Varios miles de personas chocaron este miércoles con la policía en Brasilia, la capital de Brasil, rompieron ventanas de ministerios de Hacienda, Cultura, Turismo y Energía y Minas e incendiaron neumáticos cerca del Congreso, durante protestas para pedir elecciones anticipadas con el fin de reemplazar al presidente Michel Temer. Las marchas fueron convocadas por sindicatos y partidos de izquierda que se oponen a las reformas laboral y de pensiones propuestas por el gobierno.
Temer, acorralado por un gigantesco escándalo de corrupción, se negó a renunciar la semana pasada luego de la divulgación de nuevas denuncias que lo involucraron a él y a sus principales colaboradores, lo que dejó la agenda de su gobierno al borde del fracaso.
La manifestación más nutrida se reunió cerca del estadio Mané Garrincha de Brasilia al mediodía. Pero mucha más gente se sumó en el camino de la marcha hacia el Congreso. A medida que los manifestantes avanzaban, la policía lanzó gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
Imágenes de televisión mostraron a agentes reprimiendo a los manifestantes. Los servicios de emergencia llegaron al lugar para atender a una cantidad no determinada de heridos, que los sindicatos cifraron en una veintena, uno de ellos impactado en el cuello por una bala y que se encuentra “estable” en un hospital de Brasilia.
Algunos manifestantes respondieron rompiendo vidrios de edificios de gobierno y prendiendo fuego en la planta baja del Ministerio de Agricultura. Varios edificios quedaron manchados con grafitis contra Temer.

Algunos manifestantes respondieron rompiendo vidrios de edificios de gobierno y prendiendo fuego en la planta baja del Ministerio de Agricultura
Fernando Bizerra Jr. / EFE
La policía acordonó el Parlamento, donde los legisladores se reunieron para discutir sobre una eventual transición al Gobierno de Temer si el mandatario renuncia o es destituido. Si eso pasa, el Congreso tendría 30 días para elegir a un sucesor que lidere al país hasta las elecciones de 2018.
Por su parte, Temer autorizó que el Ejército salga a las calles del distrito federal de Brasil durante una semana para mantener el orden. "En este momento ya hay tropas federales aquí, en el palacio de Itamaraty (sede de la cancillería), y ya están llegando tropas para asegurar la protección de los edificios ministeriales", anunció el ministro de Defensa, Raul Jungmann.
Llamar al ejército es "una medida extrema del gobierno Temer y la señal clara de que se perdió el control, con consecuencias muy malas para nuestra democracia y para las instituciones", dijo André Cesar, analista político y socio de la consultora legislativa Hold en Brasilia.
Entre 35.000 personas y 100.000, según cifras de la Secretaría de Seguridad del Distrito Federal y de los organizadores, respondieron al llamado sindical para exigir el fin de los programas de austeridad y la salida de Temer.
"Temer es un irresponsable. Hundió a Brasil en una crisis descomunal. No está en condiciones de permanecer en la presidencia", dijo Wagner Freitas, presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), vinculada al Partido de los Trabajadores (PT) del los expresidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff.
"Brasil se volvió imponderable (...) aquí todo el mundo está conspirando. Nadie más cree en la continuidad del gobierno", dijo Paulo Pereira da Silva, más conocido como Paulinho da Força, líder de la central Força Sindical (FS), que fue aliado de Temer en los primeros meses de su gobierno.
Entretanto, en el Congreso se vivía también en un ambiente de efervescencia, ante las señales de rápida erosión de la base aliada de Temer.
La Cámara de Diputados interrumpió por la tarde sus sesiones. "Hay un clima de deliberación, detrás de las cortinas, para articular la salida menos traumática posible para la crisis", admitió el asesor de un parlamentario de la coalición oficialista, que pidió el anonimato.
La Constitución determina que, en caso de vacío en la Presidencia durante la segunda mitad de un mandato, el Congreso debe elegir un nombre para completarlo. Las elecciones directas sólo podrían celebrarse en caso de que se hiciera una enmienda constitucional, pero hay una creciente demanda para encontrar un atajo que abra esa vía.
La búsqueda de otra salida se debe en gran medida al desprestigio del Congreso, donde decenas de legisladores están investigados por su implicación en la red de sobornos de Petrobras, revelada por la Operación Lava Jato.
Otra salida podría venir por el lado del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que del 6 al 8 de junio examinará una denuncia que podría llevar a la anulación de las elecciones de 2014, en las cuales resultó reelecta la fórmula Rousseff-Temer, por presunta financiación ilegal.
Desde que estalló el escándalo, la semana pasada, el presidente solo ha sido visto en público en dos oportunidades, en las cuales se dirigió a la nación para afirmar que no renunciará y probará su inocencia ante la Corte Suprema. Sin embargo, el creciente coro que exige su renuncia, que empezó en la oposición, ha sumado importantes voces en la propia base de Temer, como el jefe del grupo de su partido en el Senado, Renán Calheiros, quien ha instado al presidente a “facilitar” una rápida salida a la crisis con su dimisión.
En el frente judicial, los problemas de Temer se agravaron con un pedido hecho por la Policía Federal a la Corte Suprema, a fin de que sea fijada la fecha del primer interrogatorio a que será sometido el gobernante, sobre lo cual el tribunal aún no se ha pronunciado. Al respecto, la defensa de Temer presentó la noche del miércoles un recurso ante el Supremo para evitar que el jefe de Estado sea obligado a prestar testimonio.
REUTERS, AFP y EFE
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