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Internacional

Por qué la victoria republicana en Virginia deja a Biden contra las cuerdas

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Pánico en Partido Demócrata por lo que implica de cara al 2022. Pendiente resultado en Nueva Jersey.

Sergio Gomez Maseri
El Partido Republicano se anotó una contundente victoria en las elecciones de este martes en Virginia –y quizá también en Nueva Jersey– que dejó a los demócratas y al presidente Joe Biden contra las cuerdas.
Tanto que se puede hablar hasta de una barrida. Glenn Youngkin, el candidato del partido para la gobernación, derrotó al demócrata Terry McAuliffe por unos 60.000 votos o el dos por ciento del parte electoral.
Pero también ganaron el cargo para vicegobernador (se impuso Winsome Sears), el de fiscal general (Jason Miyares, de origen latino) y lograron recuperar el control de la Cámara de Representantes estatal.
En Nueva Jersey, solo 15.000 votos separaban a los candidatos a la gobernación Phil Murphy y Jack Ciatarelli.
Si bien se trata de elecciones locales que no suelen despertar el interés nacional, estas adquirieron gran relieve por ser las primeras en la era pos-Trump y dado el contexto de polarización que se vive en el país. Así mismo, eran vistas como un referendo sobre los demócratas tras su victoria presidencial y legislativa en noviembre del año pasado.
Estas son las claves del triunfo y lo que implican para el futuro próximo.

En términos generales…

En cierto sentido, el resultado en Virginia no fue tan sorpresivo.
A lo largo de los últimos 45 años, el estado siempre ha elegido a un gobernador del partido contrario al que está en la Casa Blanca, salvo en una ocasión. Curiosamente, el que lo logró fue precisamente Terry McAuliffe en el 2013, cuando Barack Obama reinaba en la Oficina Oval.
Aun así, la victoria de Youngkin no deja de ser relevante por la tendencia electoral que se venía imponiendo en este estado a lo largo de las últimas décadas.
Considerado un estado sureño, Virginia había estado bajo el yugo del Partido Republicano desde 1952 (salvo por la victoria de Dwight Eisenhower en 1964).
Pero eso comenzó a cambiar en el 2008 con la victoria de Obama en el estado, que luego repitió en el 2012 y se mantuvo con Hillary Clinton en 2016 y Joe Biden en el 2020.
De hecho, desde hace 12 años los republicanos no ganaban en una elección para gobernador.
En buena parte, eso se debe a los grandes cambios demográficos que se han venido presentando en el estado. Particularmente por el crecimiento exponencial del norte de Virginia –cerca de Washington D. C.–, donde se ha asentado una población más urbana y étnicamente diversa que suele favorecer a los demócratas. Hoy día, esta región pone más de un tercio del total de los votos.
Para ponerlo en contexto, Biden le ganó a Donald Trump el año pasado por 10 puntos y 500.000 votos.
La plataforma hará parte del conglomerado Trump Media and Technology Group (TMTG).

La plataforma hará parte del conglomerado Trump Media and Technology Group (TMTG).

Foto:Chris Delmas. AFP

Que Youngkin, un desconocido en la política, haya logrado frenar en seco esa tendencia en solo un año es lo que hoy tiene a los demócratas en estado de alarma. No solo por la derrota en sí, sino por lo que puede significar para las elecciones legislativas del 2022 y las presidenciales del 2024
Y lo mismo sucede en el caso de Nueva Jersey. Aunque la carrera aún no se ha definido, el demócrata Phil Murphy iba adelante por un puñado de votos.
Si bien todavía hay margen para declarar al ganador, se trata de otro fuerte campanazo de alerta.

