Con un representante aún con posibilidades de meterse en la disputa por la segunda vuelta en Ecuador, la comunidad indígena es percibida como una importante fuerza electoral y como un "factor de veto" (capacidad de deponer presidentes) en el país.
Y precisamente, el candidato indígena Yaku Pérez dio la sorpresa en Ecuador este domingo, luego de que el Consejo Nacional Electoral del Ecuador explicara que hay un empate técnico por el segundo lugar de las votaciones entre él y el aspirante Guillermo Lasso.
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Pero, ¿cómo se explica el resurgimiento del movimiento indígena en Ecuador que dio la sorpresa este domingo en las elecciones?
Con algo más de 17 millones de habitantes, en Ecuador la población que se identifica como indígena ronda apenas el 7 por ciento, concentrada sobre todo en la Sierra y la Amazonía y, como el resto del país, no estuvo exenta de una profunda división social interna durante el Gobierno de Rafael Correa (2007-2017).
Durante la época de campaña, el excandidato presidencial en 2006 Luis Macas explicó que Pérez ha logrado nuevos consensos. Macas vaticinó antes de las elecciones que Pérez podría dar una sorpresa con su partido Pachakutik.
Blanca Chancosa, cofundadora del partido, indicó a Efe que aunque los indígenas no han formado nunca un partido político único, convergen en Pachakutik con otros sectores de la izquierda.
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Simpatizantes del candidato indígena Yaku Pérez, quienes celebraron los resultados preliminares de este domingo.
Camila Buendía. AFP
Hasta ahora, el peso de esta comunidad, que denuncia un histórico abandono de parte de las autoridades, se ha dejado sentir mucho más en las calles que en las urnas.
"Tienen esa capacidad que, en la ciencia política, se llama ser jugadores de veto. Es decir, sin tener la capacidad de echar abajo una ley (dentro de la Asamblea Nacional), pueden tumbar una política pública o un gobierno, en la calle", explica el politólogo Santiago Basabe.
Es ahí, precisa, donde su capacidad es "enorme", porque "se pueden movilizar mucho tiempo" y cuando lo hacen reciben el apoyo de otros sectores que, sin embargo, "no votarían por ellos electoralmente".
La historia política organizada de esta comunidad comenzó a gestarse con la fundación de la Conaie en 1986, y ejemplos de ese poderío popular lo demostraron -bien como actores principales o bien con su crucial apoyo- en la destitución de los presidentes Abdalá Bucaram (1996), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005).
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Sus disputas con Correa, a quien en un principio apoyaron, fueron monumentales, y a Lenín Moreno le tumbaron la polémica decisión de anular el subsidio a los combustibles con las revueltas de octubre de 2019, en las que murieron una decena de personas y unas 1.500 resultaron heridas.
La comunidad indígena "tiene mayor capacidad para derogar a un gobierno que para instaurarlo", coincide el también politólogo César Ulloa, porque con la movilización "pueden generar una convulsión de distintas capacidades y características, de amplia duración".
Sin embargo, en el ámbito electoral, cree que los indígenas no tienen aún una maquinaria que "les posibilite elegir a un presidente".
La cohesión que demostraron en octubre de 2019, protestas en las que también tomaron parte otros grupos sociales, sindicales y políticos, ha dado sin duda un fuerte espaldarazo al movimiento indígena, que durante la década correísta sufrió severas fisuras internas.
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EFE