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Latinoamérica

Economía, diplomacia y Cristina, los desafíos de Alberto Fernández

Alberto Fernández (d.) presentó esta semana su Gabinete. El jefe de este será Santiago Cafiero (i.), un licenciado en Ciencias Políticas y de cuna peronista.

Alberto Fernández (d.) presentó esta semana su Gabinete. El jefe de este será Santiago Cafiero (i.), un licenciado en Ciencias Políticas y de cuna peronista.

Foto:AFP

El peronista asume el poder este martes en plena crisis y sin muchos amigos en el vecindario.

Sandra Ramírez
El peronista Alberto Fernández, que asumirá la presidencia de Argentina este martes, deberá enfrentar un complicado escenario económico marcado por la elevada deuda pública, una frágil moneda nacional, la subida constante de los precios y la escalada del desempleo y los niveles de pobreza.
A lo que se suma el rediseño de su política exterior teniendo en cuenta el matiz ideológico con Brasil, uno de sus principales socios, los apoyos internacionales que necesitará para salir de la crisis económica, y el ruido que le puede causar el regreso a las altas esferas del poder de la dos veces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que en su rol de vicepresidenta no solo querrá tener una influencia decisiva en el nuevo gobierno, sino que además intentará satisfacer sus intereses personales, dada la cantidad de procesos judiciales que pesan sobre ella.
Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández.

Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández.

Foto:Efe

Los cuatro años del saliente conservador Mauricio Macri en la Casa Rosada, un paréntesis entre gobiernos peronistas –el de Cristina (2007-2015) y el que iniciará Alberto– quedaron teñidos por un recesión que aún continúa y que se originó en abril de 2018, cuando una abrupta fuga de capitales y la sequía que afectó a la producción agropecuaria llevaron a pedir un millonario rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI).
El año pasado, la economía argentina cayó un 2,5 por ciento –tras crecer el 2,9 en 2017 y retroceder un 1,8 en 2016– y en el primer trimestre de 2019 el desplome interanual fue del 5,8. Si bien la actividad empezó a registrar una leve mejora en julio, ya en agosto y septiembre todo volvió a derrumbarse, con caídas del 3,8 y el 2,1, respectivamente.
Cuando Macri empezaba a presumir de brotes verdes, el resultado de las elecciones primarias de agosto, en las que Fernández logró una gran ventaja de cara a las generales del 27 de octubre, que acabó ganando, agravó el maltrecho tablero económico por la adversa reacción de los mercados bursátiles y cambiarios al regreso del peronismo.
Mauricio Macri, presidente saliente de Argentina.

Mauricio Macri, presidente saliente de Argentina.

Foto:La Nación (GDA)

Fernández, que todavía no ha presentado su programa económico, no tiene dudas de que se encuentra ante un país devastado. “Hace dos años nadie pensaba que Argentina iba a tener la crisis que tiene y es producto de la gran inoperancia del Gobierno”, destacó en una entrevista a principios de noviembre.
Según economistas privados, la actividad caerá este año un 2,8 por ciento y se contraerá un 1,7 en 2020. La deuda pública argentina acumula un total de 314.315 millones de dólares frente a los 240.000 millones de finales de 2015, de los que casi 44.000 corresponden al préstamo de 56.300 millones del FMI.
El nuevo gobierno peronista estudia contrarreloj cómo pagar ese alto endeudamiento, al toparse con próximos vencimientos que se tornan difíciles de asumir y que deberá renegociar ante los acreedores. Fernández, que ya ha mantenido charlas con las máximas autoridades del FMI, ha deslizado que si bien el país se hará cargo de la “delirante” deuda acordada por el Ejecutivo saliente y no pedirá “quitas”, la pagará el día que Argentina haya logrado crecer.
Al menos por el momento esto no despeja el horizonte de incertidumbre en el que vive el país, que aún guarda en su memoria el día en que, tras la peor crisis de su pasado reciente, en 2001, declaró el mayor cese de pagos de un país de la historia.
En solo dos años, el peso se ha devaluado un 71 por ciento ante el dólar, una divisa que siempre que se revaloriza, y más si lo hace de forma abrupta, provoca grandes turbulencias en la economía argentina, al contagiar de forma directa la inflación. Los precios al consumidor acumularon en los 10 primeros meses de 2019 un aumento del 42,2 por ciento tras el 47,6 por ciento de todo 2018, el nivel más alto desde 1991. Se espera un número mayor a finales de este año.
Según una encuesta reciente, el desempleo o el miedo a perder el trabajo es el principal problema de Argentina para el 49 por ciento de sus habitantes. Entre abril y junio de este año (últimos datos disponibles), el desempleo trepó del 10,1 al 10,6 por ciento de la población activa, la cifra más elevada desde 2006.
Los efectos de la crisis han acelerado el peor de los indicadores: la pobreza. En el primer semestre de 2019, antes de la recaída económica, afectaba al 35,4 por ciento de la población, y según expertos alcanzará al 40 a finales de año.
Respecto a las relaciones exteriores, Fernández ha dado pistas de la orientación progresista que planea para su política exterior, que también se verá condicionada por el apoyo internacional que necesita para resolver la grave crisis económica. Tendrá que buscar un equilibrio entre ideología y pragmatismo.
Pese a las diferencias ideológicas con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, Fernández ha señalado que aspira a tener una relación pragmática con el país vecino y también ha declarado su voluntad de “tener la mejor relación con Estados Unidos en un marco de respeto y madurez”.
El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, visitó en el Palacio Nacional al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, visitó en el Palacio Nacional al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

Foto:AFP

Fernández acaba de perder dos potenciales aliados con la salida del poder en Bolivia de Evo Morales y el triunfo en Uruguay del centroderechista Luis Lacalle Pou. Su reciente viaje a México, no obstante la buena sintonía con el presidente Andrés Manuel López Obrador, no le asegura el liderazgo regional, por la política no intervencionista del mexicano.
Para el analista Juan Gabriel Tokatlian, el pragmatismo en política exterior “va a ser el ADN al menos del comienzo del gobierno” de Fernández.
“Argentina no tiene hoy las condiciones de llenar ese vacío (de liderazgo en la región) en buena medida por la vulnerabilidad nacional y porque la agenda doméstica de Fernández” va a acaparar su energía y atención. Y sobre la presencia poderosa de Cristina, que podría impactar el gobierno del nuevo presidente, los analistas consideran que ella ya no tiene un proyecto político de querer llegar a la Presidencia nuevamente. "Creo que el principal objetivo de Cristina es que su hijo Máximo Kirchner sea presidente en 2023”, apuntó el analista Patricio Giusto.
Efe
Sandra Ramírez
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