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Europa

Macron, el gran aliado por el que Biden debería apostar

A diferencia de los demás líderes occidentales, Macron no solo entiende los cambios en el poder mundial, sino que ha puesto en marcha una agenda de reforma militar visionaria.

A diferencia de los demás líderes occidentales, Macron no solo entiende los cambios en el poder mundial, sino que ha puesto en marcha una agenda de reforma militar visionaria.

Foto:EFE

El mandatario francés es el socio más confiable que tiene Biden en la región.

Estados Unidos no pudo pedir un mejor aliado en el palacio del Elíseo que el presidente francés Emmanuel Macron. De hecho, es posible que el mandatario sea su único aliado con una visión internacionalista y liberal genuina del mundo acorde a la del presidente estadounidense, Joe Biden.
Las opciones para Biden, en términos de un socio europeo confiable, son, lamentablemente, escasas en estos días. Tal vez el primer ministro británico, Boris Johnson, se vea a sí mismo como el segundo advenimiento de Winston Churchill, pero mientras ocupe el cargo, su mendacidad a escala trumpiana e irracionalidad en la implementación de políticas prácticamente impedirán que el gobierno de Biden derive mucho valor de la antigua “relación especial”.
Alemania, mientras tanto, se había perfilado cada vez más como el aliado clave de Estados Unidos y Europa, gracias a su peso económico y el liderazgo calmo y deliberado de la canciller Angela Merkel, pero los 15 años de cancillerato de Merkel llegarán a su fin este año y eso indudablemente afectará el cálculo estratégico.
Teniendo esto en cuenta, Philip Stephens, del Financial Times, no se equivoca cuando sugiere que, “si Biden desea un socio europeo confiable, haría bien en considerar al aliado más antiguo de Estados Unidos”: Francia. Aunque Merkel “no tiene par a la hora de las declaraciones audaces sobre la protección de la democracia, el cumplimiento de las normas multilaterales y el respeto de los derechos humanos”, no permitirá (y podemos suponer que su sucesor tampoco) que esas preocupaciones “pongan en riesgo los intereses económicos alemanes, especialmente sus acuerdos comerciales con China y Rusia”.
Con su compromiso de reactivar la economía francesa, que busca igualar el logro de Merkel en Alemania, Macron ofrece además algo que Merkel no: una evaluación clara y realista del mundo y de los desafíos que enfrenta Occidente. A diferencia de los demás líderes occidentales actuales, Macron no solo entiende los cambios en curso en el poder mundial, sino que ha puesto en marcha una agenda de reforma militar visionaria para enfrentar esta nueva era de incertidumbre. Entiende que Francia no solo necesita una mayor capacidad militar, sino también una doctrina militar actualizada, y ha puesto al país camino a cumplir su compromiso con la Otán de destinar el 2 % del PBI a la defensa.
Pero Macron, golpeado por la pandemia, enfrenta una difícil elección presidencial el próximo abril. Aunque mantiene la ventaja sobre su principal rival —Marine Le Pen, del partido de extrema derecha Agrupación Nacional—, es innegable que será un enfrentamiento parejo. Por su parte, Biden entiende claramente que una victoria de Le Pen sería un desastre para la alianza transatlántica, la Unión Europea y, en última instancia, EE. UU. Occidente habrá intercambiado a Donald Trump en Washington por su doble femenino en París. El gran ganador, una vez más, sería el presidente ruso, Vladimir Putin, porque Le Pen —cuyo partido ha dependido de los créditos de bancos rusos— seguramente comenzaría a destruir tanto la Otán como la UE.
Para EE. UU., entonces, es hora de actuar. Lo mejor que puede hacer el gobierno de Biden para reforzar la situación de Macron es enviar más vacunas a Francia inmediatamente. Lograr un acuerdo de aprovisionamiento confiable de vacunas sería un gigantesco logro para Macron. De hecho, la pandemia creó una oportunidad para que el ingenio estadounidense sea útil tanto para los asuntos estadounidenses internos como para los relacionados con la defensa. Biden debiera aprovecharla.

