El huracán María tuvo esta semana un paso desgarrador por Puerto Rico, dejó daños millonarios que intensifican la crisis económica y amenazan con que la población continúe el éxodo que ayudó a que el país se declarara en bancarrota.
María, que tocó tierra el miércoles en la parte sureste del territorio asociado de Estados Unidos, con vientos de 249 kilómetros por hora, inundó ciudades enteras, partes del centro de San Juan –donde hizo que se perdiera toda la electricidad–, las calles se convirtieron en ríos y los árboles destruyeron hogares. Los costos, tanto humanos como financieros, solo han comenzado a hacerse evidentes.
Y todo parece indicar que la isla se enfrenta ahora a una crisis económica aún más profunda, pues la tormenta llegó en momentos en que Puerto Rico cuenta con escasos recursos financieros para navegar por una catástrofe de gran envergadura, debido a su decisión en mayo de buscar protección contra los acreedores después de una década de declive económico, préstamos excesivos y la pérdida de residentes.
“Estas tormentas no están ayudando a esa situación en lo absoluto”, afirmó Matt Dalton, director ejecutivo de Rye Brook, de Belle Haven Investments, con sede en Nueva York, que administra 6.000 millones de dólares de bonos municipales, incluyendo deuda asegurada de Puerto Rico.
Para Dalton, fenómenos como María acaban “presionando a esa población, que ya está disminuyendo, a declinar un poco más rápido”.
Se estima que este huracán podría causar cerca de 45.000 millones dólares en daños en todo el Caribe. De esa cifra, al menos 30.000 millones en Puerto Rico, dijo Chuck Watson, un modelador de desastres en Enki Research en Savannah, Georgia.
El costo del paso del huracán María para Puerto Rico podría alcanzar al menos el 10 por ciento de su producto interno bruto (PIB), señaló Joe Myers, fundador y presidente de AccuWeather Inc. en State College, Pensilvania.
“Eso es bastante grave, el 10 por ciento es extraordinario”, afirmó. El país “va a necesitar años para que algunas áreas se recuperen”.
Un poco de alivio llegó el jueves pasado cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que planea visitar la isla y declaró a Puerto Rico como una zona de desastre –lo que ayuda a despejar el camino para la asistencia federal–.
Sin embargo, el impacto financiero del huracán María ha comenzado a sentirse en la industria financiera estadounidense.
Los precios de los bonos de obligación general de Puerto Rico que vencen en el 2032 cayeron a 48,6 centavos por dólar frente a 55,3 centavos de la semana pasada. Fue otra señal de que los tenedores de bonos dudan cada vez más sobre la capacidad de la isla para pagar lo que debe.
“El dolor humano y el sufrimiento y la tragedia son realmente significativos”, afirmó James Spiotto, director gerente de Chapman Strategic Advisors LLC, con sede en Chicago, una firma asesora enfocada en reestructuraciones municipales.
“Ciertamente, para la bancarrota, esto no ayuda. Puerto Rico necesita recuperarse económica y financieramente para sus residentes y para poder pagar a los acreedores”, dijo.
Los asuntos legales deben ser puestos en espera mientras la isla asume las consecuencias de la tormenta, aconsejó un juez a las partes involucradas en la reestructuración de Puerto Rico, según la agencia de noticias ‘Reuters’, que no nombró al juez.
La situación financiera ya era urgente antes de que María golpeara. La economía de la isla se ha estado contrayendo durante una década, lo que obligó a un flujo constante de residentes con el propósito de buscar trabajo en Estados Unidos.
Mientras se enfrenta a un daño catastrófico, Puerto Rico debe restaurar la salud y la seguridad de sus ciudadanos, al tiempo que navega por el proceso de quiebra que busca reducir una carga de deuda de 74.000 millones de dólares y salvar un sistema de pensiones insolvente.
Una de las mayores preguntas económicas es cómo puede Puerto Rico revertir su emigración.
Alrededor de 400.000 personas han abandonado la isla desde el 2008. “Una población en declive no hace más fácil manejar la deuda que se queda atrás”, dijo Dalton.
Otro problema es el futuro de la Autoridad de Energía Eléctrica, el principal proveedor de electricidad de la isla, que está tratando de restaurar el servicio.
La empresa de servicios públicos tiene 8.300 millones en deuda, e incluso antes de María, los apagones eran comunes.
Pero desde la administración, el gobernador Ricardo Rosselló –quien le pidió a Trump la declaración de zona de desastre– apunta, por ahora y ante la tragedia, a la unidad.
“Resiste, Puerto Rico. Dios está con nosotros; somos más fuertes que cualquier huracán. Juntos nos vamos a levantar”, tuiteó Rosselló después de la tormenta.
BLOOMBERG
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