Le faltó poco al candidato ultraderechista Jair Bolsonaro para conseguir el 50 % más uno de los votos necesario para ahorrarse la segunda vuelta a la presidencia del Brasil.
Sin embargo, los analistas ven bien difícil revertir el escenario electoral brasileño luego de la enorme distancia que el excapitán del ejército les sacó a sus rivales, en especial al izquierdista Fernando Haddad, el heredero de Lula, para la segunda vuelta que debe realizarse el próximo 28 de octubre. ¿Por qué ganó? He aquí algunas razones:
FrustraciónLa campaña de Bolsonaro encarnó como ninguna la frustración de los brasileños por la corrupción que salpica prácticamente sin excepción a los partidos políticos del país, y por la más grave recesión de su historia, que ha golpeado a todos los sectores de la sociedad brasileña.
El electorado mayoritario de Bolsonario se concentró en sectores de clase media que quieren regresar a un modelo de desarrollo personal como factor de crecimiento.
Las clases más acomodadas, por descarte, no querían caer de nuevo en el desarrollismo con subsidios de Lula, e incluso a algunos de los sectores más pobres de la población les gustó el nacionalismo del militar retirado.
A escolha é dos senhores. Serem governados por alguém limpo ou pau mandado de preso por corrupção! https://t.co/IgXTdKDD5F
— Jair Bolsonaro 1️⃣7️⃣ (@jairbolsonaro) 8 de octubre de 2018
Si bien es cierto Brasil es el país con más católicos en el mundo, también es cierto que un tercio de su población ya se declara fiel evangélica. Para estas elecciones y luego de una intensa campaña de los principales líderes de esas iglesias, un 42 por ciento de los fieles votaron por Bolsonaro.
La razón es que Bolsonaro encarna un mensaje ultraconservador que se adapta con facilidad a las plataformas ideológicas de estas iglesias. Así temas como el aborto, la ideología de género, el matrimonio homosexual, entre otros, hicieron parte de su discurso y sedujeron a los fieles de estas congregaciones, en los que los pastores tienen cada vez más un papel influyente en las decisiones que toman en sus vidas.
“Brasil encima de todo, Dios encima de todos”, es su lema de campaña.
Brasil es considerado uno de los países más peligrosos del mundo y la violencia es uno de los males de los que más se quejan los brasileños.
La solución que propuso Bolsonaro es mano fuerte, al estilo del presidente filipino Rodrigo Duterte y permitirles a los ciudadanos de bien el porte libre de armas, un discurso muy parecido al que defiende en Estados Unidos la Asociación Nacional del Rifle.
De hecho, la primera foto que apareció de este diputado, excapitán del Ejército de 63 años, luego de ser operado por una puñalada recibida en el abdomen durante un mitin, lo mostró en Instagram imitando un revólver con sus dedos. El gesto se convirtió en su marca registrada y muchos brasileños lo imitaron durante actos electorales.
El año pasado hubo en Brasil 63.800 homicidios, un récord. En siete años fueron asesinadas más personas que durante la guerra en Siria.
Flexibilizar la legislación sobre el porte de armas y bajar la edad de imputabilidad penal a los 16 años, algunas de sus propuestas.

Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo, junto a Lula da Silva y Dilma Rousseff.
AFP
Bolsonaro se convirtió en el rey de las redes sociales en Brasil no solo porque desde el principio las utilizó como un arma clave para propagar noticias falsas contra el Partido de los Trabajadores y contra su líder, el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, sino porque como resultado de su convalecencia tras la puñalada recibida, se tuvo que ausentar de la plaza pública y dedicarse a hacer campaña por internet.
Así se hicieron célebres sus cadenas de WhatsApp y sus fotos y mensajes a través de las redes sociales.
De hecho, a la fiesta de celebración por su paso a la segunda vuelta no asistió por temas de salud, pero celebró con sus seguidores a través de las redes sociales.
Cada vez que los sondeos mostraban un crecimiento de los números de Bolsonaro, la reacción de los mercados era absolutamente positiva, no solo en la cotización del real sino en el índice Ibovespa de la bolsa.
La razón es que ante una economía estancada y con tendencia a la recesión la receta de austeridad y de liberalización económica suena mejor que la de desborde de gasto público, estatización y subsidios que proponía Fernando Haddad.
Por eso, su propuesta va en el sentido de reducir la deuda pública 20 % mediante "privatizaciones, concesiones" y venta de propiedades públicas. Crear un sistema de jubilación por capitalización.
Redistribuir la "carga tributaria para que los que pagan mucho paguen menos y los que evaden y ocultan, paguen más", algo similar a la propuesta de Donald Trump en Estados Unidos o de Iván Duque en Colombia. Su ministro de Hacienda sería Paulo Guedes, un ultraliberal.
El Voto rechazo
Analistas consultados por EL TIEMPO coinciden en que un número enorme de los votantes de Bolsonaro no lo apoyaron por sus programas o por considerar que él es la mejor opción, sino como un voto de rechazo hacia Lula da Silva y su partido, envueltos en numerosos casos de corrupción y de manejos económicos que llevaron a la crisis actual.
Este grupo de electores cree que el regreso al poder del lulismo haría más difícil la recuperación económica.
Los electores que rechazaron la alternativa de Bolsonaro por su extremismo no vieron en Haddad una opción. Su lema de que Haddad era Lula en la carrera a la presidencia hizo poco para seducir a esta masa inconforme que tampoco quería dar su apoyo a un partido salpicado de varios escándalos de corrupción y con una figura tan polémica como la de Lula da Silva. De ahí que los sondeos registraran una altísima tasa de rechazo, que llegó al 40 por ciento.
Fernando Haddad, el exministro de Educación y ungido por el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para ser su delfín, no logró heredar los apoyos que ubicaban hasta agosto a Lula como líder indiscutido de la carrera presidencial en Brasil.
A finales de agosto, y cuando aún Lula seguía en carrera a pesar de estar en la cárcel, conseguía un 39 por ciento de las intenciones de voto, pero Haddad, en las elecciones de este domingo, apenas consiguió el 29 por ciento, muy por debajo de las expectativas de su partido.
De hecho, si el índice de rechazo a Bolsonaro llegó al 44 por ciento, el de Haddad no estuvo lejos, con 40 por ciento.
Varios factores lo explican: el hecho de haber arrancado tarde la campaña a nombre propio, pues apenas el 11 de septiembre Lula le entregó sus banderas, y el desconocimiento general que había en el país sobre su figura impactaron directamente su campaña.
Dilma Rousseff, la presidenta y sucesora de Lula que fue destituida, no logró un escaño para el senado por el estado de Minas Gerais, a pesar de que las encuestas la daban como primera. Este es un enorme descalabro dada la importancia dentro del Partido de los Trabajadores. La otra gran derrota en el mismo estado fue la del gobernador de Minas Gerais, el también petista Fernando Pimentel, también sufrió una dura derrota, quedando fuera de la segunda vuelta.
INTERNACIONAL
*Con información de Efe, AFP, Reuters
Comentar