Si tanto EE. UU. como Francia logran acordar un impuesto mínimo global a las corporaciones, es probable que la Ocde los acompañe y, si la Ocde avanza, el mundo la sigue

Por otra parte, Biden y Macron están muy alineados en diversas cuestiones económicas claves: Biden desea recobrar ingresos fiscales cobrando impuestos a las grandes empresas de tecnología, y Macron viene exigiendo lo mismo en la Ocde (desde hace años, su ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, mantiene conversaciones con EE. UU. para lograrlo).
Durante el gobierno de Trump, estos esfuerzos franceses prácticamente quedaron estancados, pero ahora una nueva “gran oportunidad” se ha convertido en una posibilidad real. Este mes, Le Maire manifestó su expectativa de “que podamos avanzar también con (la secretaria del Tesoro de EE. UU.) Janet Yellen sobre la aplicación de impuestos a los servicios digitales, para lograr un acuerdo integral a nivel de la Ocde en el verano”. Su contraparte alemana, Olaf Scholz, agregó: “En este momento es realista esperar que se logre un acuerdo este año para determinar un marco de trabajo internacional sobre la aplicación de una alícuota impositiva mínima para las empresas, junto con un mejor régimen tributario para la economía digital”.
Hasta ahora, el escollo fue la oposición estadounidense a que otros países graven los ingresos por ventas que generan las grandes empresas de tecnología en sus jurisdicciones, pero ahora que el gobierno de Biden necesita cerrar un acuerdo mundial para gravar a las corporaciones, es posible que ceda en este punto y ofrezca una victoria al líder que impulsó el impuesto a los servicios digitales: Macron.
Si tanto EE. UU. como Francia logran acordar un impuesto mínimo global a las corporaciones, es probable que la Ocde los acompañe y, cuando la Ocde avanza, el mundo la sigue. Así, una “gran oportunidad” mundial podría ofrecer un enorme impulso a los ingresos fiscales estadounidenses en un momento crítico y una victoria política significativa para Macron —quien, con demasiada frecuencia, es tildado incorrectamente (tanto por la extrema izquierda como por la extrema derecha) de ser un instrumento de las grandes empresas—.

El impuesto a las grandes empresas

El plan fiscal anunciado por Joe Biden impulsa el alza de un impuesto mínimo global a la renta empresarial, lo cual afectaría mayormente a los gigantes de tecnología. El objetivo es acabar con la competencia por impuestos a la baja entre países y el uso de paraísos fiscales por parte de las empresas.
La propuesta busca imponer un mínimo gravamen a las empresas independientemente del país donde se encuentren, lo cual evitaría la evasión de impuestos de las compañías estableciendo sedes en países con tasas más bajas, una práctica frecuente entre la industria tecnológica.
Esta iniciativa ya venía corriendo desde la UE, la Ocde y el Fondo Monetario Internacional, impulsada vehementemente por Macron, pero la posición del mandatario norteamericano ayuda a que el debate cobre fuerza.
No obstante, su plan solo se dirigía a un grupo específico de empresas de gran capitalización digital, como Amazon o Google, pero Estados Unidos ha ido más allá: un enfoque con empresas basadas en el consumo, lo cual afectaría más el mercado.
A comienzos del mes de marzo, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, anunció a los países del G20 que Estados Unidos renunciaba al refugio tributario (Safe Harbor), una de las mayores dificultades para la creación del impuesto.
Esto fue respaldado por el FMI y aplaudido por países como Alemania y Francia. “Juntos podemos usar este impuesto mínimo global para asegurarnos de que la economía prospere sobre la base de una mayor igualdad de condiciones de tributación para las empresas multinacionales”, señaló Yellen en aquella oportunidad. El anuncio recibió el apoyo del ministro francés Bruno Le Maire, quien afirmó: “Un acuerdo global sobre fiscalidad internacional está ahora a nuestro alcance”. Y pidió a los países “aprovechar esta oportunidad histórica”.
MELVYN B. KRAUSS*
PROJECT SYNDICATE
STANFORD
* Profesor emérito de Economía en la Universidad de Nueva York.
PROJECT SYNDICATE
REDACCIÓN DOMINGO
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