El entusiasmo republicano

Fresca aún la derrota presidencial y legislativa de noviembre del año pasado, los republicanos habían puesto sus ojos en esta elección especial como el primer escalón para su regreso al poder.
La enorme pero injustificada controversia que se generó en torno a esos resultados –Trump no ha parado de decir que le robaron las elecciones pese a que su derrota fue contundente y nunca apareció el menor indicio de fraude– mantuvo a la base del partido unida y motivada para unos comicios que por lo general no despiertan mucho entusiasmo.
Para ponerlo en números. Mientras que los demócratas perdieron casi un millón de votos de su caudal electoral (de 2,5 millones que apoyaron a Biden a los 1,6 que respaldaron a McAuliffe), la erosión de los republicanos solo fue de 250.000 votos (de 1,9 millones por Trump a casi 1,7 millones por Youngkin).
Algo inusual pues en las elecciones para gobernador por lo general vota un 35 por ciento menos gente que para las presidenciales.
Por supuesto hay otras explicaciones. Los republicanos, según los exit polls, mejoraron los márgenes entre independientes, latinos y gente que vive en suburbios, tres grupos que han sido el corazón del dominio demócrata en el estado a lo largo de la última década. Lo cual demuestra que Virginia sigue siendo un verdadero swing state o estado oscilante donde el dominio de ninguno de los dos partidos está garantizado y el electorado responde más a la política local que a la nacional. "Virginia es un estado que se inclina hacia lo azul (el color de los demócratas), pero donde todavía hay espacio para giros de este tipo", afirma Doug Heye, estratega del Partido Republicano.
En esencia, sin embargo, los demócratas perdieron porque no lograron movilizar a su base y fueron superados por la energía de sus rivales.

La estrategia de Youngkin y el trumpismo

Youngkin y los republicanos tenían claro que competían en un estado en el que estaban en desventaja y que es más moderado que otros del sur o centro del país. Su apuesta, por lo tanto, fue a dos bandas.
En primer lugar, tenían claro que para ganar necesitaban de una base que sigue aferrada al expresidente Trump y que responde a los temas que caracterizaron su gestión: que el país está amenazado por una peligrosa transición hacia al socialismo que empujan los demócratas, que el crimen está fuera de control y que el Gobierno ha sobrepasado su mandato al imponer el uso de máscaras y vacuna contra el covid-19. Así mismo, que la integridad de las elecciones está en riesgo y que se pretende cambiar la fibra de la historia estadounidense introduciendo temas raciales en la educación.
Dos ideas que son falsas (las elecciones fueron plenamente certificadas y el pénsum educativo no ha cambiado), pero que resonaron entre los votantes de extrema derecha.
Pero, a su vez, Youngkin guardó distancia con Trump y la turba de simpatizantes que se tomaron el Capitolio el pasado 6 de enero.
Si bien Trump lo respaldó abiertamente, el candidato evitó mencionarlo durante la campaña y se concentró en temas atractivos para los moderados, como la generación de empleos, la reducción de impuestos, el derecho a portar armas y el valor de la familia, ejes clásicos del ideario republicano.
En otras palabras, dice Heye, Youngkin se vendió como conservador, pero de una vena menos radical que la de Trump.
Los demócratas, por el contrario, le apostaron todas sus fichas a que Youngkin era un clon de Trump y que las elecciones eran un referendo sobre el expresidente.
A futuro, y de allí el pánico en el que están los demócratas, temen que este guión ganador utilizado en Virginia y Nueva Jersey será extrapolado en las elecciones legislativas y presidenciales a otros de los llamados estados indecisos, que son los que suelen definir las elecciones en EE. UU.

El factor Biden

Aunque el presidente Joe Biden no estaba en los tarjetones, no hay duda de que atraviesa por un mal momento y que eso tuvo peso en el resultado.
Según la mayoría de encuestas, su popularidad está entre el 42 y el 44 por ciento, muy baja para un mandatario que no lleva ni un año en la Casa Blanca.
Joe Biden durante su discurso por el décimo aniversario del monumento de Martin Luther King.

Joe Biden durante su discurso por el décimo aniversario del monumento de Martin Luther King.

Foto:Oliver Contreras/Sipa/Bloomberg

El desordenado repliegue de Afganistán, las polémicas medidas para frenar el covid-19 y su capacidad para avanzar con su agenda legislativa han minado el entusiasmo frente a su gobierno no solo entre los republicanos –donde la oposición es casi total– sino entre su propia base, que le critica no poder materializar muchas de sus promesas de campaña.
Eso puede cambiar en los próximos meses en la medida en que la pandemia se vuelva un tema del pasado, se reactive la economía y la decisión de replegarse adquiera un nuevo contexto. Pero, de momento, Biden, más que un positivo, terminó siendo un lastre para su partido.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter: @sergom68

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