes cómo el régimen no corrige las líneas maestras del plan económico que han llevado al colapso financiero, no levanta los controles de precios ni de compraventa de divisas, no invierte en la reactivación petrolera ni el aparato productivo del país y se empeña en mantener un esquema de subsidios sobre la base de importaciones a pesar de sus estrechísimas reservas internacionales.
La otra cara de esa moneda es que ante la pérdida del valor del bolívar y los pocos productos que llegan al país, la economía se rige por el precio del dólar negro (actualmente de 3,4 millones de bolívares por dólar), el único que genera confianza en el mercado y que termina marcando los precios de unos bienes cada vez más escasos.
Ese coctel económico permitió al Fondo Monetario Internacional hacer una predicción estremecedora: el país cerrará este año con una inflación de un millón por ciento. Un escenario que ya comenzaban a perfilar analistas al destacar que, a partir de enero de este año, la inflación supera mensualmente la barrera del ciento por ciento, y sobre lo cual la supresión de ceros en la moneda queda como una medida cosmética.
Con un millón por ciento de inflación anual se les añaden cuatro ceros a los precios cada 12 meses. Se van a requerir de tan solo 15 meses para que los precios sean como los de hoy
“Con un millón por ciento de inflación anual se les añaden cuatro ceros a los precios cada 12 meses. Se van a requerir de tan solo 15 meses para que los precios sean como los de hoy”, explica en un tuit el economista Alejandro Grisanti, de la firma Ecoanalítica.
“Para octubre del 2019 se requerirá de una nueva conversión (de la moneda) si el Gobierno no hace nada”, agrega.
Además de que la reconversión monetaria no genera un saneamiento de las cuentas ni de la productividad, sí establece un problema en las transacciones del día a día. Las preguntas más elementales surgen al plantearse el pago del transporte, si se toma en cuenta que el pasaje está en 10.000 bolívares, pero ahora estará en 0,10 bolívares y la moneda más pequeña del nuevo cono monetario es de 50 céntimos de bolívar (0,50 bolívares). Y aún más complejo es el caso de la gasolina. Si hoy un litro cuesta 6 bolívares, a partir del 20 de agosto, el precio será de 0,00006 bolívares.
Lo obvio apunta a que habrá un alza en los precios de estos servicios o que, como ocurrió con el varias veces pospuesto retiro del billete de 100 bolívares, la introducción del nuevo cono monetario sea aplazada.
Por cierto, el régimen de Maduro no ha dicho cuándo comienza la retirada del actual cono monetario y por cuánto tiempo coexistirá con el nuevo. Como si fuera un acto de magia, Maduro solo dijo que la reconversión económica va a arrancar dentro de 15 días de manera definitiva, y que el nuevo cono monetario va a tener una modalidad de anclaje al petro (la criptomoneda bolivariana).
Pero todavía no ha llegado un solo billete a los bancos y tampoco queda claro cuál será el valor del nuevo bolívar soberano, pues tampoco se sabe cuánto vale, en el mercado formal, la criptomoneda.
Sin responder sobre el menudeo y las transacciones con dinero en efectivo, el Gobierno ha hecho un llamado a la banca a ampliar la posibilidad de sus clientes de hacer transacciones electrónicas, con las que espera se cubra el 95 por ciento de las operaciones en el país.
Mientras se responden estas preguntas, y en plena vorágine hiperinflacionaria que el Gobierno prefiere llamar “inflación inducida” (supuestamente por sus enemigos), aumenta la dolarización de facto en muchas transacciones.
Cada vez son más los restaurantes, consultorios médicos y odontológicos, cafés y hasta tiendas que aceptan recibir dólares americanos a pesar del control cambiario, convirtiendo los precios en bolívares al cambio del dólar negro.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas