El 28 de febrero, en el quinto día de la ofensiva militar rusa contra Ucrania, mientras continúan las acciones armadas y Rusia queda cada vez más aislada por las sanciones occidentales, la primera reunión de negociación celebrada en la frontera bielorruso-ucraniana dejó entrever un leve rayo de esperanza, pues ambas partes aseguraron haber encontrado puntos de acuerdo que les permitirán volver a sentarse en unos días.
“Encontramos algunos puntos en los que podemos pronosticar posiciones comunes y lo más importante es que acordamos continuar con el proceso de negociación”, dijo el jefe de la delegación rusa, el asesor presidencial Vladimir Medinski, mientras que su homólogo ucraniano, Mikhailo Podoliak, insistió en que “las partes establecieron una serie de prioridades y cuestiones que requieren algunas decisiones”.
La próxima reunión se llevará a cabo en unos días en la frontera polaco-bielorrusa para buscar un cese de hostilidades.
Aunque no se dieron detalles sobre estos puntos de acuerdo, el presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó ayer a su homólogo francés, Emmanuel Macron, en conversación telefónica, que la solución del conflicto con Ucrania solo sería posible si se toman en cuenta los “legítimos intereses de Rusia en materia de seguridad, incluyendo su soberanía de Crimea”, anexionada ilegalmente en 2014, la “desmilitarización y desnazificacion” del Estado ucraniano, así como su estatus neutral.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, exige un alto al fuego y la retirada de las tropas rusas. Ayer también pidió a la Unión Europea (UE) que admita inmediatamente a su país en el bloque, pero en Bruselas “hay diferentes opiniones” al respecto, respondió el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Tanto las conversaciones como el conflicto en el terreno están marcado por la amenaza lanzada el domingo por Putin, que ordenó la puesta en alerta máxima de las fuerzas de disuasión nuclear.
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No obstante, EE. UU. minimizó el riesgo de una guerra nuclear con Rusia y descartó un posible cambio en los niveles de alerta del arsenal estadounidense, aunque opinó que las medidas al respecto de Moscú son “peligrosas”.
El fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, pidió ayer a las partes del conflicto respetar el derecho internacional humanitario e informó que abrirá “lo antes posible” una investigación sobre la situación en Ucrania.
Más allá del arsenal de sanciones económicas, muchos países ofrecieron también armas a Ucrania, incluyendo Finlandia y Canadá, pero insistieron en que no se involucrarán militarmente.
En una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la invasión rusa a Ucrania, Estados Unidos anunció la expulsión de 12 diplomáticos de la misión rusa ante la ONU y los acusó de “espionaje”. Rusia rechazó la medida poco después y tildó el acto de “hostil”.
El presidente de EE. UU., Joe Biden, también tuvo una llamada con varios líderes europeos y de otros países miembros del G7 y de la Otán para reforzar la unidad contra Rusia.
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Según la Casa Blanca, los mandatarios abordaron las “severas consecuencias” para que Rusia “rinda cuentas” por la invasión, y analizaron mecanismos para “mantener la estabilidad económica mundial”, incluidos los precios de la energía. Como novedad, Japón –que le restringió a Moscú las transacciones con su banco central y tomó medidas contra Bielorrusia– se sumó a la discusión.
En el terreno, los ucranianos parecen aumentar su resistencia frente a los rusos, que todavía no logran anunciar ninguna victoria contundente. Ayer, las autoridades ucranianas afirmaron que repelieron varios asaltos contra Kiev, en donde el toque de queda se levantó.
En la ciudad se formaron largas filas fuera de los supermercados. En las calles, brigadas de voluntarios con lazos amarillos y azules con los colores nacionales levantaron barricadas improvisadas.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) advirtió ayer que hay tropas rusas cerca de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande del país, y volvió a insistir de que hay que evitar acciones militares que supongan un riesgo de seguridad.
Ucrania informó al organismo atómico de la ONU que sus 15 reactores, repartidos en cuatro ubicaciones, siguen funcionando de forma segura.
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El Pentágono encomió ayer la “resistencia” de los ucranianos, pero advirtió que Moscú todavía no ha movilizado a todas sus fuerzas y pidió no cometer el error de infravalorar sus capacidades.
“No nos equivoquemos, Putin aún tiene a su disposición un poder de combate significativo. Todavía no lo ha trasladado todo a Ucrania”, expresó el portavoz del Departamento de Defensa de EE. UU., John Kirby.
De acuerdo con el Gobierno estadounidense, el Kremlin tenía movilizados a cerca de 200.000 soldados alrededor de la frontera de Ucrania con Rusia y con Bielorrusia antes del inicio de la invasión lanzada el jueves pasado.
Según Kirby, la fuerte resistencia de los ucranianos ha logrado retrasar “unos días” los planes de Putin, quien por estas alturas ya esperaba controlar la capital, Kiev, pero subrayó que no hay que dar por vencida a Rusia.
La operación militar rusa en Ucrania ha dejado 102 muertos y 304 heridos civiles, según la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, aunque las autoridades ucranianas elevan la cifra de fallecidos a 352. Además, 422.000 ucranianos han tenido que dejar su país, a los que hay que sumar más de 100.000 desplazados internos, de acuerdo con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
*Con información de AFP y Efe