Once días después de la desaparición del submarino argentino con 44 tripulantes a bordo, se especula que el sumergible se encuentra a 3.000 metros en el fondo del mar y a unos 400 kilómetros de la costa. Esta distancia, sin embargo, cada minuto parece aumentar para los familiares de los desaparecidos que esperan en tierra algún indicio de su paradero. Desde el miércoles 15, nada se sabe.
Por ejemplo, Jessica Gopar, junto a su hijo Stéfano de apenas un año, espera el regreso de Fernando Santilli, cabo principal electricista y miembro de la tripulación extraviada en el Atlántico.
Según cuenta Jessica, el pequeño aprendió a decir papá precisamente en estos días en que su padre ha estado ausente y su ilusión es que Fernando pueda llegar a escucharlo.
Jessica y Fernando, ambos de 35 años, se conocieron en una playa de Mar de Plata, la ciudad portuaria en donde viven y apostadero del submarino ARA San Juan. La pareja lleva 13 años juntos y el pequeño Stéfano fue concebido con mucha dificultad, pero en el seno de una familia llena de amor.
Santilli “fue mi gran amor; estuvimos siete años de novios, seis de casados y tenemos un hijo que nos costó mucho que Dios nos lo mandara”, contó.
Las palabras de Jessica se pueden leer en una conmovedora carta que publicó en Facebook días atrás, cuando la esperanza dominaba aún la escena. “Hola, Fernando. No sé qué estará pasando en tu calma o en tu desesperación. Acá cada día se hace más duro. Hay momentos de esperanza y otros de mucha congoja”, contaba Jessica a su esposo.
Como Jessica y Stéfano, al cabo primero Luis Niz, de 25 años, lo espera en Mar del Plata la cabo primera y música Alejandra Morales. La pareja planea casarse el 7 de diciembre, y hasta el momento no hay información sobre si la boda fue postergada a la luz de los acontecimientos.
De igual forma, el teniente Renzo Martín Silva, de 32 años, también tenía previsto ir al altar el año próximo con María Eugenia Ulivarri Rodi, su compañera de vida, militar como él.
De Silva se sabe que ingresó a la Escuela Naval a los 18 años y que soñaba con ser submarinista desde su niñez en su natal San Juan, una provincia recostada en la cordillera de los Andes.
Asimismo, con cuatro meses de embarazo, la pareja del capitán Mario Armando Toconás Oriundo espera noticias de su compañero junto con su otro hijo de 8 años.
Oriundo, de 36 años, ingresó a la Marina hace 13 y dejó su Patagonia natal para instalarse en Mar del Plata cerca de la base naval adonde fue destinado y de donde salió hace unos días en el ARA San Juan.
Pese a la magnitud de lo sucedido y al sufrimiento por el que están pasando las familias de los submarinistas, no todas las historias alrededor del ARA San Juan son de tristeza y dolor. Un oficial con una misión urgente y otro abrumado por trámites para la compra de una nueva casa son dos de los tripulantes que escaparon a la tragedia del submarino.
De uno no se sabe su nombre, pero sí que zarpó desde el puerto de Mar del Plata a bordo del ARA San Juan para patrullar el mar argentino junto con sus compañeros. Pero al tocar puerto en Usuhaia (extremo sur) recibió el encargo de una misión urgente que lo obligaba a abandonar la nave y partir en avión hacia Perú. Su lugar lo ocupó un infortunado oficial, hoy desaparecido en algún punto del Atlántico Sur.
“Los tripulantes siempre fueron 44. En Ushuaia se desembarcó un teniente que tenía que hacer una comisión en Perú de dos semanas y fue reemplazado por otro oficial de la misma especialización, Comunicaciones”, explicó el viernes el portavoz de la Marina argentina, el capitán de navío Enrique Balbi. Aunque no proporcionó su nombre, explicó que el teniente “debía viajar en avión urgente a Buenos Aires y luego a Perú”.
De igual forma, la Armada no divulgó la nómina de tripulantes del sumergible desaparecido, pero medios argentinos dan cuenta de la historia del “tripulante 45”, como se lo llamó, indicando que debía viajar con destino a Jujuy (norte de Argentina) por un llamado urgente de su familia debido a un problema de salud de su madre.
Se trata de Adrián Rothlisberger, un oficial de 26 años con ocho en la Armada y dos asignado al ARA San Juan, quien debía partir desde Mar de Plata en la misión de patrullaje, pero, abrumado por el cúmulo de trámites que demandaba la compra de su primera casa propia, pidió ser eximido del viaje.
