Al verlo en la playa, los bañistas quedan perplejos. Algunos creen que se trata de un rodaje, otros de una broma, pero la rutina semanal de este joven de 22 años es sólo una muestra de la ola de "sirenismo" que se propaga en todo el mundo.
Yasuyoshi Chiba / AFP
Criado entre olas por su padre pescador, este carioca perdió la cuenta de las veces que vio 'La Sirenita' (1989), a la que admira desde pequeño por ser libre, intensa y hechizante.
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Ariel fue la culpable de su pasión y cada rincón de su habitación es una prueba de ello: Davi duerme tapado con una manta de la protagonista de Disney, bebe agua en tazas de 'La Sirenita', viste camisetas estampadas con su rostro, pinta cuadros de ella y tiene todas sus muñecas y la colección completa en VHS de sus películas y series.
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"Es un estilo de vida, una forma de expresar mi amor y mi respeto por el mar, de ese encuentro entre dos mundos. Cuando entro en el agua, me siento otra persona", explica Davi Moreira.
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Aunque desde hace un par de años se presenta orgulloso como "Davi Sereio" ( sireno, y no tritón), su camino no fue fácil. Por reivindicar un mundo mágico ante la "crueldad" de nuestros días ha recibido innumerables insultos y fue rechazado inicialmente por su familia, que le sugirió ir al psicólogo.
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Para ayudarse a pagar sus estudios de Artes Escénicas, a veces participa vestido de sireno en la animación de fiestas gais.
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La fascinación por esta figura mítica se extiende por Brasil. El disfraz de sirena hizo furor en el Carnaval de este año, en un país donde millones de personas veneran a Iemanjá, la diosa de los mares.
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"Para muchos esto puede ser una moda pasajera, pero para mí nunca lo será", asegura el joven carioca, al que solo le falta cantar para ser un mejor sireno, como él mismo afirma.