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Latinoamérica

Brasil se queda sin aire por venta de Embraer

Boeing es el mayor fabricante de grandes aviones comerciales del mundo

Boeing es el mayor fabricante de grandes aviones comerciales del mundo

Foto:Ritchie B. Tongo / EFE

La Boeing estadounidense se hizo con la mayoría del negocio de aviones comerciales de la brasileña.

El negocio por 4.740 millones de dólares, que se venía cocinando desde el 21 de diciembre del año pasado, fue anunciado oficialmente en Chicago y São Paulo el pasado 5 de julio, 24 horas antes de que la selección de Brasil fuera eliminada de la Copa del Mundo. El gigante aeronáutico liderado por la Boeing, mayor fabricante del mundo de grandes aviones comerciales, pasaría a competir ahora de forma agresiva con el poderoso grupo europeo Airbus, que acaba de unirse a la canadiense Bombandier.
“Lo que se está vendiendo es el 80 por ciento del control de una parte de Embraer, la que se refiere a la fabricación de aviones de transporte civil, que llevan hasta 146 pasajeros. Es decir, la parte no militar y no estratégica”, explica el respetado analista brasileño Mario Osava.
La Boeing y Embraer informaron en un comunicado conjunto que la empresa gringa se quedó con el 80 por ciento del control y administrará las actividades civiles de la Embraer en el campo de la aviación comercial y de servicios, pero no con el sector de la defensa ni la aviación ejecutiva, pues depende para ello de la luz verde del gobierno de Michel Temer. Brasil conservó el derecho al veto por seguridad nacional cuando privatizó la compañía gubernamental hace casi 25 años.
En el comunicado también se dijo que “falta elaborar los detalles financieros y operativos”, y que esperan continuar las negociaciones “en los próximos meses”. No obstante, para algunos analistas, el negocio que acaba de anunciarse pone en jaque ese derecho, y la oposición tampoco cree en la división entre lo comercial y lo militar, sosteniendo que si Temer no aplica el poder de veto de Brasil, la tendencia en el Congreso, donde aún se estudian los detalles de la transacción, es judicializar el proceso.
La base industrial aeronáutica brasileña también está preocupada por los impactos de la nueva alianza Embraer-Boeing en el futuro de las empresas si no hay una política de gobierno que garantice la preservación de la cadena nacional, la cual moriría en corto tiempo si no es protegida y por falta de acceso al mercado global y de competitividad, según advierte el director titular del certificado de origen digital Ciesp en São José dos Campos, Cesar Augusto Andrade e Silva.
La cadena productiva de Embraer está formada hoy por cerca de 70 empresas, que emplean cerca de 5.000 empleados y están dedicadas a la venta de servicios de industrialización de bajo valor agregado, como suministro de piezas mecanizadas. Solo 10 de estas empresas son exportadoras.
En el acuerdo con Boeing, la cadena de proveedores de Embraer, no fue mencionado. “Espero que esto salga a la luz en el detalle de la asociación, y que el gobierno actúe en el sentido de preservarla”, dijo Silva.
Otra señal que también siembra desconfianza es el anuncio de la Boeing y la Embraer de que crearán otra empresa para la promoción y desarrollo de nuevos mercados en el área de defensa, especialmente con el avión carguero K-390. La defensa es un punto más delicado en la negociación, pues es considerada fundamental para Brasil.
El negocio con Embraer permitiría a Boeing ocupar el nicho de los aviones de 100 asientos, del cual salió en el 2006, cuando dejó de fabricar el 717, heredado con la adquisición de McDonnell-Douglas, según señala la AP.

Vamos a exigir al gobierno federal que la entrega de Embraer sea vetada y esta semana es decisiva

