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Latinoamérica

Carhuancho, el juez que encerró a Ollanta y ahora a Keiko

Richard Concepción Carhuancho, juez peruano.

Richard Concepción Carhuancho, juez peruano.

Foto:Archivo 'El Comercio' (GDA)

Es uno de los jueces penales más importantes del Perú. Ha estado al frente de casos como Odebrecht.

Richard Concepción Carhuancho, de 45 años, es natural de Tarma, un pequeño pueblo en el centro de Perú. Empezó su carrera hace más de diez años como juez suplente en la Corte Superior de Junín y su especialidad era el derecho civil. 
Hoy en día se ha convertido en uno de los jueces penales más importantes del país: ha ordenando la prisión preventiva para dos expresidentes acusados de actos de corrupción y lavado de activos: Alejandro Toledo, Ollanta Humala. Y recientemente de la excandidata presidencial Keiko Fujimori, por los mismos cargos.
También resolvió casos como el de las coimas de la empresa Odebrecht o el relacionado a la investigación fiscal por los aportes al Partido Nacionalista. Y casos como los de Gerald Oropeza, ‘Peter Ferrari’ o los temibles Barrio King.
Fue el pasado jueves cuando emitió otra resolución histórica: 18 meses de prisión preventiva para Ollanta Humala y Nadine Heredia, la expareja presidencial investigada por el presunto delito de lavado de activos y asociación ilícita para delinquir.
Y este miércoles ordenó la detención preliminar por 10 días de Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, y otras 19 personas, entre ellas los ex ministros Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya Camare, dentro de la investigación por el presunto delito de lavado de activos.
Su nombre además ha salido en decenas de noticias y portadas. Ha sido tendencia en Twitter en casi todas sus audiencias (recordemos el popular hashtag #NoTeChupesCarhuancho).

Sus inicios

Richard Concepción Carhuancho pasó su niñez y adolescencia entre La Merced, Chanchamayo y Tarma (Junín). Llegó a Lima para estudiar Derecho, y lo hizo estudiando la carrera al mismo tiempo en dos universidades privadas. Luego, retornó al centro del país, a su tierra, donde después de trabajar como abogado independiente decidió ingresar al Estado como juez suplente especializado en lo civil.
Pero un día de marzo del 2008, cuando aún era juez supernumerario en Tarma, se animó a dar el salto y convertirse en juez penal. Quiso hacer algo diferente. Era un reto que logró, primero en Satipo, donde estuvo dos años como juez penal suplente.
Finalmente, cuando salió el concurso para ser juez titular, sus opciones estaban al norte o al sur del país. Lo más cerca de Lima era Chimbote.
En el 2010, el Poder Judicial lo nombró juez penal del Tercer Juzgado de la Corte del Santa, en Áncash, en la misma ciudad donde reinaba César Álvarez, quien era el presidente regional.
Chimbote –y en especial ‘La Centralita’– cambió su vida. Es lo que el juez Richard Concepción Carhuancho reconoce en su entorno.
Antes de su cargo actual, el magistrado pensó que pasaría sus días de trabajo tranquilo resolviendo casos administrativos. Pero no fue así. Lo ratificó cuando, en el distrito del Santa, ordenó el allanamiento del búnker de Álvarez, la llamada ‘La Centralita’. Desde ahí empezaron los ataques en su contra.
Cuando sacaron a los cuatro fiscales encargados de esta operación, Carhuancho pensó que también lo sacarían del Poder Judicial y que se acabaría su carrera. Aunque esto no ocurrió, sí lo cambiaron de juzgado. Por cosas de la vida, volvió a recibir el caso. En el 2014, antes de llegar a la Sala Penal Nacional, terminó ordenando la prisión preventiva para César Álvarez.

Su modelo

Giovanni Falcone. Este es el nombre de un juez italiano que fue asesinado por la mafia de Sicilia, a la cual se atrevió a someter a la justicia. De Falcone se han hecho documentales y reportajes. Es el ejemplo por seguir de Richard Concepción Carhuancho. Es su paradigma.
El magistrado sabe que no hemos llegado al nivel de criminalidad organizada italiana, pero conoce a lo que se enfrenta. Sabe, además, que buscan tocar lo más sagrado que tiene: su prestigio o su vida.
Cuando en enero ordenó la prisión preventiva para Pedro Pérez Miranda, ‘Peter Ferrari’, acusado del delito de lavado de activos, este le dijo que “las pagaría”. Frases parecidas ha escuchado cuando mandó a prisión a los sicarios de Barrio King.
Actualmente, tiene resguardo policial y vive cambiando de número telefónico cada cierto tiempo.
Vive tranquilo, a pesar de que es consciente de que no tiene un trabajo convencional y que, incluso, no han querido venderle seguros de vida porque le han dicho que un juez penal en este país es prácticamente una profesión de alto riesgo. Para él, es como un apostolado.

Su estilo

El estilo de Richard Concepción Carhuancho es particular. Es conocido que siempre –o casi siempre– resuelve el mismo día de la audiencia. Es su forma, según ha dicho muchas veces entre sus asistentes, de demostrar que no hay arreglos bajo la mesa. Eso y que en el Poder Judicial, pese a todo, existe celeridad.
Los abogados defensores ya lo conocen. Los fiscales también. Algunos lo acusan de ser un juez ‘canero’. Él se defiende diciendo que las prisiones preventivas son necesarias para enfrentar a organizaciones criminales. Que no se trata de delitos comunes, pero que se debe ser muy cuidadoso y responsable.
Los mismos abogados defensores también lo llaman “el fiscal Carhuancho”, al ser conocido como un juez sumamente ordenado, que se puede tomar horas tras horas en armar oralmente su resolución. 
De su vida privada se conoce muy poco. Es casado y tiene dos hijos. El último nació en Chimbote, en la época en que se convirtió en el juez que se ‘tumbó’ a Álvarez.
Richard Concepción Carhuancho ha dado contadas entrevistas: habla poco. Más habla con resoluciones, como él mismo ha dicho.
Lima, El Comercio, GDA
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