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Europa

¿Se puede caer Vladimir Putin? / Análisis de Mauricio Vargas

Vladimir Putin hizo el anuncio durante una reunión del Consejo Nacional de Seguridad.

Vladimir Putin hizo el anuncio durante una reunión del Consejo Nacional de Seguridad.

Foto:Sergei Ilyin. AFP

Las derrotas en Ucrania y la crisis económica que golpea al Kremlin plantean dudas sobre su futuro.

“La autocracia tiene un reverso: todo el poder en caso de éxito, pero toda la responsabilidad en caso de fracaso”, escribió en Telegram Alexander Duguin, ideólogo nacionalista apodado el ‘cerebro de Putin’, poco después del anuncio del mando militar ruso sobre el retiro de las tropas de Jersón, en el sur de Ucrania. Como era la única capital de provincia capturada por Rusia en nueve meses de guerra, para muchas voces nacionalistas su abandono equivalió a una derrota humillante.
Duguin –cuya hija, Daria, una activista de derecha como él que murió en un atentado en Moscú hace pocos meses– no dejó las cosas así.
Sin mencionar el nombre de Vladimir Putin, sugirió que el autócrata que no consigue lo prometido a su pueblo puede correr la suerte del rey de la lluvia, en referencia a una leyenda africana en la que muere asesinado un monarca que no consigue acabar con la sequía que ha sumido a su pueblo en la hambruna.
Aunque esas frases fueron borradas luego y medios pro-Putin dijeron que la cuenta de Duguin había sido hackeada, el ideólogo no produjo un desmentido oficial. Y el eco de sus palabras desató especulaciones sobre la debilidad de Putin tras la mayor derrota militar sufrida por su ejército en Ucrania. Ni siquiera los intensos bombardeos de Rusia a las ciudades ucranianas en las últimas horas han podido cambiar esa percepción.
Este es uno de los edificios afectados por el lanzamiento de misiles rusos.

Este es uno de los edificios afectados por el lanzamiento de misiles rusos.

Foto:EFE

Inclusive, varios medios digitales rusos cuestionaron los referendos de septiembre, que poca credibilidad generaron, pues el entusiasmo con que los habitantes de Jersón y de decenas de ciudades han recibido a las tropas ucranianas no coincide con los supuestos resultados de las votaciones, con más del 90 por ciento de la gente apoyando la anexión a Rusia.
La bancada del Partido Comunista, aliada de Putin, pidió en el Parlamento citar al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, para que rinda explicaciones sobre el retiro de Jersón. Las otras fuerzas gobiernistas hundieron la citación, pero los comunistas insistieron en sus críticas. Y no fueron los únicos.
Populares blogs de la red Telegram como Zloi Zhurnalist, otrora putinista, han sido aún más duros: “Es una masiva derrota geopolítica para Putin y para Rusia, el ministro de Defensa perdió hace rato la confianza de la sociedad, y ahora la confianza en el Presidente va a desapa-recer…”.

Rienda suelta

Diarios, blogueros y comentaristas de televisión conocidos por su nacionalismo y por su respaldo a Putin se han negado a respaldar la versión oficial de los militares según la cual es una maniobra defensiva acertada el que las tropas abandonaran Jersón y cruzaran hacia la orilla este del río Dniéper, con la idea de consolidar allí sus posiciones.
Unos recordaron que las tropas soviéticas que defendían Stalingrado en 1942 nunca se retiraron a la otra orilla del Volga y que, gracias a su aguante, derrotaron a los invasores nazis. Otros criticaron que la artillería rusa no haya golpeado las líneas de avance y abastecimiento del ejército de Ucrania. Y los más radicales se preguntaron por qué Rusia no ha echado mano de su arsenal nuclear para acabar con el enemigo.
Esta rienda suelta a los cuestionamientos es una novedad tras meses de unanimismo. A diferencia de lo que ocurría hace unas semanas, cuando ni el fracaso en el cerco a Kiev ni las bajas humanas ni las pérdidas de tanques eran informadas al público, las derrotas rusas son ahora noticia.
Las denuncias de Ucrania preocupan al mundo.

Las denuncias de Ucrania preocupan al mundo.

Foto:EFE

Como dijo hace pocos días Ian Stubbs, analista militar del servicio exterior del Reino Unido: “Las fallas de Putin se han vuelto visibles para el pueblo ruso”.
Vladimir Solovyov, animador del más visto de los shows televisivos de debate, gran defensor de la invasión y de Putin, ya no se limita a insultar a los gobiernos occidentales por armar a Ucrania. Furioso por las retiradas, ahora incita a sus contertulios a hablar de la “incompetencia” de los militares y de la “cobardía” de los soldados que se niegan a combatir.
No han faltado las comparaciones con otros desastres militares de Rusia. En 1917, cuando colapsó el frente contra las tropas del káiser alemán durante la Primera Guerra Mundial, y a fines de los 80, cuando las derrotadas tropas soviéticas se retiraron de Afganistán. La primera derrota abrió las puertas a la revolución bolchevique y al nacimiento de la Unión Soviética, y la segunda marcó el derrumbe de esa Unión y el fin de 70 años de comunismo. ¿Podría la derrota en Ucrania acabar la era de Putin que arrancó hace 23 años?