“Es un milagro”, reza su madre, Sandra Álvarez, parada frente a la entrada de la base naval de Mar del Plata, donde familiares de los tripulantes siguen esperando noticias.
Allí, escenas desgarradoras se vivieron el jueves, cuando la Armada reportó una explosión que se presume provino del submarino.
Adrián no estaba a bordo y hoy está dentro de la base, trabajando. “Nosotros podríamos estar felices porque esto es un milagro, pero a la vez nos ponemos en el lugar de las otras familias y sabemos que nosotros podríamos haber sido uno de los 44”, dice conmovida su madre.
“Le había solicitado a su jefe unos días para realizar trámites para comprar su casa. Eso le iba a demandar gran parte de su tiempo, así que lo terminaron liberando del viaje. Ya tenía sus cosas listas y lo bajaron momentos antes de subir” a bordo, explicó su madre al diario Clarín. No subió “por cuestión de segundos”, finalizó.
Golpeado por la tragedia de sus compañeros, Adrián, que reside en Mar del Plata, le pidió a su progenitora que viajara desde Chaco (norte de Argentina) para acompañarlo.
“Mi hijo está fuerte, ellos están preparados para muchas cosas y a pesar de todo tienen que seguir trabajando. No sé qué pasará mañana. Hoy tiene una coraza y saca fuerzas no sé de dónde”, dice la mujer.
13 de noviembre
El submarino ARA San Juan zarpó desde la ciudad de Ushuaia, en el extremo sur de la Patagonia, hacia Mar del Plata. En el buque viajan 44 tripulantes, entre ellos la primera mujer submarinista de América Latina.
15 de noviembre
El capitán del submarino, Pedro Martín Fernández, reportó un problema eléctrico a bordo, pero informó que podía seguir la ruta sin problemas. Ese mismo día dio su última ubicación conocida.
17 de noviembre
La Armada argentina comunicó que se había perdido contacto con el buque y comenzó la operación para localizar el submarino. Además, aceptó la ayuda de equipos de varios países.
22 de noviembre
Una “anomalía hidroacústica” (explosión) fue detectada por los sensores de una agencia especializada de Estados Unidos y un día después por la agencia que escanea ensayos nucleares de Viena.
23 de noviembre
La Armada confirmó una explosión en la zona en la que se buscaba el submarino, el mismo día en que se perdió. Fue “un evento anómalo singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión”.
Varias son las hipótesis, las especulaciones y las teorías, pero pocas son las certezas que se tienen respecto a lo que le sucedió al submarino argentino Ara San Juan y los 44 tripulantes que iban a bordo.
Entre estas se habla de fallas mecánicas, filtraciones de agua, falta de mantenimiento y descuido de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, todavía no es posible obtener una respuesta definitiva, pues el sumergible no ha sido encontrado y apenas este sábado se anunció la puesta en marcha de un minisubmarino estadounidense para mapear tridimensionalmente el fondo marino, que se encuentra entre 200 y 1.000 metros de profundidad.
Lo cierto es que la desaparición del ARA San Juan ha comenzado a traer consecuencias, ya que el viernes, fuentes oficiales informaron que el Gobierno de Mauricio Macri inició una investigación dentro de la Armada por no haberle brindado datos en “tiempo y forma”, aunque el propio mandatario se mostró precavido en una comparecencia e instó a esperar antes de “buscar culpables”.
Pese a ello, las mismas fuentes oficiales informaron que el Gobierno destituirá a sus altos mandos una vez se haya encontrado la nave. También trascendió este sábado que el jefe de la base marplatense, Gabriel González, supuestamente le dio el sentido pésame al padre de uno de los tripulantes por su hijo, además de haber solicitado su “pase a retiro” hace cuatro días.
Esto ha puesto el dedo en la llaga sobre una cuestión sensible para el país suramericano: el rol de las Fuerzas Armadas y la poca prioridad que el Estado le ha dado por décadas al área de Defensa.
El presupuesto se mantiene como uno de los más bajos de América Latina, con un 0,9 por ciento del PIB, y, del total de los recursos, el 85 por ciento se va en salarios de los militares.
Por su parte, la Armada asegura que se han seguido todos los protocolos establecidos, aunque para muchos hubo error en el manejo de la crisis, sobre todo en los primeros días, al “minimizar” la gravedad del caso y no informar de inmediato al Presidente, comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas.
Entre tanto, analistas aseguran que Argentina sufre las consecuencias de un “error estratégico” en cuanto a la conducción que el Estado le ha dado al sector de la Defensa, hecho que ha llevado al Gobierno de Macri a poner en jaque a la Armada.
AFP-EFE-Reuters
Buenos Aires
Comentar