Importancia y más temores

La empresa brasileña, que produce aviones comerciales, militares y ejecutivos desde 1969 y fue el primer exportador de Brasil entre 1991 y 2001, es el tercer constructor aeronáutico del mundo y una especie de identidad nacional como lo sería en Colombia Ecopetrol, por lo que hay una indignación generalizada en Brasil frente a la multimillonaria transacción.
“El escándalo es porque se trata de una empresa símbolo de la capacidad tecnológica brasileña, algo como Petrobras, pero, en este caso, una industria mucho más sofisticada”, dice Osava.
La Embraer es parte de la historia de Brasil y fruto del trabajo de los pioneros de la aviación local, que se remonta al siglo XVIII. El padre de la aviación brasileña, Alberto Santos-Dumont, fue el primero en realizar un vuelo controlado en un vehículo aéreo impulsado por un motor, el dirigible de hidrógeno n.° 1, en 1898.
Osava admite además que, aunque la Embraer fue privatizada en 1994, sigue siendo prácticamente estatal, en la medida en que su éxito depende de las acciones del gobierno.
La brasileña, junto con la canadiense Bombardier, es por otro lado el segundo mayor fabricante de aviones regionales de 100 asientos, un sector en el que la Boeing no operaba y por eso tiene interés en el mercado de aviones regionales, que crece con más velocidad y en el que debe competir con empresas recién llegadas como la rusa United Aircraft, la japonesa Mitsubishi y la china Comec.
El avión más pequeño de Boeing, el 737-700 –con más de 140 asientos–, “no consigue aprovechar el crecimiento de la demanda entre compañías aéreas de bajo costo ni el incremento del número de aeropuertos menores que no reciben aviones de gran tamaño”, señaló recientemente el diario empresarial Valor.
Raúl Zibecho, de la agencia Sputnik, sostiene que lo que Boeing pretende es hacerse con la capacidad de innovación y el conocimiento de Embraer de los aviones regionales. Explica que Embraer partió de una participación cero en 2000, para alcanzar los 1.700 aviones en operación apenas 17 años después, y asegura que el interés de la Boeing está en el dominio del software de Embraer y en su equipo de ingenieros, que es mucho más joven.
Embraer cuenta con un volumen de negocios por más de 6.000 millones de dólares y una fuerza de trabajo de unos 16.000 empleados. Pero algunos temen que esos cargos se vean amenazados si la Boeing decide trasladar la central de la empresa de São José dos Campos, en la región metropolitana de São Paulo, donde se encuentra, a EE. UU. Además, la Boeing tiene pésima reputación como empleadora, pues despidió a 35.000 obreros en EE. UU. en los últimos cinco años, y eso, para los metalúrgicos brasileños, más que una señal, es una alarma. Creen que si a eso se suma la política proteccionista del gobierno de Donald Trump, es probable que se frene el crecimiento de la Embraer en Brasil. Las acciones de la brasileña, mientras, cayeron 11 por ciento en la Bolsa de São Paulo tras el anuncio de la venta la semana pasada.
El sindicato de trabajadores de Embraer en São José dos Campos ha venido protestando desde diciembre pasado, cuando se conoció el negocio.

El sindicato de trabajadores de Embraer en São José dos Campos ha venido protestando desde diciembre pasado, cuando se conoció el negocio.

Foto:Reuters

En pie de guerra

Las centrales obreras y los partidos de oposición de Brasil afirman que harán presión para que el negocio se paralice porque consideran que se está vendiendo a pedazos el país y lo estiman lesivo para sus intereses y de alta peligrosidad para la seguridad nacional.
Se quejan además de la mala fe, pues el anuncio se hizo en medio de la fiesta mundialista para que el negocio pasara desapercibido, pero un portavoz del sindicato de los metalúrgicos de São José dos Campos dijo que están en pie de guerra y harán todo lo que esté a su alcance para frenar el negocio.
“El poder público no puede omitirse en un momento como este. Es obligación del presidente de la república defender los intereses de nuestro país, y no del mercado. Embraer ya fue saqueada una vez, cuando ocurrió la privatización. No podemos permitir que se repita ese crimen de lesa patria”, afirman los sindicalistas en una carta enviada a Temer el 6 de julio en la que le solicitan un encuentro para debatir el negocio entre la Boeing y Embraer.
Afirman también que es responsabilidad del gobierno actuar en beneficio de la nación y vetar el proceso de venta de Embraer. Señalan la necesidad de preservar la empresa como la mayor exportadora de productos de tecnología de su país. “La empresa tiene que ser preservada en su totalidad. Hoy domina todas las etapas para la construcción de una aeronave. Al ser vendida, será rebanada y debilitada”, dice la carta.
Los que firman la misiva, que representan a los metalúrgicos de tres unidades de la Embraer, también les pidieron reunirse con ellos a los presidentes de la Embraer, Paulo Cesar de Souza e Silva; de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, y del Senado, Eunício Oliveira. “Vamos a exigir al gobierno federal que la entrega de Embraer sea vetada y esta semana es decisiva”, dijo el director del sindicato, Herbert Claros.
Otros analistas estiman que el negocio podría traer beneficios y fortalecer a Embraer si se tiene en cuenta que, tras el anuncio de la compra de la Bombandier por Airbus, Embraer podría perder competitividad y la única salida que le quedaba era unirse a la Boeing estadounidense para sobrevivir. “La gente tarda en reconocer que la fabricación de aviones ya no es algo tan estratégico como se imaginaba, tal como ya no lo es Petrobras ni tampoco el petróleo, y recurre a reacciones de un nacionalismo viejo, pero la verdad es que la fusión entre Bombardier y Airbus no le dejaba otra alternativa a Embraer y la Boeing”, asegura Osava.
Recuerda que la empresa canadiense y la brasileña disputan el mercado de aviones pequeños y medianos de pasajeros y en varias oportunidades se enfrentaron en la Organización Mundial de Comercio por acusaciones de subsidios y créditos facilitados.
Y admite: “Es un mercado en el que la influencia de los gobiernos es contundente y el juego, muy pesado”.
GLORIA HELENA REY
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