El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, inició este lunes su quinto mandato en el país, el cuarto de forma consecutiva.
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Su nuevo periodo en el poder inicia en medio de duras sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) y bajo las duras críticas que la comunidad internacional le ha hecho a Ortega por afianzar un poderío autoritario en el país tras encarcelar a sus opositores durante la campaña en 2021.
A continuación, le explicamos qué está pasando en esta nación centroamericana y qué se puede esperar del nuevo periodo del orteguismo que estará en el poder hasta el 2027.
¿Cómo ascendió Ortega en el poder?Ortega gobernó Nicaragua en los años 1980, en medio de una guerra civil con grupos insurgentes, tras el triunfo de la revolución liderada por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.
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Derrotado en las urnas en 1990 por Violeta Barrios de Chamorro, Ortega condujo la transformación del FSLN por 17 años desde la oposición y negoció en 1999 un pacto con el expresidente liberal Arnoldo Alemán (1997-2002) para repartirse cuotas de poder en todas las instituciones del Estado. Un "pacto del diablo", le ha llamado el célebre escritor nicaragüense Sergio Ramírez, en el exilio en Madrid.
El pacto propició la vuelta de Ortega al poder en 2007, cuando ganó las elecciones e impulsó una política de izquierda pragmática, negoció con organismos financieros y, contrario a los años 1980, tuvo una alianza con los grandes empresarios y relación comercial con Estados Unidos.
El FSLN asumió gradualmente en solitario el control del Estado. Ortega fue reelecto en 2011 al amparo de un cuestionado fallo judicial de 2009 que declaró inaplicable solo para él la prohibición constitucional de la reelección sucesiva.
En 2014, se aprobó otra polémica reforma constitucional que avaló la reelección presidencial indefinida.
Las reformas "incorporaron reglas que restringen la competencia electoral y el ejercicio de los derechos políticos" de los nicaragüenses, señaló un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh).
Ortega fue reelecto en 2016 en unas elecciones sin rivales de peso y marcadas por un alto abstencionismo.
En medio de una gradual pérdida del caudal electoral del FSLN, se aprobaron reformas que bajaron el tope exigido para ganar una elección y ahora gana el candidato con el "mayor número de votos válidos".

El exguerrillero Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Maynor Valenzuela / AFP
El control de Ortega sobre las instituciones del Estado ahora es total: Ejército, Policía, Congreso, Consejo Supremo Electoral, Poder Judicial y Fiscalía.
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"Todos los poderes están alineados con el Ejecutivo, por lo que no representan límites para el ejercicio del poder ni impiden las arbitrariedades", según la CIDH.
Al mismo tiempo, Ortega extendió la influencia de su familia. Los opositores lo acusan de nepotismo. Su esposa Rosario Murillo fue primero su portavoz oficial y desde 2017 su vicepresidenta (Rosario Murillo, quien además es su esposa).
"Aquí tenemos dos presidentes porque respetamos el principio de 50-50, o sea aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario", dijo Ortega.
Sus hijos son dueños o dirigen medios de comunicación oficialistas y algunos ocupan cargos públicos.
Luego de unas duras protestas en 2018 que pusieron a tambalear al gobierno, fracasó un diálogo entre el orteguismo y la oposición. Aplastadas las manifestaciones, hubo capturas selectivas.
A fines de 2020 el gobierno dictó leyes sobre "agentes extranjeros", defensa de soberanía y "ciberdelitos", que imponen duras penas de cárcel a acusados de "traición a la patria", "lavado de activos", a quienes promuevan sanciones contra el país o difundan "noticias falsas" según su criterio.
Bajo esas leyes, 39 personas fueron detenidas en 2021: siete aspirantes presidenciales, activistas políticos y sociales, empresarios y periodistas. Washington y la Unión Europea respondieron imponiendo sanciones contra familiares y allegados de Ortega.
Más de 100.000 personas han salido al exilio desde 2018 y hay más de 150 detenidos.
Con este camino allanado, Ortega consiguió a finales de 2021 su cuarto mandato consecutivo en el poder con todos sus rivales políticos capturados.
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La excandidata a presidencia Cristiana Chamorro Barrios, hija de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro. Cristiana fue capturada en 2021.
EFE/ Jorge Torres
La represión de las protestas, la captura de los opositores y el control de las instituciones democráticas le han valido duras críticas de la UE, Estados Unidos y la OEA.
Washington ha tildado al gobierno de Nicaragua de dictadura y la OEA desconoció las pasadas elecciones presidenciales.
A su vez, horas antes de la investidura de este lunes, la UE aprobó nuevas sanciones contra Camila Antonia Ortega Murillo y su hermano Laureano Facundo, hijos del presidente Ortega y la vicepresidenta Murillo.
Por su lado, Washington anunció nuevas sanciones contra seis cargos del Gobierno de Nicaragua y vetó la entrada en su territorio de 116 personas que considera "cómplices de socavar la democracia" nicaragüense.
Los principales aliados de Ortega en la región con Cuba y Venezuela.
Sin embargo, durante los últimos años se ha acercado a Rusia y a China ante los inmensos desafíos que tiene la economía del país y las crecientes sanciones de Washington y Bruselas.
En ese contexto, Ortega reanudó relaciones diplomáticas con China en diciembre, tras deshacer los nexos que el país mantuvo por más de 30 años con Taiwán y reconocer el principio de "una sola China".
El restablecimiento de relaciones con Pekín vino acompañado por una donación de miles de vacunas y, tres semanas después, la apertura en Managua de la embajada del país asiático.
Managua también estrechó sus lazos con Moscú, que le ha proporcionado una amplia cooperación, desde trigo, vacunas anticovid y autobuses para renovar transporte colectivo hasta una estación satelital.
Manuel Orozco, analista y miembro de Diálogo Interamericano, dijo a la AFP que Ortega y Murillo inauguran su mandato "no sin desafíos" debido a la presión internacional, el descontento ciudadano, una situación socioeconómica gravemente deteriorada y una fuerte disidencia entre su base gubernamental y la élite sandinista.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO
*Con información de AFP y Efe