La vida cotidiana de los europeos no cambió un ápice este sábado. Las consecuencias prácticas del ‘brexit’ se verán cuando se llegue al final del período transitorio el próximo 31 de diciembre o, si Londres pide una prórroga, el 31 de diciembre de 2021 o de 2022. A pesar de que ahora no cambia nada, la forma en que se negocie la futura relación impactará de lleno en la vida de millones de personas. Estos son algunos ejemplos:
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Uno de los principales objetivos del gobierno británico será acabar con el derecho que hoy tienen los europeos a vivir y trabajar en cualquier país del bloque. Cuando acabe ese período transitorio, cualquier europeo que quiera trasladarse al Reino Unido como trabajador deberá probablemente pedir permisos de residencia y trabajo, como ocurre con cualquier nacional de un tercer Estado. Europa aplicaría reciprocidad a los británicos.
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Seguidoras del brexit celebraron el viernes en la noche al dar las 11:00, a las afueras del Parlamento británico.
Efe
Las empresas verán cómo se les complica el trabajo. Salvo sorpresa en la negociación porque Londres haya decidido continuar en el mercado único europeo, el final del período transitorio significará la introducción de formalidades aduaneras y pago de aranceles. Hoy las mercancías viajan de, por ejemplo, Atenas a Londres con las mismas formalidades que viajan de Berlín a Múnich. Prácticamente ninguna.
En el futuro las empresas deberán demostrar que sus productos cumplen las normas del mercado de destino. Las formalidades de aduanas pueden provocar que se ralentice el comercio, dañando por ejemplo al de productos agropecuarios frescos o a industrias que se sostienen sobre cadenas de producción situadas en diferentes países, como el automotriz.
Los estudiantes encontrarán nuevas dificultades. Con las normas actuales, cualquier ciudadano europeo tiene derecho a estudiar en universidades de cualquier país del bloque, también británicas, si cumple los requisitos que se exigen a un nacional. Eso es más que probable que acabe.
Además, salvo que se acuerde lo contrario, el Reino Unido se desconectará de los programas ‘Erasmus’, que permiten a estudiantes universitarios pasar un curso en la universidad de otro país de la UE gracias a becas financiadas con fondos nacionales y europeos.
Hasta el fútbol profesional puede verse afectado. La Federación Inglesa de Fútbol pretende limitar el acceso a sus clubes a los jugadores europeos, ilimitado desde 1995 porque se les aplica la libre circulación de trabajadores.
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Los grandes clubes ingleses quieren mantener la situación actual porque gracias a ella se unieron a los más potentes clubes de Europa. Una de las pistas que estudia Londres sería prohibir a sus clubes reclutar a jugadores extranjeros menores de 18 años o que el número de extranjeros no alcance el 50% de las plantilla de cada club.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
EL TIEMPO
BRUSELAS
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