Recesión y pobreza

A los problemas en el frente militar se suma una crisis económica y social que se agrava día a día. Antes de la guerra, la economía rusa ya venía de capa caída. A pesar de recibir, en 2020, más de 140.000 millones de dólares por sus exportaciones de gas, petróleo y derivados, Rusia no estaba entre las 10 mayores economías del mundo (era la 11) y, en ingreso per cápita, se ubicaba en 2021 en el puesto 68, muy lejos de las economías desarrolladas.
Todo ha empeorado con la guerra y con las sanciones económicas impuestas por Occidente. Rusia ya está en recesión y este año el PIB caerá 4 por ciento, cifra negativa que puede ir a peor en 2023. La caída del consumo va en 2022 en 9 por ciento; la de las exportaciones, en más de 5 por ciento, y la de las importaciones, en 25 por ciento.
Como buen país petrolero, Rusia se acostumbró a usar su gigantesco flujo de divisas para importar a cuatro manos. El embargo occidental ha generado escasez de miles de productos desde comida y manufacturas hasta bienes de alta tecnología. Por cuenta de ello, la inflación se disparó hasta rondar el 15 por ciento. La de alimentos supera el 20 por ciento.
Volodimir Zelenski este lunes en Jersón.

Volodimir Zelenski este lunes en Jersón.

Foto:AFP

Los 17 millones de rusos en la pobreza que reconocían las estadísticas oficiales antes de la guerra habían aumentado para mediados de este año a 21 millones, casi un millón de nuevos pobres por mes de guerra. Si ese ritmo se mantiene en el segundo semestre y el año entrante, por cuenta de la larga recesión que predicen todas las proyecciones, la situación puede volverse explosiva.
Este deterioro se explica en gran medida por la pérdida de 2 millones de empleos directos y más de 5 millones indirectos debido a la partida de 2.500 compañías extranjeras. El economista Konstantin Selyanin, analista de mercado en Moscú, sostiene: “Podemos estar asistiendo al mayor colapso económico de Rusia” desde el derrumbe de la Unión Soviética en 1991.

La ofensiva sigue

Todo esto puede enredarse más si Ucrania sigue avanzando. El lunes, tropas de élite del ejército de Volodimir Zelenski desembarcaron en el flanco oeste de la zona hacia donde los rusos se retiraron tras abandonar Jersón. Al mismo tiempo, hay recios combates por el avance ucraniano en el eje de las ciudades de Zaporiya y Meritópol, en la zona central de la invasión. Si los hombres de Zelenski logran consolidar allí sus posiciones, cortarán en dos el área invadida y decenas de miles de soldados rusos quedarán atrapados.
Aun antes del retiro de Jersón, el avance ucraniano en el norte hace dos meses bastó para instalar la preocupación entre los oligarcas rusos. Según la politóloga moscovita residente en Francia Tatiana Stanovaya, “hasta septiembre, las élites habían optado de modo pragmático por apoyar a Putin”. Pero con las retiradas militares, esas élites están ahora “abocadas a escoger entre varios escenarios de derrota, y eso hace a Putin más vulnerable”.
En los últimos días, las malas noticias para el líder ruso se han acumulado. A las derrotas militares se suman hechos geopolíticos de peso. El primero es que Europa logró consolidar sus reservas de gas para pasar el invierno, con lo que Putin perdió la baza que jugó al cortar el suministro del preciado hidrocarburo a sus vecinos occidentales. El segundo es que los demócratas de Joe Biden consiguieron evitar un triunfo sólido de los republicanos trumpistas en las elecciones de Congreso, que habría implicado un duro freno de la ayuda a Ucrania.
Y el tercer hecho es que el lunes, en Bali, en la cumbre del G-20 a la que Putin no asistió, Joe Biden y su homólogo chino, Xi Jinping, sostuvieron una reunión de tres horas durante la cual, si bien no resolvieron todas sus diferencias, sí establecieron mecanismos para reactivar el diálogo y la cooperación. Una distensión que no es precisamente lo que Putin necesita.
Xi Jinping y Joe Biden en su reunión de este lunes.

Xi Jinping y Joe Biden en su reunión de este lunes.

Foto:AFP

Biden le pidió a Xi que presionara al presidente ruso a una negociación de paz. Lo mismo hizo el presidente francés, Emmanuel Macron. No es descartable que Putin tenga que ceder. Pero con más de 100.000 bajas (entre muertos y heridos retirados del frente), no llegará a la mesa como triunfador, sino derrotado e incluso humillado. Que Putin los haya metido en esta guerra para terminar así puede resultar imperdonable para las élites y para el pueblo ruso.
Putin, consciente de que se debilita a diario, no quiso estar presente al lado de sus generales cuando anunciaron en cadena televisiva el retiro de Jersón. Aun así, ningún analista apuesta por un desenlace inminente como podría ser un golpe de Estado urdido por militares, oligarcas o rebeldes dentro del Kremlin.
Kirill Rogov, reconocido analista de Indem, una de las ONG más respetadas en Rusia, no cree que vaya a darse “una golpe palaciego arcaico”. Más bien piensa –según explicó a medios británicos– que el golpe está en marcha, pero de “manera sigilosa”. “El sabotaje de las decisiones –agregó– se convierte en el tipo de complot más efectivo”. Negarse a cumplir órdenes de Putin y de su entorno “no implica altos riesgos”.
Para él, esa resistencia pasiva ya comenzó. De ser así, el régimen terminará por colapsar, quizás en 2023, con lo cual se cumpliría el pronóstico que el brillante ajedrecista ruso Gary Kasparov hizo hace dos días en entrevista con El Mundo de España: “El 2023 será el último año del régimen de Putin”.
MAURICIO VARGAS LINARES
PARA EL TIEMPO
mvargaslina@hotmail.com
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